Alerta roja en el paro joven

La inmensa mayoría de los jóvenes no cobramos más de 1.000 euros al mes. La actual “recuperación económica” se ha traducido en que el 95% de los contratos sean precarios. Una situación que no solo afecta a nuestro presente, sino también a nuestro futuro: los actuales sueldos serán las futuras pensiones.

Los jóvenes somos el grupo social más afectado por la crisis y los recortes desde 2007, junto con los desempleados mayores de 45 años. Tras el avance en la “recuperación económica” se oculta en realidad un retroceso en la situación laboral de los jóvenes en temporalidad, sueldos y condiciones. Más de la cuarta parte de los jóvenes menores de 25 años no tiene empleo, y los que trabajan lo hacen de forma precaria.

Según el último estudio de UGT, el descenso del desempleo no está ligado al aumento de puestos de trabajo estables, sino al considerable incremento de empleos temporales de entre tres y seis meses. En concreto el año pasado nueve de cada diez contratos, el 91,8%, fueron temporales.

Esto ha generado un amplio debate social, siendo una de las principales ideas difundidas por el anterior Gobierno del PP que “la contratación a tiempo parcial beneficia a la juventud, al permitir la compatibilización de los estudios y el trabajo”, pero nadie nos ha preguntado. La contratación a tiempo parcial no es voluntaria, es casi la única opción. Se ha desplegado un abanico gigante de posibilidades con empleos sin garantías y con sueldos más que precarios, el 40% de los jóvenes cobran salarios iguales o inferiores a los 12.000 euros brutos anuales y 750 netos. Tal como sitúa el último dato de la Encuesta Anual de Estructura Salarial, el sueldo medio de un joven en 2015 era de 13.637,49 euros, un 11% menos que en 2008.

El origen de la generación nini

La recuperación no solo ha echado del mileurismo a los trabajadores menores de 25 años; somos además el colectivo con remuneraciones más bajas respecto al resto de población. Esta brecha salarial y social, que la OCDE ha catalogado como la más pronunciada del país, afecta también a los jóvenes más formados ascendiendo a un 30% los titulados en máster que ganan menos de 1.000 euros al mes.

La actual situación, que afecta a toda la población joven en mayor o menor grado, ha llevado a más de 400.000 de ellos a emigrar desde el inicio de la crisis (la ya conocida “fuga de cerebros”), a más de 300.000 a prorrogar sus estudios a la espera de tiempos mejores y a que más de 600.000 los compaginen con su ocupación.

Estas son algunas de las consecuencias de los recortes iniciados en 2010, que se han intensificado duramente en los últimos años y que ha generado una situación para los jóvenes en la que “ni podemos trabajar, ni podemos estudiar”. No solo somos uno de los sectores más golpeados por la crisis, además desde los grandes medios de comunicación nos señalan como los principales responsables: una “juventud perdida” sin intereses ni expectativas. Pero si ponemos luz sobre los verdaderos datos hay números alarmantes; que el 37,6% de los jóvenes de 16 a 29 años esté en riesgo de pobreza y exclusión social (según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza), es expresión de los limitados recursos y escasas alternativas de futuro que nos han impuesto las políticas de recortes.

No es país para viejos… ni para jóvenes

Los jóvenes nos enfrentamos a un presente inestable pero también nuestro futuro está en juego, las precarias condiciones laborales se transformarán en pensiones de miseria en unas cuantas décadas. Las movilizaciones de los últimos meses han conseguido, antes de la moción de censura, que el PP se comprometiese a retrasar hasta 2023 el llamado factor de sostenibilidad, que establece una relación inversamente proporcional entre la esperanza de vida y el valor de las pensiones, provocando la reducción de las futuras. Esto, que afecta la gran mayoría social, hace urgente que todas las generaciones exijamos blindar las pensiones en la Constitución, que ningún gobierno las pueda recortar o privatizar. En abrir paso y llevar adelante esta alternativa los futuros pensionistas jugamos un importante papel, pues “la juventud es la fuerza vital más activa de la sociedad”.

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