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Angela Merkel va a Atenas

La Canciller alemana Angela Merkel, de visita en Atenas esta semana por invitación del Primer Ministro Antonis Samaras, tuvo la oportunidad de ver el sufrimiento y la ira de los griegos de primera mano, resultado de las políticas presupuestarias impuestas a cambio de un rescate de la Unión Europea en la crisis de la deuda. Ella misma ha reconocido los sacrificios que los griegos ya han hecho, sin embargo insistió en que sólo más austeridad puede conducir a mejores días. No puede estar más equivocada.Como actor dominante de las decisiones sobre política económica de la Unión Europea, la Sra. Merkel posiblemente ha ejercido más poder sobre Grecia durante los últimos tres años que cualquier primer ministro griego. Tres años de recortes de gastos en Grecia, impuestos en gran parte por su insistencia, han reducido el PIB en un asombroso 25 por ciento y arruinado a sus partidos políticos tradicionales. Decenas de miles de personas salieron a las calles el martes para protestar por la política de la señora Merkel. En una conferencia de prensa conjunta con el Sr. Samaras, la Sra. Merkel adoptó un tono conciliador, pero la sustancia política se mantuvo sin cambios, a pesar de que las evidencias refutan su postura. Recortes severos de gastos y servicios públicos no han logrado reducir significativamente el déficit presupuestario de Grecia o una menor carga de la deuda como porcentaje del PIB, debido su rápida contracción. La contracción económica ha dado un bocado enorme a los ingresos tributarios y obligado a gran parte de la fuerza laboral a caer en el paro forzoso. Un país que no trabaja no puede pagar sus deudas y no puede ofrecer mucha esperanza para el futuro. El desempleo oficial es ahora de un 24%, y del 50% entre los jóvenes.Siguiendo el ejemplo de Alemania, los prestamistas oficiales –la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional– ahora insisten en un paquete de más de 17 mil millones de dólares en nuevos aumentos de impuestos y recortes de gastos, y una nueva ronda de reformas políticamente difíciles antes de soltar la próxima entrega de 40 mil millones de dólares de dinero del rescate. A menos que reciba el pago del próximo mes, Grecia podría verse forzada a declararse en quiebra.Los recortes presupuestarios y las reformas que las instituciones europeas están ahora exigiendo podrían resultar explosivas en Atenas. Los votantes griegos están hartos de un escandaloso stablishment político griego que vota imponer sacrificios pero usa su influencia política para protegerse de ellos. Los votantes están abandonando a los partidos moderados de centro en número creciente, acudiendo en masa a alternativas radicales de extrema izquierda, como Syriza, ahora el principal partido de oposición, y los matones de calle de Amanecer Dorado en la extrema derecha.Hay formas más aceptables para ayudar a Grecia a alcanzar sus objetivos de reducción del déficit, como darle cuatro años en lugar de dos para cumplir con esos objetivos o negociar las amortizaciones de la deuda de las instituciones oficiales griegas, como se hizo antes con los prestamistas privados.Cualquiera de estas tácticas puede dar el señor Samaras un poco más de espacio para respirar. Pero lo que realmente se necesita es abandonar la idea de que solo con austeridad podrá salir la zona euro de la recesión y la crisis de la deuda. La Sra. Merkel no parece querer dedicar mucho tiempo reflexionando sobre la crisis económica y política de Grecia. Pero sin un más sabio liderazgo alemán, el futuro del euro y de la propia Unión Europea se ve cada vez más sombrío.

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