Año de calvario para Zapatero

«Zapatero afronta el tramo final de su segundo mandato con más incertidumbres que certezas. Ni siquiera su continuidad está asegurada, ni en el Ejecutivo que llegue hasta las elecciones generales ni, menos aún, en el próximo cartel de los socialistas. Lo que le aguarda, en cualquier caso, no es un simple compás de espera, sino un calvario polí­tico al que no puede poner fin hasta después de mayo ni tampoco prolongar con el único propósito de agotar la legislatura.

Al iniciarse la crisis, Zaatero se presentó sucesivamente como baluarte ideológico frente a la recesión, como víctima impotente de sus efectos y, finalmente, como líder que se inmolaba por llevar a cabo las políticas necesarias. Demasiados papeles, nunca asumidos por propia voluntad sino por el empuje de las circunstancias, como para no transmitir la imagen de improvisación con la que tiene que lidiar en estos difíciles momentos. (EL PAÍS) LA VANGUARDIA.- Alemania y Francia han propuesto medidas de crédito y gasto más severas, respaldadas por duras sanciones semiautomáticas a los gobiernos que no las cumplan. Se deben congelar los fondos de la UE y suspender los derechos de voto de los países que repetidamente hacen caso omiso de las recomendaciones de reducir sus excesivos déficits y de los que manipulen las estadísticas oficiales. La unión monetaria no se diseñó para ser una panacea para los miembros de la eurozona ni para servir de modelo millonario de los especuladores financieros. Tampoco es su finalidad ser un sistema de redistribución de los países ricos a los más pobres mediante créditos más baratos para los gobiernos en la forma de eurobonos comunes o transferencias fiscales sin restricciones. Editorial. El País Año de calvario Zapatero afronta el tramo final de su segundo mandato con más incertidumbres que certezas. Ni siquiera su continuidad está asegurada, ni en el Ejecutivo que llegue hasta las elecciones generales ni, menos aún, en el próximo cartel de los socialistas. Lo que le aguarda, en cualquier caso, no es un simple compás de espera, sino un calvario político al que no puede poner fin hasta después de mayo ni tampoco prolongar con el único propósito de agotar la legislatura. Al iniciarse la crisis, Zapatero se presentó sucesivamente como baluarte ideológico frente a la recesión, como víctima impotente de sus efectos y, finalmente, como líder que se inmolaba por llevar a cabo las políticas necesarias. Demasiados papeles, nunca asumidos por propia voluntad sino por el empuje de las circunstancias, como para no transmitir la imagen de improvisación con la que tiene que lidiar en estos difíciles momentos. Al estancamiento de la situación económica se sumarán en breve dos factores que complicarán aún más este final de legislatura. El primero es el eventual recrudecimiento de la protesta social tras los aumentos de precio de los suministros básicos y la reforma de las pensiones, a la que seguirá la de la negociación colectiva. Por más que los líderes sindicales se mostrasen dispuestos al diálogo, el inevitable malestar provocado por las últimas medidas del Gobierno les deja sin excesivo margen de maniobra. Después de la credibilidad del presidente del Gobierno, es la de los líderes sindicales la que podría estar en juego. Las elecciones autonómicas y municipales de mayo constituyen el segundo factor que determinará el rumbo político de 2011. Si los pronósticos se cumplen y el partido socialista sufre una severa derrota, Zapatero habrá empleado ya todos los instrumentos de los que teóricamente disponía para ofrecer una respuesta a la altura. Una nueva remodelación del Gobierno resultaría insuficiente, salvo que implicara la renuncia del propio Zapatero. Y aun en este supuesto, como en el de un hipotético adelanto electoral, el partido socialista tendría que resolver el problema de la elección de un nuevo líder. A no ser que mediasen imprevistos difíciles de imaginar, las incógnitas del nuevo año no residen tanto en la continuidad o no de Zapatero como en la manera en la que llevará a cabo su salida de escena, tras el calvario político que tiene ante sí. Los barones socialistas que ven amenazada su continuidad reiteran los mensajes de distancia hacia Zapatero, lo mismo que los principales candidatos municipales. Es decir, quienes no dudaron en plegarse a su poder cuando era ascendente tampoco dudan ahora en cuestionarlo al declinar su estrella, pese a que las políticas que Zapatero desarrolla ahora no son las frivolidades de entonces. Lejos de ponerse a salvo del naufragio, esos barones y esos candidatos municipales que buscan distanciarse de su partido están contribuyendo a precipitarlo. ************************************** Economía. Los precios agudizan la pérdida de poder adquisitivo La economía española sigue sin crecer y el consumo no logra despegar, pero esto no ha impedido que los precios se hayan disparado en 2010, lo que agudiza la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores y pone más trabas a la ya de por sí lenta recuperación. Según el adelanto del Indice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA), la inflación subió siete décimas en diciembre en España medida en términos homogéneos con el resto de la UE y cerró el año en el 2,9% debido al aumento de los precios del tabaco y de los carburantes. Con este incremento, la tasa anual del IPCA alcanza su valor más elevado desde octubre de 2008, mes en el que se situó en el 3,6%. Además, seguirá al alza en los próximos meses condicionada por el persistente encarecimiento del petróleo, ya que no se dan las condiciones para un cambio en su tendencia. Además, tal y como ha pasado con la luz, acabará incidiendo en otros de los apartados que el Instituto Nacional de Estadística utiliza para medir los precios. Para empezar, el dato de enero y si las rebajas no lo impiden, recogerá el incremento del 9,8% en la tarifa que pagan la mayoría de usuarios y el alza por encima del 3% del gas natural, una subida que repercutirá en el apartado de la vivienda. De coincidir con la inflación general (IPC), que se conocerá el 14 de enero, supondría un aumento de seis décimas en la evolución de los precios de la cesta de la compra. El Gobierno esperaba que la inflación siguiera por encima del 2% en los próximos meses, después de que el IPC se mantuviera en noviembre en el 2,3% en tasa interanual. Eso sí, ha advertido de que las principales variaciones que se observarán en el índice de precios en el futuro vendrán marcadas por la evolución de los componentes menos estables del IPC, como la energía o los alimentos, por lo que habrá que estar pendientes del dato de la llamada inflación subyacente, que mide la variación de los precios sin tener en cuenta estos apartados. Las previsiones para final de año del índice general apuntan a una subida del 1,5%. No obstante, con vistas a la recuperación económica, un alza persistente de los precios podría afectar negativamente al todavía débil consumo de las familias. Tradicionalmente, el dato de diciembre es importante porque sirve para actualizar los sueldos de aquellos trabajadores con cláusula de revisión salarial en su convenio colectivo. No obstante, según el acuerdo interconfederal de negociación colectiva para el periodo 2010-2012 firmado a finales de 2009 y que ha servido de base para pactar los convenios firmados durante el pasado año, la cláusula de revisión salarial se aplicaría a final del ciclo. Entonces, los sindicatos se comprometieron a mantener la contención salarial en favor del mantenimiento del empleo para encarar el deterioro económico. De momento, el incremento salarial pactado hasta noviembre ha sido del 1,3%, lo que agudiza la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores. Para los próximos ejercicios, fija una revalorización de entre el 1% y el 2% en 2011, y de entre el 1,5% y el 2,5% en 2012. Además, también incluye la posibilidad de que las empresas se acojan a la cláusula de descuelgue (o de inaplicación de la revisión en base al IPC) en caso de que acrediten dificultades para hacer efectiva la subida salarial pactada. Por tanto, habrá que esperar para ver actualizados los sueldos mientras el coste de la vida sube con fuerza. Según cálculos de la CEOE, la remuneración por asalariado crecerá este año sólo un 1,2%, su menor aumento desde 1995, por la moderación de los salarios pactados en convenio y la reducción de los salarios de los funcionarios aprobada por el Gobierno y que empezó a aplicarse en la nómina de junio. El IPC armonizado, que sirve después a Eurostat para incorporarlo al cálculo del índice de inflación en la Unión Europea, proporciona un avance de cómo evolucionaron los precios en España durante el mes de diciembre. Su publicación responde a la política de Eurostat y del Banco Central Europeo de ofrecer datos equiparables en tiempo y calidad a los producidos en Estados Unidos. El INE recuerda que la información que proporciona el adelanto solo sirve de orientación, por lo que no tiene que coincidir necesariamente con el dato definitivo. EL PAÍS. 3-1-2011 Opinión. La Vanguardia Controlar la enorme deuda de Europa Wolfgang Schaüble* El costo neto de la ayuda por la crisis que ofreció el G-20 en el 2009 al sector financiero ascendió al 1,7% del PIB (905.000 millones de dólares), según calcula el Fondo Monetario Internacional, mientras que el estímulo fiscal discrecional alcanzó el 2% del PIB en el 2009 y el 2010. Todos los países de la eurozona, salvo Luxemburgo y Finlandia, tuvieron déficits fiscales superiores al 3% del PIB en el 2009, mientras que los de Grecia, España e Irlanda rebasaron el 10%. Tan sólo en un año, la deuda general de los gobiernos de la eurozona aumentó en casi 10 puntos porcentuales (78,7% del PIB en el 2009 en comparación con un 69,3% en el 2008). En lo concerniente a Alemania, el presupuesto federal del 2010 muestra un elevado déficit sin precedentes que rebasa los 50.000 millones de euros. La deuda del sector privado superará los 1.7 billones de euros, cerca del 80% del PIB. Los pagos de intereses, que consumen más del 10% de presupuesto federal de Alemania, crecerán a la par que la carga de la deuda –e incluso más rápido si suben las tipos de interés–. Sin embargo, la crisis financiera y la recesión subsiguiente son las que por el momento explican estos altos niveles de endeudamiento. La verdad es que muchos países europeos y del G-20 han estado viviendo por encima de sus posibilidades –incluida Alemania, a pesar de su reputación como parangón de rectitud fiscal–. Incluso en épocas prósperas, los gobiernos han estado gastando durante largo tiempo mucho más de lo que han recibido. Y lo que puede ser peor, algunos gastan más de lo que de modo factible podrían rembolsar teniendo en cuenta el potencial de disminución de crecimiento a largo plazo de sus economías debido al envejecimiento de sus poblaciones. Ese despilfarro ha dado lugar a niveles de deuda que serán insostenibles si no tomamos medidas al respecto. Por esta razón, Alemania decidió en el 2009 consagrar estrictas normas fiscales en su Constitución. El Schuldenbremse o freno de la deuda exige al Gobierno federal que el déficit estructural no rebase el 0,35% del PIB para el 2016, mientras que en los länder de Alemania se prohibirá todo tipo de déficit estructural para el 2020. Sin duda, el actual Gobierno federal cumplirá estas reglas, lo que implica reducir el déficit estructural a aproximadamente 10.000 millones de euros para el 2016 –una disminución de alrededor de 7.000 millones de euros anuales–. Este año, el capítulo de la protección social en Alemania representa más de la mitad de su gasto federal. Por lo que la única opción posible es recortar el gasto social, al menos moderadamente. Sin embargo, este tipo de consolidación fiscal solamente se puede lograr si la mayoría la percibe como socialmente equitativa. Los receptores de la ayuda pública y privada por igual, así como los funcionarios públicos, han de compartir el sacrificio. Por tanto, las empresas alemanas habrán de contribuir a la consolidación fiscal mediante reducciones en subsidios e impuestos adicionales a las principales empresas de energía, aéreas y las instituciones financieras. De igual manera, los funcionarios públicos deben renunciar a los aumentos salariales prometidos, en tanto que el Gobierno está tratando de ahorrar al año hasta tres mil millones de euros en el gasto de las fuerzas armadas federales mediante reformas estructurales. Las reglas fiscales estipuladas en Alemania sirven como ejemplo para otros países de la eurozona. Sin embargo, todos los gobiernos de la eurozona han de demostrar su propio compromiso con la consolidación fiscal a fin y efecto de restablecer la confianza de los mercados –y la de sus ciudadanos–. Estudios recientes muestran que cuando la carga de deuda de un gobierno ha alcanzado un umbral que se percibe como insostenible, una mayor deuda sólo impedirá el crecimiento económico en lugar de estimularlo. La crisis de deuda de Grecia fue una clara advertencia de que los responsables de la elaboración de políticas europeas no deben permitir que la deuda pública se acumule indefinidamente. La UE hizo bien en tomar resueltas medidas para asegurar la estabilidad del euro mediante la ayuda a corto plazo a Grecia y el establecimiento del mecanismo europeo de estabilización financiera (EFSF por sus siglas en inglés). Sin embargo, aunque el EFSF es una medida necesaria para restablecer la confianza, la crisis griega ha revelado los defectos estructurales del marco de política fiscal de la unión monetaria europea (UME), que no puede ni debe corregirse con el dinero de otros países. En efecto, considero que el EFSF es una medida provisional mientras corregimos los defectos del pacto de estabilidad y crecimiento, cuyas reglas fiscales carecen de fuerza. Por ello, necesitamos un marco de prevención y resolución de crisis más eficaz para la eurozona, que fortalezca las previsiones preventivas y correctivas del pacto. Las sanciones para los países de la eurozona que infringen seriamente las reglas de la UME deben tener efecto mucho más rápidamente y con menos discrecionalidad política y deben ser más severas. Alemania y Francia han propuesto medidas de crédito y gasto más severas, respaldadas por duras sanciones semiautomáticas a los gobiernos que no las cumplan. Se deben congelar los fondos de la UE y suspender los derechos de voto de los países que repetidamente hacen caso omiso de las recomendaciones de reducir sus excesivos déficits y de los que manipulen las estadísticas oficiales. La unión monetaria no se diseñó para ser una panacea para los miembros de la eurozona ni para servir de modelo millonario de los especuladores financieros. Tampoco es su finalidad ser un sistema de redistribución de los países ricos a los más pobres mediante créditos más baratos para los gobiernos en la forma de eurobonos comunes o transferencias fiscales sin restricciones. La unión monetaria no tendrá éxito si algunos países tienen repetidamente déficits y debilitan su competitividad a expensas de la estabilidad del euro. La UME se diseñó para incentivar las reformas estructurales. Se suponía que los miembros despilfarradores se verían obligados por el pacto de estabilidad y crecimiento, así como por sus socios, a vivir según sus posibilidades y fortalecer así su competitividad. En cambio, el anterior gobierno socialdemócrata de Alemania debilitó el pacto cuando le convino políticamente, mientras que los países de la eurozona menos competitivos dejaron que aumentaran los salarios y que el sector público creciera, y después miraron a otro lado mientras el crédito fácil alimentaba la deuda y las burbujas de activos. No podemos impulsar el crecimiento sostenido o evitar la crisis de deuda soberana en Europa (o en cualquier otro lugar) mediante la acumulación de más deuda. Los países europeos necesitan reducir sus déficits de forma compatible con el crecimiento, pero han de reducirlos. Puede hacerse: Alemania está reduciendo su carga de deuda a niveles sostenibles mientras fortalece sus perspectivas de crecimiento a largo plazo. Su experiencia en la reducción del déficit favoreciendo el crecimiento, junto con sus sugerencias para fortalecer el marco fiscal de Europa, podrían servir de modelo para la gobernanza económica europea. *Ministro de Finanzas alemán LA VANGUARDIA. 3-1-2011

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