Acuerdos y concesiones en Singapur

Es un encuentro histórico. Desde 1953 nunca antes EEUU y Corea del Norte se habían dado la mano. Aunque sin concretar etapas ni hoja de ruta, Pyongyang se ha comprometido a la «completa desnuclearización de la península coreana». Y EEUU se ha comprometido a suspender las maniobras militares en Corea del Sur. Es la llamada «doble suspensión», el camino propuesto por Pekín para avanzar en la distensión.

Tras meses de deshielo entre las dos Coreas y de movimientos diplomáticos entre Washington y Pyongyang, finalmente se ha producido. Trump y Kim Jong-Un se daban un largo apretón de manos en Singapur, celebrando un encuentro que pese a su carácter más simbólico que práctico, significa un enorme éxito para los esfuerzos pacificadores de la península coreana.

Ambos líderes se reunieron a puerta cerrada durante 45 minutos. De ese encuentro y del de sus principales asesores con los norcoreanos salió un documento conjunto, que tiene cuatro puntos. Los tres primeros se comprometen al restablecimiento de relaciones diplomáticas, regreso a la paz en una península formalmente en guerra y a la desnuclearización. Por mucho que no fijen fechas, tienen un enorme valor, ya que EEUU y Corea del Norte llevan enfrentados siete décadas. El cuarto es un compromiso de orden humanitario, aunque muy concreto respecto a la recuperación y repatriación de los restos de los prisioneros de guerra y desaparecidos.

No hay hoja de ruta ni calendario concreto para que Corea del Norte se deshaga de sus armas nucleares. Pero el hecho es que Pyongyang ya ha hecho gestos en esa dirección, destruyendo su principal centro de pruebas atómicas hace semanas.

El hecho es que las principales concesiones, antes y durante la cumbre, las ha hecho Washington. EEUU ha rebajado considerablemente el tono de sus exigencias. Hace unos meses exigía el desarme nuclear de Corea del Norte de manera “completa, verificable e irreversible” como condición previa antes de dar ningún tipo de paso, incluida la celebración de un encuentro. Ahora el encuentro se ha producido, y además la diplomacia norteamericana ha reconocido que el desarme norcoreano «requerirá un proceso más o menos largo». Aunque la meta final sea la misma, el terreno de negociación es el que quería Pyongyang.

Pero con mucho, la concesión principal por parte de Trump ha sido el compromiso de que que “no habrá más juegos de guerra” en Corea del Sur, refiriéndose a las maniobras anuales entre la US Navy y la marina surcoreana, cuya suspensión lleva exigiendo el Norte desde hace décadas. El propio Trump dijo que estas maniobras son “muy provocativas” y afirmó que “bajo las actuales circunstancias, es inapropiado realizar juegos de guerra” y que su suspensión “es algo que apreciará (Corea del Norte)”. Además, remarcó que la suspensión de los ejercicios supondrá “un tremendo ahorro” para EEUU.

Si alguien consulta las hemerotecas, podrá confirmar que lo que ha avanzado en Singapur es exactamente el camino de la «doble suspensión» que China lleva años promoviendo como salida a la tensión de la península de Corea. Es decir: que Pyongyang renunciara a pruebas nucleares y balísticas y que desmantelara su programa atómico, a cambio de que Washington renunciara a las maniobras militares conjuntas con Seúl y avanzara en la desmilitarización de la península.

Por supuesto, EEUU ha dicho que no va a reducir su presencia en Corea (28.000 soldados en la península y decenas de naves de guerra en sus aguas). Pero el mero hecho de suspender los «juegos de guerra» es una importante concesión. Así lo valoran varios medios norteamericanos. En un artículo titulado «Trump fue superado en Singapur», el New York Times empieza diciendo «la suspensión de ejercicios militares con Corea del Sur está en la cima de las concesiones más amplias de la cumbre”, además de “la legitimidad que la cumbre brinda a su homólogo, Kim Jong-Un”

Porque efectivamente, ese es otro efecto de la reunión de Singapur. El régimen norcoreano acaba de dejar de ser un paria internacional. «A cambio de estas concesiones, Trump parece haber ganado sorprendentemente poco. Parecía creer que había logrado algún acuerdo notable, pero las concesiones eran todas suyas», afirma el diario neoyorquino, tradicional portavoz de amplios sectores de la burguesía monopolista yanqui.

Trump ha insistido en que se mantiene inamovible en su objetivo de «desnuclearización completa, irreversible y verificable» de Pyongyang, y que las sanciones económicas contra el régimen de Kim Jong-Un se mantendrán hasta que eso pase. Pero el mantenimiento de estas sanciones ya no está en sus manos, sino en las de China. Y Pekín, que ve como la paz avanza en la península de acuerdo con sus esfuerzos y su estrategia de la doble distensión, no tiene ya interés en aplicar las sanciones de modo estricto.

Prudencia

El balance concreto es que la paz y la estabilidad han ganado terreno en Singapur. Trump ha tenido que celebrar esta cumbre porque los movimientos diplomáticos de Pyongyang, Seúl y Pekín de los últimos meses le han obligado. De lo contrario, Washington corría el riesgo de quedar relegado a un espectador de los acontecimientos en la península de Corea, y a seguir perdiendo la iniciativa. Con esta cumbre, a pesar de las concesiones, EEUU está de nuevo dentro del proceso. Y eso refuerza su capacidad de condicionarlo, bloquearlo o sabotearlo.

La presencia militar yanqui en Corea del Sur tiene máxima importancia geopolítica: es su cabeza de puente en el Extremo Oriente. Cualquier proceso que ponga en cuestión a las tropas y bases de USA en la península es inaceptable para Washington, y más ahora: abriría un boquete en el cerco que intenta levantar contra China. Tarde o temprano ese antagonismo se manifestará.

Si algo ha demostrado la superpotencia norteamericana (y más aún la administración Trump) es su capacidad de virar 180º en las negociaciones. Los pueblos del mundo deben mantener la cautela.

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