Selección de prensa internacional

Alemania se desví­a de Europa

«¿Qué le ocurre a Alemania?», se pregunta el ex ministro de Asuntos Exteriores alemán Joschka Fischer, en el artí­culo publicado en The Guardian que reproducimos. Su respuesta es que, en Berlí­n, «nadie parece entender la pregunta». Para Fischer, sin embargo, la pregunta está relacionada con las dudas que despierta Alemania por la reacción que está teniendo ante la crisis y lo que parece ser una profunda revisión de su polí­tica y su papel en la Unión Europea.

Fischer sintetiza en su artículo los motivos de reocupación en las principales capitales mundiales sobre la posición alemana: desde que comenzó el desplome mundial en septiembre del año pasado con la caída de Lehman Brothers, el Gobierno alemán se ha centrado casi exclusivamente en la gestión de la crisis a escala nacional, rechazando sistemáticamente cualquier intento de adoptar un planteamiento unitario europeo. Las tensiones en las relaciones franco-alemanas han ido en aumento, la estrecha cooperación estratégica con la Rusia de Vladimir Putin ha llevado al bloqueo de un mercado común del gas en la UE,… Actuaciones que revelan, según Fischer, la aparición de una nueva forma de euroescepticismo alemán, lo que a su vez pone de manifiesto un cambio fundamental de actitud en el grueso de la clase dominante alemana.Lo que ocurre, según Fischer, es que, “veinte años después de la caída del muro de Berlín, la Alemania reunificada está empezando a advertir que también puede actuar por su cuenta”. No está hablando exactamente de un resurgimiento del nacionalismo alemán. No al menos en las formas en que lo hemos conocido históricamente. Pero sí que “la perspectiva alemana se está aproximando a la de Francia y del Reino Unido”: la UE deja de convertirse en un proyecto de futuro para pasar a ser el marco económico e institucional en el que cada una de las grandes potencias europeas afirman sus intereses nacionales. Por su parte, Martin Feldstein, actualmente profesor de economía en Harvard y que fue director del Consejo de Asesores Económicos de Ronald Reagan, abunda en la misma tesis que ya ayer comentábamos de Nouriel Roubini. Frente a las declaraciones de numerosos dirigentes políticos mundiales acerca de los brotes verdes que anuncian una inminente recuperación económica, para Feldstein, el examinar detenidamente los mismos datos en que se basan los dirigentes políticos para hacer tales afirmaciones, resulta mucho menos tranquilizador. Para él, el dato principal que hay que tener en cuenta es que el efecto de los planes de estímulo es un aumento "de una vez en el nivel de actividad, no un cambio continuo en la tasa de crecimiento". Es decir, durante un breve período de tiempo las estadísticas oficiales reflejarán un aumento temporal de la tasa de crecimiento, una vez agotado el impulso ocasional del estímulo “no hay nada que pueda hacer que la mayor tasa de crecimiento continúe en los trimestres siguientes”. Por último, el Global Times de China revela una sorprendente información acerca de que uno de los primeros movimientos del nuevo gobierno indio –políticamente fortalecido tras la recientes elecciones– ha sido el desplazamiento de 60.000 soldados a las regiones fronterizas con China, objeto de históricas disputas entre ambos países y que en los años 60 llegaron a desatar, incluso, una pequeña guerra. Mientras el gobernador indio de la región saludaba la llegada de las tropas para “cumplir con los futuros retos de seguridad” hacia China, el primer ministro hindú afirmaba que es la demostración de que India no hará “ninguna concesión a China en las disputas territoriales”. Para Global Times, el objetivo de un movimiento agresivo de este tipo por parte india hay que entenderlo desde la perspectiva de las ganancias que el gobierno hindú pretende sacar de su no adhesión, por el momento, al círculo de presión que EEUU y Japón mantienen sobre China. La inclusión de India en esta estrategia, desde luego, alteraría gravemente la correlación de fuerzas en la región asiática y, al parecer, el reforzado gobierno indio pretende convertir su neutralidad en este asunto un arma negociadora para obtener concesiones de Pekín en sus disputas territoriales. Reino Unido. The Guardian LA DESVIACIÓN DE ALEMANIA RESPECTO DE EUROPA Joschka Fischer “¿Qué le ocurre a Alemania?”, se pregunta con frecuencia cada vez mayor a uno y otro lado del Atlántico. Sin embargo, en Berlín nadie parece entender la pregunta. Las dudas sobre el papel de Alemania tienen mucho que ver con la actual crisis financiera y económica y también con la debilidad de la Unión Europea y sus instituciones. Desde que fracasaron los referéndums sobre la constitución europea y sobre el tratado de Lisboa, la UE ha estado funcionando con el piloto automático, dirigida por sus burócratas. Con veintisiete miembros y sin reforma de las instituciones y los procedimientos, los procesos de la UE se han vuelto angustiosamente ineficientes. Las crisis son también momentos de la verdad siempre, porque exponen implacablemente los puntos fuertes y los débiles de todos los participantes afectados. Por esa razón, lo que Europa necesita ahora no es la dirección de una Comisión de la UE débil ni de ninguna otra institución europea, sino de las capitales de sus más importantes países miembros. Como siempre que están en juego asuntos económicos y financieros importantes, se mira a Alemania, la mayor economía de la UE, pero lo que se ve confunde, porque Alemania se está negando claramente a dirigir. Es cierto que Alemania se ha visto afectada muy duramente por la crisis económica, pero, aun así, su economía es más fuerte que nunca, después de las difíciles pruebas de la reunificación y la necesaria reforma del mercado laboral y del sistema de asistencia social del país. Lo que asombra a nuestros vecinos y socios –y causa cada vez mayor recelo– es que desde el comienzo del desplome mundial del pasado mes de septiembre, el Gobierno alemán se ha centrado casi exclusivamente en la gestión de la crisis nacional y ha rechazado todos los intentos de adoptar un planteamiento europeo. Añádase a ello las palpables tensiones en las relaciones franco-alemanas, el bloqueo de un mercado común del gas en la UE, la estrecha cooperación estratégica con la Rusia de Vladimir Putin, etcétera, y se multiplican los motivos de preocupación sobre Alemania. No es simplemente que en Berlín haya miedo de que cualquier solución europea sea mucho más onerosa para Alemania y requiera mucho más tiempo; esta nueva forma de euroescepticismo alemán revela también un cambio fundamental de actitud entre una abrumadora mayoría de la minoría política y económica selecta de Alemania. El cambio resulta evidente si formulamos una pregunta sencilla: ¿seguiría siendo posible hoy abandonar el marco alemán e introducir el euro como moneda común? La respuesta es un no rotundo. Independientemente de si se trata de la Canciller Angela Merkel o del ministro de Asuntos Exteriores Frank Steinmeier, esa respuesta resuena por todo el espectro político y se da independientemente de qué partidos o personas formen el gobierno. A raíz del cambio de guardia después del fin de la coalición verdirroja de Alemania, ha ido produciéndose gradualmente un cambio fundamental de actitud. Ya no se ve a Europa como el proyecto fundamental en la política alemana en el que se esté dispuesto a invertir una parte esencial del capital político propio… y por tanto del futuro propio. Más bien lo que ocurre es que, veinte años después de la caída del muro de Berlín, la Alemania reunificada está empezando a advertir que también puede actuar por su cuenta. Naturalmente, el problema es que se trata de un enorme malentendido. Casi todos los partidos democráticos consideran que la de Alemania con Europa es una relación funcional, pero, si bien Europa sigue siendo sin duda importante para afirmar los intereses nacionales y los comunes, ya no es un proyecto para el futuro. De modo que la perspectiva alemana se está aproximando a la de Francia y del Reino Unido: cada vez se ve más a la UE como marco y condición previa para afirmar los intereses nacionales, en lugar de como un fin en sí misma. Las razones para ese profundo cambio son evidentes: la reunificación y la resolución histórica de la –hasta ahora pendiente– “cuestión alemana”; el fracaso de la constitución de la UE y, por tanto, de la concepción europea; la debilidad institucional de una UE ampliada con 27 miembros; y la ineficiencia y lentitud cada vez mayores de las instituciones de la UE. Así, pues, ¿volverá Alemania a optar por el nacionalismo? Todos los protagonistas políticos en Berlín rechazan, muy indignados, esa acusación. De hecho, no existe estrategia ni plan básico algunos con vistas a un regreso al nacionalismo. El cambio fundamental en la política europea de Alemania está sucediendo, simplemente: como resultado de un proceso que casi podría denominarse “orgánico”. Como tal, la deriva de la política alemana que se manifiesta, por ejemplo, en una negativa a dirigir en la presente crisis no es una mejora precisamente. Constituye una falsa ilusión estratégica de los Estados miembros grandes la de que pueden defender su situación sin esa imperturbable entidad llamada Europa. Al fin y al cabo, ¿acaso puede Alemania permitirse de verdad el lujo de dejar que fracase la ampliación de la UE a la Europa oriental? ¿Acaso puede permitirse el lujo de una crisis mortalmente peligrosa del euro, de un mercado común puesto en peligro por el proteccionismo en aumento o de que Rusia se inmiscuya en los asuntos de los países de la Europa oriental vecinos de la UE? ¿Acaso puede aplicar de verdad una política nacional independiente en el Oriente Medio y en África o desempeñar un papel eficaz para revolver asuntos mundiales, desde la lucha contra el cambio climático hasta la creación de un nuevo orden financiero? Formular esas cuestiones –y muchas más– es responderlas: sólo una UE fuerte, fundamentalmente más integrada, puede lograr todo eso, pero esa UE tendrá futuro sólo si los gobiernos y los pueblos de sus Estados miembros están dispuestos a invertir en ello una parte importante de su éxito político y sus intereses nacionales, cosa que, como en el pasado, es aplicable sobre todo a Alemania, país situado en el centro del continente y que tiene la mayor población y la mayor economía de la UE y –lo que es igualmente importante– su difícil pasado. THE GUARDIAN. 10-6-2009 Egipto. Daily News ¿HA COMENZADO LA RECUPERACIÓN EN EEUU? Martin Feldstein Aunque la economía americana sigue deteriorándose, ya no reduce tan rápidamente como a comienzos de año o en las semanas posteriores al desplome de Lehman Brothers en septiembre de 2008. A ese respecto, resulta razonable decir que probablemente lo peor de la recesión ya haya quedado atrás. Pero mi interpretación de los datos disponibles no coincide con la de quienes afirman que, en realidad, la economía está mejorando y que probablemente comience en los próximos meses una recuperación cíclica sostenida. Aunque el plan de estímulo de reducciones de impuestos y mayores desembolsos estatales aplicado al comienzo de este año dará un impulso temporal al crecimiento, no es probable que veamos el comienzo de una mejora sostenida hasta el año próximo, como muy pronto. Los optimistas respaldan sus afirmaciones sobre una pronta recuperación señalando diversos datos estadísticos. Observan que está aumentando la actividad de la construcción, los precios de las viviendas están bajando más despacio, la renta personal disponible aumentó en el primer trimestre, el gasto de los consumidores está aumentando y el mercado laboral está mejorando. Pero, si se examinan detenidamente esos datos, resultan menos tranquilizadores. En todos los casos, los detalles no respaldan lo que los titulares parecen indicar. Si bien el gasto total en construcción aumentó recientemente en un mínimo 0,3 por ciento (menos que el margen de error), el gasto privado en construcción disminuyó en realidad y la construcción residencial se redujo en un más significativo 4 por ciento. Asimismo, los precios de las viviendas se redujeron a una tasa muy rápida de 18,7 por ciento en el período de doce meses hasta marzo, lo que no es significativamente menor que la reducción del 19 por ciento en los dos meses hasta febrero, y la bajada mensual más reciente correspondió a una tasa anual de más de 25 por ciento. Además, la renta personal disponible aumentó en el primer trimestre sólo porque hubo un gran aumento de las reducciones fiscales y los pagos estatales de pensiones. En cambio, los salarios, los ingresos de los trabajadores por cuenta propia, los dividendos y los intereses disminuyeron. La anomalía del aumento del consumo propulsado sólo por reducciones fiscales y pagos de prestaciones sociales concluyó en marzo, mes en el que el gasto de los consumidores se redujo a consecuencia de una reducción del empleo y la disminución de los ingresos de los trabajadores, confirmado por un descenso en las ventas al por menor en abril. Por último, el empleo sigue contrayéndose rápidamente. Aunque el ritmo de su reducción se aminoró entre marzo y abril, la mitad de esa mejora fue consecuencia de un aumento del empleo estatal, debido a la contratación de una sola vez de 60.000 empleados eventuales encargados de realizar el censo de 2010. Pero, aunque las noticias recientes no son tan alentadoras como algunos han afirmado, espero que en los próximos meses veamos algunas mejoras reales que reduzcan la tasa de deterioro económico global o haya incluso un aumento temporal de la tasa de crecimiento del PIB, gracias a las medidas de estímulo fiscal aplicadas por el gobierno de Obama. El plan de estímulo añadirá unos 60.000 millones de dólares al PIB global durante los meses de abril, mayo y junio, es decir, el 1,5 por ciento, aproximadamente, del producto trimestral, pero, cuando al final de este verano se conozcan las cifras del PIB correspondientes al segundo trimestre, los estadísticos gubernamentales anualizarán el aumento del 1,5 por ciento y añadirán el 6 por ciento al calcular la tasa de crecimiento anual. Si la actividad económica, aparte del plan de estímulo, sigue deteriorándose a casi la tasa anual del 6 por ciento registrada en los dos últimos trimestres, el impulso temporal debido al plan de estímulo bastará para hacer que el cambio del PIB esté cercano a cero o incluso sea positivo. Pero el dato principal que se debe tener presente es que el efecto de estímulo es un aumento de una vez en el nivel de actividad, no un cambio continuo en la tasa de crecimiento. Si bien el aumento de una vez figurará en las estadísticas oficiales como un aumento temporal de la tasa de crecimiento, no hay nada que pueda hacer que la mayor tasa de crecimiento continúe en los trimestres siguientes. De modo que, a final de año, habrá un nivel de PIB ligeramente mejor, pero es probable que la tasa de crecimiento del PIB regrese a la zona de cifras negativas. El efecto positivo del plan de estímulo no es, sencillamente, lo bastante importante para compensar las repercusiones negativas de una riqueza de los hogares espectacularmente menor, descensos de la construcción residencial, un mal funcionamiento del sistema bancario, que no aumenta la creación de crédito, y la espiral descendente de los precios de las viviendas. El gobierno de Obama ha formulado políticas encaminadas a contrarrestar esos efectos negativos, pero, a mi juicio, no son suficientes para dar la vuelta a la economía y producir una recuperación sostenida. Ahora bien, esas políticas son todavía procesos en marcha. Si se fortalecen en los próximos meses –aumentando la demanda, reparando el sistema bancario y parando la bajada de los precios de las viviendas–, podemos abrigar la esperanza de que en 2010 comience una recuperación sostenida. Si no, seguiremos teniendo que esperar y abrigar esperanzas. DAILY NEWS EGYPT. 7-6-2009 China. Global Times IMPRUDENTES MOVIMIENTOS MILITARES DE INDIA En los últimos días, la India ha enviado alrededor de 60.000 soldados a su frontera con China, escenario de disputas territoriales duraderas entre los dos países. J.J. Singh, el controvertido gobernador indio de la zona, dijo que la medida fue tomada con la intención de "cumplir con los futuros retos de seguridad" hacia China. Mientras tanto, el Primer Ministro indio Manmohan Singh alegó que, a pesar de la cooperación India-China, su gobierno no haría ninguna concesión a China en las disputas territoriales. La dura postura que ha tomado el nuevo gobierno de Manmohan Singh puede ganar algunos aplausos entre la población nacionalista de la India. Pero es peligroso si se basa en la falsa previsión de que China se arredrará. La India ha tenido opiniones contradictorias sobre China. Siendo otro gran país asiático, India está frustrada porque el ascenso de China haya captado gran parte de la atención del mundo. Orgullosa de su "avanzado sistema político", la India se siente superior a China. Sin embargo, se enfrenta a una decepcionante situación interna que es inestable en comparación con la de China. A India le gusta jactarse de su desarrollo sostenible, pero le preocupa que se está quedando por detrás de China. China es visto en la India como una amenaza potencial y un competidor a superar. Pero la India no pueden realmente competir con China en una serie de ámbitos, como la influencia internacional, el poder nacional en general y la escala de su economía. India al parecer todavía no está en condiciones de realizar esto. En estos días los políticos indios parecen pensar que su país estará haciendo un enorme favor de China simplemente por no unirse al "anillo alrededor de China" establecido por EEUU y Japón. El creciente poder de la India tendría un impacto significativo en el equilibrio de esta ecuación, lo que ha llevado a la India a pensar que el miedo y la gratitud por su moderación hará que China la acate hasta en las controversias territoriales. Pero esto es una ilusión, ya que China no hará ningún compromiso en sus disputas fronterizas con la India. China desea convivir en paz con la India, pero este deseo no nace del miedo. El curso que ha tomado la India sólo puede llevar a una rivalidad entre los dos países. India necesita considerar si puede o no pagar las consecuencias de un posible enfrentamiento con China. También debe preguntarse por qué no se ha forjado una relación estable y amistosa con China como la que China mantiene con muchos de los vecinos de la India, como Pakistán, Nepal y Sri Lanka. Cualquier movimiento agresivo no ayuda sin duda al desarrollo de las buenas relaciones con China. La India debería examinar su actitud y sus prejuicios, lo que necesitaría ajustar si desea cooperar con China y lograr un resultado mutuamente beneficioso. GLOBAL TIMES. 11-6-2009

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