Un tribunal militar, a puerta cerrada, juzga a una joven palestina de 17 años. Su crimen: haber abofeteado a dos soldados israelíes, armados hasta los dientes, cuando irrumpieron en el jardín de su casa en Cisjordania. Ahed Tamimi se ha convertido en el principal símbolo actual de la resistencia palestina ante la ocupación israelí de Cisjordania y Jerusalén Oriental, y ha levantado una ola internacional de protestas.
La sala del tribunal estaba llena de periodistas cuando llegó Ahed Tamimi llena de grilletes. La joven de mirada firme y de melena rizada y rubia se ha transformado en un poderoso símbolo de dignidad palestina. Por eso, en cuanto las cámaras intentaron grabar la forma en la que los carceleros le tiraban de las cadenas, el juez militar desalojó la sala, vaciándola de incómodos testigos.
Ahed Tamimi -junto con su madre y su prima de 21 años- está acusada de «asalto agravado» y once cargos más tras aparecer en un vídeo de 2017, en el que propinaba patadas y lanzaba puñetazos contra dos soldados israelíes que habían entrado en el jardín de su casa familiar, en la aldea cisjordana de Nabi Saleh. Los soldados habían disparado minutos antes a Muhammad, el primo de Ahed, de 15 años. Las imágenes resaltan la bravura aguerrida de la joven, y arrancan una sonrisa.
En cuanto a los soldados israelíes, no se conoce que hayan estado al borde de la muerte o que tengan secuelas graves tras recibir las devastadoras bofetadas de la menor, que entonces tenía 16 años. Aún así, Tamimi, miembro de una conocida familia de activistas de Cisjordania, se enfrenta a ser condenada a diez años de prisión. El gobierno Netanyahu, el más reaccionario de la historia reciente de Israel, ha dado claras instrucciones de que se le aplique una sentencia ejemplarizante. El ministro de Educación y principal socio de la coalición de gobierno, Naftali Benet, de la ultraderecha sionista, dijo que las jóvenes «deberían acabar sus vidas en prisión».
Semejante despropósito kafkiano es el resultado de que Israel -cuyos voceros proclaman como la única democracia occidental de Oriente Medio- aplica un verdadero apartheid en lo que se refiere a los juicios, según los reos sean palestinos o israelíes. A los primeros se les aplica la jurisdicción militar –mucho más dura, que hace que la comisión de faltas pueda acarrear amplias penas– y a los colonos israelíes la civil –mucho más laxa, que hace que el asesinato de un palestino por parte de un colono pueda verse penado con una sanción económica y una sentencia de meros servicios comunitarios. El caso de Tamimi no es único ni mucho menos. Hasta 350 menores están detenidos en cárceles israelíes, además de 58 mujeres como la madre de Ahed, que fue arrestada cuando fue a la comisaría para preguntar por su hija.
La abogada defensora de Tamimi, Gabi Lasky, la activista israelí que fuera líder del movimiento pacifista Shalom Ajsav (Paz Ahora), ha enfocado su defensa como una denuncia legal y política de la ocupación de Cisjordania. «El control israelí de los territorios palestinos constituye una ocupación ilegal. Las personas que viven en ellos ¿tienen derecho a luchar contra la ocupación? ¿Sí o no?»
El Empecinado dice:
Ojalá, Ahed Tamimi sea el símbolo por una Palestina libre y secular. Me pregunto si los grupos yihadistas islámicos de Palestina como Hamás están de alguna manera financiados por Israel, para que este país justifique la continua guerra contra el pueblo palestino. Es lo que me gustaría saber, si alguien tiene información al respecto que me lo diga.