Álvaro Pombo (Santander, 1939) es un «lujo» dentro del universo literario español. Cerca ya de los setenta años, y con una obra inmensa e indiscutible a sus espaldas, se mantiene en la brecha como un adolescente que aún tuviera por delante el objetivo de «comerse el mundo». No hace ni un año que presentó su candidatura al Senado por UPyD, y ahora vuelve al escenario literario con un nuevo libro de poesía («Los enunciados protocolarios») y una nueva novela: «Virginia o el interior del mundo».
Entre otros muchos logros de su oderosa y singular narrativa, Pombo se ha caracterizado siempre por su capacidad para crear personajes femeninos hondos y perdurables. Sólo por mencionar algunos, destacaría la María de “Metro de platino iridiado” (1990, Premio Nacional de la Crítica), la narradora sin nombre explícito de “Donde las mujeres” (1996, Premio Nacional de Narrativa) o la más reciente protagonista de “La fortuna de Matilda Turpin” (Premio Planeta, 2006). No se si es casualidad, pero es curioso que cada vez que Pombo construye a una de sus “heroínas” literarias, le llueven los premios. Aunque lo más probable es que ello se limite a poner en evidencia la maestría del santanderino en una faceta de su quehacer que domina a la perfección.Vuelve Pombo pues a ese terreno tan familiar en su última novela, pero no para repetirse, sino para innovar, para plantearse un nuevo reto, que es en definitiva lo que le va. Y vuelve también a Santander, el mundo de su pasado, de su memoria y el escenario de tantas de sus novelas.Aunque en esta novela, Pombo no se limita a “tirar” de memoria, pues la acción se enmarca en los años veinte, cuando la ciudad santanderina se convirtió en residencia vacacional de Alfonso XIII, y la tradicional sociedad rural quedó eclipsada por una nueva burguesía comercial, financiera y de servicios, deseosa de explotar los beneficios turísticos y de todo tipo que acarreaba la presencia real. Pombo recrea magistralmente la trama social que se desarrolla en el marco de ese nuevo contexto, así como los nuevos conflictos ideológicos y culturales que la acompañan, entre ellos una sorda lucha entre una nueva concepción materialista de la vida y la irrupción de un aire de radical espiritualidad que trata de oponerse a aquélla.En este bullicioso contexto, Pombo despliega la figura de Virginia, una muchacha rebelde atraída por las incipientes utopías socialistas y protagonista de una historia de fidelidad al recuerdo imborrable de un amor de juventud. Una fidelidad que va más allá de la vida y la muerte y que le lleva a ponerse en manos de unos espiritistas para lograr mantener el contacto con su amado.Junto a la figura de Virginia, Pombo hace un gran despliegue de personajes secundarios, todos perfectamente dibujados y engarzados en una trama ágil y muy bien construida, narrada con precisión, contención y un deje de ironía, comprensiva más que cruel, aunque eso no quiere decir que el autor se muerda la lengua siempre y no deje algún que otro registro irreverente. No cabe duda de que con “Virginia y el interior del mundo”, Pombo ha elaborado una novela de importantes registros, en la que subyacen –como él mismo se ha adelantado a reconocer– influencias destacadas del romanticismo tardío y más explícitas de autores como Henry James o Reiner Maria Rilke. En todo caso es una obra que se sitúa plenamente en la creencia de Pombo de que nuestra existencia, individual y colectiva, “se orientan hacia el misterio”.