Cine

Álex y sus descargas

La honestidad y la transparencia impregna el discurso de este bilbaí­no de 43 años, responsable de algunas de las mejores y más taquilleras pelí­culas españolas de la última década, que se prepara para tomar posesión de su cargo. Afirma que su polí­tica va a estar marcada por la conciliación, es el momento de «hacer piña», y también por el acercamiento de la Academia al público, con su entrada en universidades e instituciones públicas. Pero lo que más sorprende es su discurso en relación al uso de Internet para las descargas: defiende la proliferación de descargas legales a alta calidad, y la total despenalización de los usuarios. Por el contrario apunta a los que se benefician de la ilegalidad, las compañí­as de telecomunicaciones.

“Yo también me he descargado elículas”, afirma tranquilo Álex de la Iglesia. Una sentencia que podría ser polémica, si no fuera porque es la máxima expresión de la evidencia, sin embargo, la descarga de contenidos audiovisuales puede tener dos caras: La de promocionar gratuitamente productos televisivos, o lanzamientos de producciones que no cuentan con grandes campañas publicitarias; pero también el declive económico de las productoras y profesionales que arriesgan su capital, y luego no pueden recoger los frutos. Ante esto De La Iglesia está haciendo gala de una reconfortante sensatez: “El problema no son los internautas, ni Internet, son las compañías. Me parece idiota penalizar a los usuarios. Hay que pensar quién se lleva el beneficio. Quiero encontrar una solución a que haya cada vez más productoras que cierren. No todos tenemos la suerte de ser Radiohead y poder regalar nuestro trabajo a los fans.” El director vasco renuncia al victimismo del cine español, y rechaza el concepto de “crisis permanente”. Se apoya en el éxito que nuestros cineastas cosechan en el extranjero para defender la calidad de nuestro cine, que según sus palabras “más que de farandulistas está hecho de currelas”. Un bilbaíno de la margen izquierda, trabajador hasta la medula, cuya contundente oposición al nacionalismo étnico da una buena pista de el ADN ideológico del que está hecho, que pretende acercar la Academia a la gente, cortar por lo sano con el divorcio entre cine español y público. “Estaremos en Facebook y Twitter y conectados con todo el mundo. Voy a hacer que los making of se cuelguen en el portal de la Academia y obligaré a que los actores hagan entrevistas y se mantengan en contacto con el público mientras están rodando. También quiero desterrar para siempre obsesiones ridículas como la de las subvenciones. Lo que se subvenciona no soprepasa el 30% de una película. Y el dinero te lo dan al año o dos. Me gustaría que la protección de las naranjas tuviera la misma repercusión.” Ahí queda eso.

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