Algunas lecciones de la campaña de Libia

«La intervención no es un éxito europeo. La iniciativa polí­tica salió del Palacio del Elí­seo y Downing Street, no de la Unión Europea. Alain Juppé lo dijo a su manera: «Somos nosotros, Francia y Gran Bretaña, los que hemos hecho el trabajo». Londres y Parí­s, no Europa como tal. í‰sta, confí­a Alain Juppé en privado, es en polí­tica exterior, una «organización no gubernamental humanitaria», la mayorí­a de cuyos miembros no querí­an una acción militar en Libia.»

Londres y París, no han sido caaces de operar sin el apoyo de los Estados Unidos –esencial al inicio para diezmar las defensas antiaéreas de Libia, esencial en los últimos días con los ataques de los drones y, finalmente, decisivo en toda la campaña de inteligencia. Francia y Gran Bretaña han asegurado, con éxito, la mayor parte de los ataques aéreos. Sin embargo, cuando Estados Unidos limitó su número de salidas unas pocas semanas después del inicio de las operaciones, su retirada puso de manifiesto la incapacidad de los europeos para impulsar solos la campaña de Libia: falta de municiones, de inteligencia, dependencia total en relación con la logística de la OTAN. (LE MONDE) DEUTSCHE WELLE.- El "superaño" electoral alemán sigue trayendo dolores de cabeza a Angela Merkel: el partido de la canciller sufrió una dura derrota en el estado federado de Mecklemburgo-Antepomerania donde volvieron a imponerse los socialdemócratas. La sexta de siete elecciones regionales previstas este año en Alemania confirmó la tendencia de las anteriores: un retroceso de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, la debacle de su socio de gobierno, el Partido Liberal (FDP), el avance de los socialdemócratas (SPD) y la consolidación de Los Verdes como tercera fuerza del país. Francia. Le Monde Algunas lecciones a extraer de la campaña de Libia Alain Frachon Certezas: la intervención occidental en Libia llevó a la caída de uno de los regímenes más crueles de la región y dio vida renovada a una "primavera árabe" en proceso de desaceleración. Sacudido por una intifada que ya había hecho caer al egipcio Hosni Mubarak y al tunecino Zine El-Abidine Ben Ali, todos los autócratas de Oriente Medio tenían sus ojos fijos en Trípoli. Ellos estaban esperando una señal, el anuncio de un cambio de tendencia, el inicio de una vuelta atrás. Con el aplastamiento de la rebelión de Libia, Muammar Gaddafi, probablemente habría firmado el final de la "primavera árabe" – especialmente en Siria. Hubiera sido un gran acontecimiento. En este sentido, la intervención occidental en Libia tiene implicaciones más allá de las fronteras de este pequeño país. Sin embargo, también tiene sus limitaciones, que llevan a sacar una doble lección del caso libio. 1. La operación llevaba a cabo en Libia no es trasplantable. Fue producto de circunstancias especiales. En marzo, Francia y Gran Bretaña tomaron en serio las amenazas de Gaddafi. Hacía dos semanas que había empezado a reprimir con sangre la rebelión contra su decadente dictadura. Anunció que sus tropas llevarían a cabo un "baño de sangre" en la ciudad de Bengasi, bastión de la oposición. Para quien conociera un poco el terror que el clan Kadhafi ha hecho reinar durante cuarenta y dos años, no quedaba duda alguna: los hombres del Guía, ese Nerón post-moderno, habrían cometido sin dudarlo una masacre. En el mundo árabe-musulmán, ¿qué dirían de la pasividad occidental – y en particular la de los vecinos europeos? Londres y París estimaban también que tenían algo por lo que ser perdonados: "Se nos reprochó el retraso en el apoyo desde que se desencadenaron las protestas de la primavera árabe", dijo Alain Juppé, ministro de Asuntos Exteriores, a Le Parisien el 27 de agosto. Los Estados Unidos se unieron a la posición de británicos y franceses: es necesario intervenir. Con la abstención de China y Rusia –convencidos de que los días de Gadafi estaban contados–, la ONU se comprometió, en nombre de la protección de los civiles. El resto es historia: el régimen de Trípoli resistió más de lo esperado. Hace sólo dos semanas, la prensa cuestionaba el estancamiento de Occidente, hoy en día da la bienvenida a David Cameron, Nicolas Sarkozy y Barack Obama. La tragedia de Irak y el estancamiento en Afganistán han empañado singularmente la idea del intervencionismo liberal, según la expresión inglesa. El éxito parcial hallado en Libia la rehabilita un poco. Sin embargo, el peligro sería derivar de ello una doctrina, una jurisprudencia. No hay ninguna. Lo que ha funcionado aquí es una experiencia singular. En Siria, la oposición, por realismo, no ha elegido el camino de las armas como en Libia ya que no controla grandes ciudades, como era el caso Bengasi en el este de Libia y hace un llamamiento a un boicot total del régimen Damasco, no a una intervención armada extranjera. Por último, Bashar al-Assad es, hasta la fecha, un protegido de China y Rusia: imposible movilizar a la ONU en su contra. 2. La intervención no es un éxito europeo. La iniciativa política salió del Palacio del Elíseo y Downing Street, no de la Unión Europea. Alain Juppé lo dijo a su manera: "Somos nosotros, Francia y Gran Bretaña, los que hemos hecho el trabajo". Londres y París, no Europa como tal. Ésta, confía Alain Juppé en privado, es en política exterior, una "organización no gubernamental humanitaria", la mayoría de cuyos miembros no querían una acción militar en Libia. Las dos naciones europeas que, junto con Londres y París, aún tienen algo de poder militar, Alemania y Polonia, se han negado a participar en la intervención. Entre los que jugaron un papel, sólo Dinamarca y Bélgica (miembros de la Unión Europea y la OTAN) y Noruega (miembro de la OTAN sólo) llevaron a cabo misiones de bombardeo junto a los pilotos británicos y franceses. Estos últimos no han sido capaces de operar sin el apoyo de los Estados Unidos –esencial al inicio para diezmar las defensas antiaéreas de Libia, esencial en los últimos días con los ataques de los drones y, finalmente, decisivo en toda la campaña de inteligencia. Francia y Gran Bretaña han asegurado, con éxito, la mayor parte de los ataques aéreos. Sin embargo, cuando Estados Unidos limitó su número de salidas unas pocas semanas después del inicio de las operaciones, su retirada puso de manifiesto la incapacidad de los europeos para impulsar solos la campaña de Libia: falta de municiones, de inteligencia, dependencia total en relación con la logística de la OTAN. Sin Estados Unidos, el inicio de defensa europea que es la alianza franco-británica no pesa mucho. Y esto no dejará de tener consecuencias. Si Estados Unidos, como parece probable, redirige en el futuro la mayor parte de su aparato militar hacia Asia, la OTAN se arriesga a convertirse en un cascarón vacío. Está bien el eterno proyecto de dotar a la UE de su propio Centro de Mando Operativo, pero los británicos se dedican desde el principio a sabotearlo. La verdad es simple: la mayoría de los países de la UE carecían de voluntad política para intervenir en Libia; con la excepción de Francia y Gran Bretaña, tampoco tenían medios militares. La historia registrará que el régimen de Muammar Gaddafi, cayó a manos de los rebeldes libios, victoria que probablemente no habría alcanzado sin el apoyo de una coalición diversa con cuatro pilares: Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y un país árabe, Qatar (apoyo financiero, político y militar). Parece cualquier cosa, menos un éxito de Europa. LE MONDE. 1-9-2011 Alemania. Deutsche Welle Merkel sufre un nuevo revés electoral en comicios regionales Los socialdemócratas ganan cómodamente los comicios regionales en el estado federado de Mecklemburgo-Antepomerania: otro duro revés para el partido de la canciller Angela Merkel. El "superaño" electoral alemán sigue trayendo dolores de cabeza a Angela Merkel: el partido de la canciller sufrió una dura derrota en el estado federado de Mecklemburgo-Antepomerania donde volvieron a imponerse los socialdemócratas. La sexta de siete elecciones regionales previstas este año en Alemania confirmó la tendencia de las anteriores: un retroceso de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel, la debacle de su socio de gobierno, el Partido Liberal (FDP), el avance de los socialdemócratas (SPD) y la consolidación de Los Verdes como tercera fuerza del país. Termómetro Mecklemburgo-Antepomerania Según las primeras proyecciones oficiales, la Unión Cristianodemócrata de Merkel (CDU) registró el peor resultado en el "Land" donde la canciller pasó su infancia y obtuvo un 23,8 por ciento de los votos, cinco puntos menos que en los comicios de 2006. El gobernante Partido Socialdemócrata (SPD) avanzó casi siete puntos y logró un 36,8 por ciento de los votos, con lo que su candidato y actual jefe de gobierno, Erwin Sellering, se mantendrá en el cargo otro mandato. El otro gran ganador de la jornada fue el partido de Los Verdes, que con un 8,4 por ciento de los votos entró por primera vez en el hemiciclo del estado, tiene ahora representación en los 16 parlamentos regionales del país y se confirma como tercera fuerza nacional. Por el contrario el Partido Liberal (FDP), socio en la coalición nacional de Merkel, quedó fuera del parlamento con sólo un 3,2 por ciento y profundiza la imparable pérdida de popularidad que viene sufriendo este año. Los liberales se situaron incluso por debajo del partido neonazi NPD, que en contra de lo anunciado por las encuestas volvería a tener representación en el parlamento de la capital del "Land", Schwerin, con un 5,5 por ciento de los votos. ¿Quién será el socio de coalición? En la práctica, Sellering iniciará ahora una ronda de consultas para definir si prolonga la actual coalición de gobierno con la CDU de Merkel o si reedita la alianza con La Izquierda (17,2 por ciento) con la que el SPD gobernó de 1998 a 2006. La derrota en Mecklemburgo-Antepomerania, una de las regiones más pobres y despobladas de Alemania, podría dejar así a la CDU fuera del gobierno local y convertir el llamado "superaño electoral" -con elecciones en siete estados- en una pesadilla para Merkel. La CDU perdió el poder en Hamburgo y en su feudo histórico de Baden-Württemberg, mientras que en Bremen y Renania-Palatinado no pudo desbancar a los socialdemócratas del gobierno. En Sajonia-Anhalt perdió muchos votos, pero consiguió mantenerse en el gobierno. La serie de elecciones termina dentro de dos semanas en Berlín, donde se da por hecho otra victoria del SPD. Poca población, poco trabajo Mecklemburgo-Antepomerania, el estado al que Merkel se trasladó desde Hamburgo con su familia cuando era niña y donde pasó buena parte de su infancia, es una de las regiones más pobres de Alemania. Ubicado en el extremo noreste del país y en territorio de la extinta Alemania comunista, se ha beneficiado poco del buen momento que atraviesa la primera economía europea. Con uno de los niveles más altos de desempleo -poco más del 12 por ciento, frente al siete por ciento nacional- su densidad demográfica es la más baja de Alemania. Bañado por las aguas del Mar Báltico y con un paisaje lacustre en el interior, este "Land" vive en gran parte del turismo, pero carece de grandes industrias. La falta de perspectiva empujó a muchos jóvenes a los brazos del neonazi NPD, que ya en 2006 había ganado más del siete por ciento de los votos y que hoy volvió a obtener escaños. DEUTSCHE WELLE. 4-9-2011

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