Ni "autocrí­tica" de Otegi ni "arrepentimiento" de ETA

Aplastar el «huevo de la serpiente» del fascismo

Cuando toda España estaba movilizándose en las calles contra la ejecución de Miguel Angel Blanco anunciada por ETA, Arnaldo Otegi admitió en la entrevista realizada por Jordi Evole en «Salvados» que en ese momento «estaba en la playa, como un dí­a normal». No puede concentrarse mejor en una sola imagen el abismo de principios entre las personas de bien y alguien como Otegi.

Ahora, Otegi afirma querer “hacer autocrítica”, mostar “empatía con las víctimas”, y apostar “por la reconciliación”.

Pero un fascista no puede “hacer autocrítica” sin dejar de ser fascista. Y ese no es el caso de Otegi.

En la misma entrevista, Otegi afirma que “a una parte del Estado le hubiera convenido que ETA siguiese matando”.

En su argumentación, Otegi desliza que el terror ya “no es conveniente”. ¿Pero entonces lo fue en algún momento? ¿Por ejemplo, cuando la escalada de asesinatos de ETA “meneaba el árbol” para que otros, los Arzallus e Ibarretxe, “recogieran las nueces” politicas?

A cualquier demócrata debe provocarle náuseas escuchar a Otegi justificar el terror de ETA al declarar que “cuando se humilla y frustra a la gente, las consecuencias suelen ser bastante, bastante graves”.

¿Pero de qué está hablando? El fascismo de ETA, como el del integrismo islámico, nada tiene que ver con “la reacción de un pueblo”. El terrorismo, y el de ETA es un claro ejemplo, solo está al servicio de los más negros intereses.

Por eso inquieta escuchar a Otegi negándose todavía a condenar los asesinatos de ETA, afirmando que “no contribuye en nada a la actual situación”, resoplando que “es la palabra tabú, la condena famosa, siempre dándole vueltas a lo mismo”. Y concluyendo: “¿Por qué tenemos ese empeño en hablar de algo que ya no existe?”.

ETA, y personajes como Otegi, han sido derrotados gracias a la movilización de todo el pueblo español, con la rebelión democrática vasca a la cabeza. Su derrota no será definitiva hasta que no entreguen las armas y se disuelvan incondicionalmente.

Pero contra lo que nos dice interesadamente Otegi, claro que “seguirá existiendo” un problema: los “huevos de la serpiente”, las pegajosas ideas y climas de opinión que han justificado, y siguen haciéndolo, el terror impuesto sobre la población.

Otegi participó, el mismo día que se emitía su entrevista por televisión, en una manifestación que reclamaba “la vuelta a casa” de todos los presos de ETA.

En ella, José Antonio López Ruíz, “Kubati”, que asesinó a Yoyes por salirse de ETA, reclamaba “andar el camino de la reconciliación”. Ya sabemos que tipo de “reconciliación” defiende “Kubati”.

Pero no se quedó aquí, sino que aseguró que los presos etarras están dispuestos a “aceptar la legalidad penitenciaria”… excepto en dos “líneas rojas” que jamás cruzarán: “el arrepentimiento y la delación”.

Coincide con el manifiesto de 700 expresos de ETA, que aseguraban querer “avanzar por vías exclusivamente políticas y democráticas”, pero aseguraban también que ello “no cuestiona en ningún modo el carácter militante de todos ellos, ni el valor y la dignidad de su trayectoria. Ni ahora ni antes”.

No solo no van a arrepentirse de haber sido unos asesinos fascistas. Sino que quieren que eso pase a la historia como “valor y dignidad”.

No vamos a aceptar que, en su derrota, ETA deje intactos los “huevos de la serpiente” de sus ideas fascistas, las que justificaron el terror, el tiro en la nuca o el coche bomba.

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