Soros también ha dicho que «no se puede descartar un colapso del euro». El inversor saltó a la fama en 1992, cuando ganó 1.000 millones de dólares apostando contra la libra. «Ahora mismo Alemania está arrastrando a sus vecinos a la deflación, lo que amenaza en convertirse en un largo periodo de estancamiento. Y esto llevará al nacionalismo, descontento social y xenofobia. La democracia mismo podría estar en riesgo»
“Gracias a Dios or José Luis Rodríguez Zapatero”. Con esta sorprendente afirmación comienza Wolfgang Münchau, director asociado del Financial Times, su último artículo, en el que pide que se hagan públicos los problemas de la banca europea. En realidad, lo que hace Münchau es sacudirle a Alemania y a sus "vertederos de basura tóxica financiera". (EL ECONOMISTA) EL PAÍS.- El Gobierno ha logrado convalidar el decreto de reforma del mercado laboral aprobado en Consejo de Ministros la pasada semana gracias a la abstención del PP y de los nacionalistas. El resultado de la votación es reflejo de que los principales grupos parlamentarios han tomado conciencia de que la situación económica española no es solo un asunto interno. Ni el Gobierno podía persistir en una gestión de la crisis como la que desarrolló hasta el brusco viraje adoptado por Rodríguez Zapatero, ni la oposición seguir pensando que sus tomas de posición eran indiferentes a efectos internacionales. EL MUNDO.- La negociación de la reforma va a ser un auténtico test de la capacidad política de Zapatero para sacar adelante una ley clave para el futuro de la economía. Si no lo logra, se habrá perdido una gran ocasión y su credibilidad política quedará bajo mínimos. Ojalá sea capaz de llegar a acuerdos razonables con PP y CiU porque España no se puede permitir el lujo de una reforma laboral fallida. LA VANGUARDIA.- La comprensión de la realidad política exige una cierta lucha contra el tiempo y sus excitaciones. Todo ocurre tan deprisa que el mantenimiento de la perspectiva deviene una labor casi titánica. Ayer quedó claro en el Congreso de los Diputados. El Gobierno consiguió validar el segundo de sus decretos de alta sensibilidad social –la reforma básica de las normas laborales– sin el dramatismo de hace veinticinco días (28 de mayo), cuando la Cámara tuvo que pronunciarse sobre la rebaja del sueldo de los funcionarios y la congelación de las pensiones. En aquella ocasión, la abstención de Convergència i Unió fue decisiva. Ayer, la posición del nacionalismo catalán volvió a marcar la pauta, pero el campo de la abstención fue mucho más amplio. Crisis del euro. El Economista Soros: “Alemania pone en peligro a Europa” Las críticas del Financial Times a Alemania no son algo aislado. George Soros, el famoso inversor y gestor de hedge funds, ha dicho en una entrevista con el semanal Die Zeit que la política de ahorro presupuestario de Alemania es la que pone en peligro la unión monetaria europea. "La política alemana es un peligro para Europa, podría destruir el proyecto europeo", explicó Soros. "Si los alemanes no cambian su política, su salida del euro sería una ayuda para el resto de Europa", añadió. Soros también ha dicho que "no se puede descartar un colapso del euro". El inversor saltó a la fama en 1992, cuando ganó 1.000 millones de dólares apostando contra la libra. "Ahora mismo Alemania está arrastrando a sus vecinos a la deflación, lo que amenaza en convertirse en un largo periodo de estancamiento. Y esto llevará al nacionalismo, descontento social y xenofobia. La democracia mismo podría estar en riesgo", señaló Soros a la revista alemana. "Alemania está aislada globalmente… ¿por qué no dejan subir sus salarios? Esto ayudaría a remontar a otros estados de la Unión Europea". ******************************* Financial Times: “Gracias a Dios por José Luis Rodríguez Zapatero” “Gracias a Dios por José Luis Rodríguez Zapatero”. Con esta sorprendente afirmación comienza Wolfgang Münchau, director asociado del Financial Times, su último artículo, en el que pide que se hagan públicos los problemas de la banca europea. En realidad, lo que hace Münchau es sacudirle a Alemania y a sus "vertederos de basura tóxica financiera". Münchau ya advertía en febrero de que España era un problema mucho mayor que Grecia y aseguraba que "el presidente del Gobierno español respondería con un signo grosero del dedo" a las peticiones de recortes de salarios, subidas de impuestos, reformas en el mercado laboral o al aumento de la edad de jubilación. Sin embargo, el mismo autor dice ahora que el movimiento de Zapatero en la pasada cumbre europea, cuando arrancó un compromiso para publicar los test de estrés de los bancos, supone "la primera vez que un líder europeo hace algo inteligente y sorprendente" desde que hace tres años se desató la crisis financiera. Y todo ello con la oposición de Alemania, lo que forzó otro episodio de la guerra Zapatero-Merkel. Pero sorprendente es también la visión que el Financial Times mostró sobre el país hace sólo unos días. Y es que el diario criticó que en España los problemas siempre son culpa de otro en su famosa y respetada Lex Column. Y para ilustrarlo ponía como ejemplo el hecho de que el país había culpado a la periodista Sara Carbonero de la derrota con Suiza, algo que precisamente se había hecho en el Reino Unido y no en España. Así, el diario aseguraba que la decisión del Gobierno de publicar los test de estrés de la banca había sido tomada simplemente por la presión sobre la deuda soberana y sobre la liquidez de los bancos (a pesar de que el BCE está comprando bonos soberanos y tiene abierta la barra de liquidez para la banca). Críticas para Alemania y el resto de los Gobiernos Pero la verdad es que las críticas de Münchau van dirigidas fundamentalmente a Alemania y al resto de Europa. El directivo asegura que el problema fundamental de la crisis es que los gobiernos están "luchando contra la crisis equivocada. Los inversores han reconocido una verdad fundamental, que esto no es una crisis de deuda soberana en lo fundamental, como Alemania y el BCE siguen intentando hacernos creer, sino una crisis financiera y una crisis por los fallos de coordinación política". Münchau recuerda que los créditos de los bancos están garantizados por sus gobiernos, y que gran parte de la deuda privada es en realidad deuda pública. Además, el fondo de rescate creado en la Eurozona significa en último término una redistribución de la renta del norte de Europa hacia el Sur, y aunque la crisis no ha costado hasta ahora nada al contribuyente europeo, esto podría cambiar tan pronto como Grecia reestructure su deuda. Ante esta situación, Münchau cree que hay que acabar con las dudas sobre el sector financiero europeo, y por eso valora la decisión de Zapatero. Cree que el verdadero problema no está en la deuda de los gobiernos, que está bajo control, si no en la deuda contingente (contingente debt, deuda sujeta a una serie de condiciones no temporales), deuda que en su mayor parte está concentrada en los bancos. Todo lo que sea transparencia podrá mejorar la situación, según Münchau. Los mayores vertederos financieros están en Alemania Este proceso debería llevar también a otro de recapitalización, según Münchau, que vuelve a ser extremadamente crítico con Alemania, ya que opina que la idea de los "bancos malos" ha sido increíblemente poco atractiva, por lo que el Gobierno de Merkel no está en posición de forzar al sector a buscar más capital y recuerda que los Landesbanken (entidades similares a las cajas de ahorro) están controlados por los gobiernos de los Estados y "son probablemente los mayores vertederos de basura tóxica financiera sobre la Tierra". Aunque también critica la situación de las cajas de ahorros en España, y anticipa que habrá gran cantidad de malas noticias sobre el sector en el futuro, Münchau es "un punto más optimista" tras las reformas del mercado laboral, que valora pero considera insuficientes. También reconoce que había sido muy escéptico con la voluntad de Zapatero de hacer lo que había que hacer. Con todo, recuerda que en toda Europa hay otros focos problemáticos, empezando con el sector financiero francés, pero sin olvidarse de los problemas de Austria o Bélgica. Ante esta situación, lo que hace falta para resolver el problema es conocer tanto los activos tóxicos que permanecen en el balance de la banca como su grado de deterioro. Pero no sólo eso, Münchau cree que hace falta mayor coordinación política y una nueva manera de nivelar los desequilibrios dentro de la Eurozona, ya que, según él, en este punto estamos retrocediendo. Para concluir, señala que lo ocurrido durante los últimos meses en la eurozona muestra que este proceso no avanza y da alas a unos inversores que seguirán apostando por la caída de la Eurozona. EL ECONOMISTA. 22/23-6-2010 Editorial. El País Al fin una estrategia El Gobierno ha logrado convalidar el decreto de reforma del mercado laboral aprobado en Consejo de Ministros la pasada semana gracias a la abstención del PP y de los nacionalistas. El resultado de la votación es reflejo de que los principales grupos parlamentarios han tomado conciencia de que la situación económica española no es solo un asunto interno. Ni el Gobierno podía persistir en una gestión de la crisis como la que desarrolló hasta el brusco viraje adoptado por Rodríguez Zapatero, ni la oposición seguir pensando que sus tomas de posición eran indiferentes a efectos internacionales. Con la reforma del mercado laboral, que se suma al recorte del gasto público y a las iniciativas para sanear el sistema financiero -en particular las cajas de ahorros-, el Gobierno ha dibujado finalmente una estrategia para hacer frente a la crisis y no un conjunto heterogéneo de medidas con fines de imagen y propagandísticos. Se trataba de un requisito imprescindible para detener el deterioro de la confianza internacional que España ha padecido de manera dramática durante las últimas semanas, y que era más el resultado de la falta de decisión del Gobierno para emprender reformas, y de la ausencia de alternativas por parte de la oposición, que de las cifras objetivas. Con una estrategia económica en marcha, el Partido Popular no puede seguir ocultando sus posiciones tras el rechazo sistemático de las iniciativas del Gobierno. No solo para acreditarse como eventual recambio electoral, sino también para prestar su imprescindible contribución a la gestión de la crisis, está obligado a pronunciarse sobre esos tres asuntos puestos sobre la mesa: gasto público, sistema financiero, mercado laboral. Especialmente sobre este último, puesto que el Gobierno ha accedido (o se ha visto forzado) a tramitarlo como proyecto de ley y a sumar en el procedimiento las enmiendas no asumidas en el decreto aprobado ayer. Que el Gobierno haya superado la prueba que representaba la convalidación del decreto no quiere decir que haya gestionado de manera adecuada la reforma laboral. Si era consciente de que el Congreso tendría que volver sobre las medidas aprobadas ayer, lo lógico hubiera sido concentrarse en los puntos esenciales e indiscutibles de la reforma. En lugar de ello, el Gobierno ha presentado un texto prolijo, y, por tanto, más vulnerable a las vicisitudes del trámite parlamentario, que seguramente retrasará las decisiones de los agentes económicos hasta disponer de la redacción definitiva de la ley. La reforma del mercado laboral era parte de las medidas exigidas para recuperar credibilidad internacional ante los próximos vencimientos de la deuda española. Pero también para crear condiciones en las que contratar resulte menos comprometido para los empresarios cuando comience la reactivación; es decir para acortar el desfase entre crecimiento económico y disminución del paro, una tara de nuestro sistema económico. EL PAÍS. 23-6-2010 Editorial. El Mundo Una reforma laboral que no gusta a nadie COMO SUCEDIÓ con el decreto ley de ajuste presupuestario, la sesión parlamentaria de ayer sirvió para poner en evidencia la absoluta soledad política del Gobierno, que no encontró ningún apoyo a la reforma laboral aprobada la semana pasada por el Consejo de Ministros. Salió adelante gracias al voto favorable de los socialistas con la abstención de PP, CiU, PNV y otros grupos que anunciaron que presentarán enmiendas durante la tramitación parlamentaria. Especialmente dura fue la intervención de Soraya Sáenz de Santamaría, que señaló que la reforma es «confusa, parcial y mal orientada». La portavoz del PP acusó al Gobierno de «fomentar el despido en lugar de la contratación» y subrayó que el texto elaborado por el Ministerio de Trabajo es «fruto de la improvisación». Pero las palabras más críticas que tuvo que escuchar ayer Zapatero vinieron de sus antiguos socios de la izquierda, IU-ICV y ERC, que calificaron el decreto ley de «regresivo», «antisocial» y «débil con los fuertes y fuerte con los débiles». Los portavoces de la izquierda acusaron al Gobierno de abaratar el despido y recortar los derechos de los trabajadores. De forma significativa, Antonio Gutiérrez, ex líder de CCOO y ahora diputado socialista, se abstuvo en la votación al considerar que favorece a los empresarios, una posición compartida en el sector más a la izquierda del PSOE, mientras que el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, aseguró que «su alcance y eficacia queda limitada» al no incluir la reforma de la negociación colectiva, uno de los argumentos que utiliza CEOE. Todo ello sirve para anticipar el calvario político que va a suponer la tramitación parlamentaria de la reforma, en la que el Congreso tendrá que discutir y votar cientos de enmiendas de muy distinto signo. ¿Con quién se va a alinear Zapatero? ¿Va a hacer caso a CiU, que pide una mayor flexibilización de la negociación colectiva, o va a alinearse con la izquierda para limar algunas de las aristas que más ofenden a los sindicatos? Lo cierto es que el Gobierno ha mantenido una actitud absolutamente errática sobre la reforma laboral, como ayer coincidieron en reprocharle desde posiciones opuestas Soraya Sáenz de Santamaría y Joan Ridao. El decreto ley de reforma laboral ya está en vigor desde su publicación en el BOE, pero surge una justificada incertidumbre sobre los cambios que se pueden realizar en el Congreso durante una tramitación parlamentaria en la que el Gobierno no cuenta con mayoría. Si Zapatero quiere que esta reforma sirva para crear empleo, para tranquilizar a los mercados y para enviar un mensaje positivo a sus socios europeos, creemos que el único camino es la profundización en dos aspectos que no han quedado nada claros, como le reprocharon ayer algunos portavoces. Uno es la clarificación de las causas del despido objetivo por motivos de crisis, que ha quedado redactado con una extremada ambigüedad que permite cualquier interpretación. El otro es la agilización de las cláusulas de descuelgue de los convenios, fundamental para que las empresas puedan sobrevivir cuando tienen dificultades. La negociación de la reforma va a ser un auténtico test de la capacidad política de Zapatero para sacar adelante una ley clave para el futuro de la economía. Si no lo logra, se habrá perdido una gran ocasión y su credibilidad política quedará bajo mínimos. Ojalá sea capaz de llegar a acuerdos razonables con PP y CiU porque España no se puede permitir el lujo de una reforma laboral fallida. EL MUNDO. 23-6-2010 Opinión. La Vanguardia CiU arrastra al PP a la abstención ante la discutida reforma laboral Enric Juliana La comprensión de la realidad política exige una cierta lucha contra el tiempo y sus excitaciones. Todo ocurre tan deprisa que el mantenimiento de la perspectiva deviene una labor casi titánica. Ayer quedó claro en el Congreso de los Diputados. El Gobierno consiguió validar el segundo de sus decretos de alta sensibilidad social –la reforma básica de las normas laborales– sin el dramatismo de hace veinticinco días (28 de mayo), cuando la Cámara tuvo que pronunciarse sobre la rebaja del sueldo de los funcionarios y la congelación de las pensiones. En aquella ocasión, la abstención de Convergència i Unió fue decisiva. Ayer, la posición del nacionalismo catalán volvió a marcar la pauta, pero el campo de la abstención fue mucho más amplio. No hubo votación agónica. Novedad: el Partido Popular, observado atentamente desde Bruselas, no se atrevió a cruzar la línea roja, pese a la acentuación de un discurso con resonancias proletarias en las más recientes manifestaciones de sus principales dirigentes. Hace unos días, María Dolores de Cospedal (secretaria general del partido y candidata a la presidencia de Castilla-La Mancha) proclamaba que el PP es el "partido de los trabajadores" y ayer mismo Soraya Sáenz de Santamaría, briosa portavoz parlamentaria del centroderecha, clamaba desde la tribuna del Congreso contra el "abaratamiento del despido". El Partido Proletario (PP) se abstuvo y Angela Merkel no tuvo motivo para el sobresalto en la cancillería de Berlín. Las ordenanzas del Directorio Europeo siguen avanzando por el paseo de la Castellana sin necesidad –por el momento– de una intervención presencial del Bundeswehr (antes Wermahcht). España obedece y ayer el PP se alineó con los designios tedescos, envuelto en una retórica obrerista que persigue el favor de los sondeos de opinión. El PP no podía votar ayer en contra. No lo habría entendido la fibrilante patronal española. No lo habría aceptado el Directorio Europeo. No lo habrían agradecido Angela Merkel y el luteranismo económico alemán. No lo habría aplaudido París. No habría pasado el examen de los analistas económicos que Barack Obama ha enviado recientemente a España para calibrar el riesgo real del estrés financiero de la península Ibérica. Y no habría gustado al Politburó del Partido Comunista de China, que sigue viendo en España el eslabón débil de la maltrecha cadena del euro, mientras procede a una lenta revaluación del yuan. El PP esta vez no podía votar en contra y se abstuvo en minúsculas. Tan en minúsculas que dejó el santo y seña de la gobernabilidad en manos de CiU. Siempre atento al juego del mus, el Partido Nacionalista Vasco se reservó para octubre, momento en el que se discutirán los presupuestos generales del Estado para el 2011. Y la señora Rosa Díez, portavoz y única diputada de la Unión para el Progreso y la Democracia, también se apuntó a la corriente principal: abstención a la espera de que las nuevas normas laborales se concreten. En este contexto tuvo un especial relieve la abstención del diputado socialista Antonio Gutiérrez, antiguo secretario general de Comisiones Obreras, que actuó como válvula de escape del malestar de las bases socialistas. Gutiérrez actuó como estandarte de UGT, sin capitanear una corriente de disenso que Zapatero y el aparato del PSOE parecen tener controlada. La izquierda geométrica (IU-ICV, ERC, BNG y Nafarroa Bai) votó en contra, enviando señales de escasa disponibilidad antes los decisivos presupuestos del 2011. El segundo paso del ajuste exigido por el Directorio Europeo superó el trámite parlamentario con mayor holgura que la primera entrega (rebaja del sueldo de los funcionarios y congelación de las pensiones), sin un voto más a favor de la propuesta gubernamental. La tramitación parlamentaria del proyecto permitirá a los partidos abstencionistas –principalmente PP y CiU– introducir modificaciones a la nueva legislación laboral en compleja sintonía con las organizaciones patronales, que no tienen en estos momentos una doctrina única y unificada. CiU, en puertas de las elecciones al Parlament de Catalunya, buscará la complicidad de la pequeña y mediana empresa –realidad determinante de su base electoral–, muy sensible a la flexibilidad de los mecanismos de contratación y a la emancipación de los convenios colectivos. En una clave más estatalista, el PP deberá escuchar con atención de los criterios de la CEOE, donde las posiciones no son del todo unánimes alrededor de la figura de su presidente, Gerardo Díaz Ferrán, superviviente de una aciaga aventura empresarial. Mariano Rajoy, que el próximo viernes pronunciará una importante conferencia en Madrid ante la plana mayor de los poderes económicos españoles, deberá también tener en cuenta las coordenadas internacionales. Según sus propias palabras, "España se halla en observación", y esa observación alcanza también al primer partido de la oposición. Superado el trámite parlamentario de ayer, el Gobierno deberá enfocar ahora el tercer paso del plan de ajuste: la revisión a la baja del cálculo de las futuras pensiones. Un paso tanto o más difícil que los anteriores. La edad de jubilación se retrasará con toda probabilidad a los 67 años, conforme a los criterios remitidos hace unos meses a Bruselas e inmediatamente rectificados. LA VANGUARDIA. 23-6-2010