Un debate en la izquierda: ¿la política española, condicionada por “los vestigios del franquismo”?

¿Antifranquistas de 2018?

Si repasamos las políticas planteadas por sectores de la izquierda, comprobaremos que, en un porcentaje significativo, se concentran en combatir “los vestigios del franquismo”. Así, los errores de la transición provendrían de “no haber roto con el régimen anterior”, o el carácter reaccionario del PP, jueces y la monarquía se explicaría porque siguen albergando “incrustaciones del franquismo”.

La denuncia del régimen fascista, y la reposición hacia las víctimas, es de justicia. Pero es lícito necesario el debate sobre por qué, más de 40 años después de la muerte del dictador, una parte importante de la política española sigue girando en torno a su figura.

¿Realmente el franquismo sigue teniendo tanto peso en la España actual? ¿O la sobrevaloración de su importancia juega objetivamente el papel de proteger a los que de verdad siguen mandando?

Cualquier debate sobre la pervivencia o no de “vestigios del franquismo” debe partir de algunas premisas básicas.

La primera es la condena rotunda del régimen fascista, porque eso y no otra cosa eso fue el franquismo.

La segunda, reponer la memoria de las víctimas del terror fascista. Es imprescindible que los familiares recuperen los restos de sus seres queridos, asesinados y arrojados a cunetas. Y que toda la sociedad española honremos su memoria.

La tercera es la exigencia de retirar los restos de Franco del Valle de los Caídos, construído por presos forzados a trabajar muchas veces hasta su muerte. Evitando que el cadáver del dictador pueda enterrarse en la catedral de la Almudena, en pleno centro de Madrid.

Una amplísima mayoría social en España comparte estas premisas. Y conviene dejarlas rotundamente claras.

¿Un Rey “franquista” o un Rey norteamericano?

Una de las instituciones que se colocan en el centro de esa “herencia franquista” es la monarquía.

De hecho, asistimos a una nueva ofensiva antimonarquica. El ayuntamiento de Barcelona ha aprobado una moción donde acuerda ““rechazar y condenar el posicionamiento del Rey Felipe VI, su intervención en el conflicto catalán y su justificación de la violencia ejercida por los cuerpos policiales el 1 de octubre”, apostando por la abolición de la monarquía. Es una copia de la ya aprobada por el Parlament de Cataluya, presentada por los “comunes” pero refrendada por el voto de todos los partidos independentistas.

Inmediatamente, IU ha anunciado que presentará, en los 1.000 ayuntamientos donde tiene representación, una moción que repruebe a Felipe VIV y exija un referéndum para decidir entre monarquía o república. Tras hacerse público, Podemos se ha sumado a una iniciativa que coincide con la oleada de mociones contra el monarca que en Cataluña va a presentar la Associació de Municipis per la Indepedencia (AMI).

Impulsar estas iniciativas es un derecho democrático, legítimo e irreprochable. Otra cosa son sus consecuencias políticas, y a quien benefician.

¿Si no hubiera habido Rey no se hubiera impulsado el “procés”, o los independentistas no estarían impulsando mociones de ruptura?

Alguien tan poco sospechoso de connivencia con la derecha como el periodista Iñaki Gabilondo, constate que “el enfado del independentismo con Felipe VI proviene del discurso pronunciado el 3 de octubre. Pero hubiera sido muy parecido si lo hubiera pronunciado un Jefe del Estado que hubiera sido presidente de la república”. Concluyendo que poco servicio le hace a la causa republicana una iniciativa de IU y Podemos que hace el juego a la propaganda independentista.

No toda maniobra antimonárquica tiene necesariamente un sesgo progresista. Y colocar la vinculación de la Corona al franquismo como única causa de su , en realidad oculta otras relaciones más poderosas y más influyentes hoy.

Una investigadora como Pilar Urbano nos recuerda -y lo ha documentado en sus libros- que “Juan Carlos de Borbón le debe el trono a Franco; pero también a los EEUU. Son Nixon y Kissinger quienes, en el año 63, envían a Vernon Walters a El Pardo para preguntarle a Franco ¿cuándo corona al Rey?”.

El auténtico “precio del trono” era la OTAN, no mantener vivo el franquismo. Los hechos lo han confirmado.

La herencia “franquista” que no se puede mencionar

Arrancar los vestigios del franquismo que todavía perduran en la España actual. Este es un leiv motiv repetido insistentemetne por algunos dirigentes de la izquierda. Pues bien, veamos cuales son las cosas desarrolladas durante la dictadura que hoy siguen decidiendo lo que sucede en España.

En 1953, Franco firmó los acuerdos por los que EEUU instaló las bases militares en España. Nuestro país pasó a formar parte de la maquinaria bélica global de la superpotencia. Y la intervención norteamericana se extendió en los principales aparatos del Estado. Los nuevos mandos, para acceder a los más altos grados debían pasar, no por centros falangistas, sino por las academias norteamericanas. Y los agentes de los nuevos servicios secretos remodelados durante el franquismo trabajaban por la mañana para el Estado español, y por lo tarde lo hacían bajo órdenes directas de la embajada norteamericana.

Los cerebros del “desarrollismo franquista” no eran solo cuadros del Opus Dei, estaban vinculados a organismos internacionales como el FMI. Su diseño económico contó con el aval del embajador norteamericano, y significó una “apertura” que sobre todo permitió al gran capital norteamericano controlar sectores claves de la economía nacional.

Durante el franquismo también pasaron cosas importantes en la clase dominante española. El Banco de Santander, que en los años treinta seguía siendo una entidad regional, emprende una frenética expansión, y en 1957 ya es el séptimo banco español. Otras grandes fortunas oligárquicas de hoy, como los Entrecanales, se fraguaron en los primeros años del franquismo.

La dictadura fascista impuso un draconiano sistema de explotación, que hasta los años sesenta permitió multiplicar los beneficios de una ínfima minoría mientras se condenaba a a mayoría al hambre y la misería.

Se suele definir al franquismo como “nacionalcatolicismo”, pero la realidad es que de 1939 a 1975 quienes perdieron poder en la clase dominante fueron terratenientes, curas y caciques, y quienes lo ganaron fueron los grandes bancos.

Estos dos aspectos, la dependencia hacia EEUU y el dominio de una oligarquía jerarquizada en torno a la gran banca, se fraguaron durante el franquismo. Pero, paradójicamente, a pesar de que siguen jugando un papel clave en la actualidad, no son nunca mencionadas como “vestigios franquistas a extirpar”.

Lo que el franquismo sigue ocultando

Si el presidente del Supremo ha dado un golpe judicial para que sean los hipotecados los que sigan pagando, no es porque sea “un nostálgico del franquismo”, sino porque defiende los intereses de la gran banca. Existen recortes en la libertad de expresión, como la Ley Mordaza, pero no se deben a que “subsistan incrustaciones de franquismo”, sino a que la ejecución de los recortes exige acallar a las víctimas que van a rebelarse.

Todo parece indicar que la Iglesia va a colaborar para evitar que los restos de Franco sean enterrados en la catedral de la Almudena. Esta es la expresión de la influencia real que el franquismo tiene hoy en España.

Paradójicamente, la propaganda de cierta izquierda, por la que parece que 40 años después de su muerte el dictador sigue determinando la política española, no hace sino engrandecerlo. Y degrada a una España que es hoy la cuarta potencia de la zona euro pero es presentada como “un incorregible poso de residuos franquistas”.

Pero, sobre todo, la insistencia en seguir situando al franquismo en el centro, contribuye objetivamente a ocultar a quienes de verdad tienen el poder en España. Los que mandaban con Franco, y han conservado y agigantado su poder al pasar a un régimen democrático. Fijar excesivamente la mirada en la familia del dictador o la Fundación Franco, espectros que felizmente acabarán desapareciendo, provoca que no nos acordemos de que la base de Morón sigue existiendo, y dese ahí salieron los barcos que bombardearon Siria, o que obviemos el atraco que la gran banca nos impone diariamente.

2 comentarios sobre “¿Antifranquistas de 2018?”

  • Que no te enteras Joan,que el blanco es el «fascismo».Todos tenemos que unirnos en contra de los nazis de los clubs de fútbol,no contra los EEUU y la OTAN,creando un Frente Patriótico,que una de la derecha democrática a la izquierda y de lo social a lo político

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