Afgnistán y la herencia de McChrystal

«La resistencia talibán se ha recrudecido hasta el punto que la primera mitad de 2010 ha sido el perí­odo más sangriento de la guerra desde su inicio en 2001, según anunció el pasado 12 de julio la principal organización afgana de derechos humanos, Afghanistan Rights Monitor. Generalmente, los polí­ticos inician las guerras y los militares las ganan o las pierden. La operación antiterrorista «Enduring Freedom» (Libertad Inquebrantable) lanzada en Afganistán ha adquirido un claro cariz de derrota»

Una osible derrota que ya ha tiene su chivo expiatorio, Stanley McChrystal, ex Comandante en Jefe en Afganistán, que es autor de la actual estrategia de EEUU (y la OTAN) en este país. El nuevo Comandante de las tropas de EEUU y la OTAN en Afganistán, general David Petraeus, tiene razón afirmando que la campaña militar en este país de Asia Central atraviesa una fase crítica. Es decir, las medidas a medias tintas, aplicadas por la Administración de Barack Obama no están surtiendo efecto y, en caso de seguir con esta política, EEUU y la OTAN, quedarán entrampados en la ciénaga afgana. (RIA NOVOSTI) THE WALL STREET JOURNAL.- En lo que representa la mayor expansión del poder estatal sobre la banca y los mercados desde la Gran Depresión, el Congreso de Estados Unidos aprobó el jueves una amplia reforma regulatoria que alcanza todos los rincones del sector financiero, desde los cajeros automáticos a los corredores de Wall Street. El proyecto de ley, que será promulgado pronto por el presidente Barack Obama, representa una posible ola de cambios para la industria de servicios financieros en EE.UU. Gigantes como J.P. Morgan Chase, Goldman Sachs y Bank of America enfrentan modificaciones en casi todos sus segmentos, desde las tarjetas de débito al corretaje de derivados y la capacidad de invertir en fondos de cobertura. Rusia. Ria Novosti Afgnistán y la herencia de McChrystal Piotr Goncharov El destino le ha deparado al general David Petraeus una suerte nada fácil. El actual Jefe del Comando Central del Ejército de EEUU que controla las tropas estadounidenses en Oriente Medio y Asia Central, se ha encontrado con una herencia dejada en Afganistán por el general McChrystal que le va a resultar muy difícil de gestionar. La resistencia talibán se ha recrudecido hasta el punto que la primera mitad de 2010 ha sido el período más sangriento de la guerra desde su inicio en 2001, según anunció el pasado 12 de julio la principal organización afgana de derechos humanos, Afghanistan Rights Monitor, que lleva el registro de las víctimas civiles desde la invasión estadounidense al país. Durante el primer semestre de 2010, han perdido la vida 1.074 personas y 1.500 han resultado heridas. Un aumento claro en comparación con el número total de víctimas registrado durante la primera mitad de 2009 y que ascendió a 1.059. En medio de esta coyuntura, David Petraeus asumió oficialmente el mando el pasado 4 de julio. Generalmente, los políticos inician las guerras y los militares las ganan o las pierden. La operación antiterrorista "Enduring Freedom" (Libertad Inquebrantable) lanzada en Afganistán ha adquirido un claro cariz de derrota. Una posible derrota que ya ha tiene su chivo expiatorio, Stanley McChrystal, ex Comandante en Jefe de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) en Afganistán, anteriormente jefe del Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC, por sus siglas en inglés), y que además, es autor de la actual estrategia de EEUU (y la OTAN) en este país. El nuevo Comandante de las tropas de EEUU y la OTAN en Afganistán, general David Petraeus, tiene razón afirmando que la campaña militar en este país de Asia Central atraviesa una fase crítica. Es decir, las medidas a medias tintas, aplicadas por la Administración de Barack Obama no están surtiendo efecto y, en caso de seguir con esta política, EEUU y la OTAN, quedarán entrampados en la ciénaga afgana. Petraeus todavía no se ha pasado de la raya como McChrystal, quien se vio obligado a dimitir después de la entrevista concedida a la revista estadounidense Rolling Stone, donde el general criticó duramente la postura de altos funcionarios de la Administración de Obama respecto a Afganistán. Todavía, porque ya está dando pasos en esa dirección. Para empezar, ya ha anunciado que la estrategia de McChrystal le parece correcta y no va a efectuar cambio de ningún tipo. Además, Petraeus, como su predecesor, McChrystal ha dado a entender a la Casa Blanca que no está dispuesto a escuchar ninguna propuesta de civiles, porque las considera innecesarias. En este punto, hay que recordar que Barack Obama ya aceptó la dimisión de McChrystal debido a su reacción negativa a la participación civil en la campaña afgana. En este punto, parece evidente que las controversias entre los asesores de Obama y quienes han diseñado la nueva estrategia son mucho más profundas de lo que parecía, y va a ser imposible resolverlas con un simple cambio de fichas. La concepción estratégica de McChrystal respecto a la solución del problema afgano era muy simple. Pretendía reducir al mínimo las víctimas civiles durante las operaciones militares llevadas a cabo por la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF), tomar la iniciativa en la contienda y conseguir que la oposición armada se sentara a la mesa de negociaciones, además de preparar debidamente al ejército y a la policía afganos para que estuvieran en disposición de asumir el control de la situación. Es llamativo que un general como McChrystal diera preferencia a la seguridad de la población civil sobre la iniciativa de sus tropas, que es la tarea principal de cualquier operación militar. Llegó al punto de restringir el uso de la aviación y la artillería en las operaciones para reducir el número de víctimas civiles. En esencia, McChrystal, inició una táctica de lucha a favor del pueblo afgano. La población civil es la pieza maestra de su nueva estrategia "antiinsurgente", según la llaman los expertos de la OTAN. De esta forma, McChrystal sacrifica la iniciativa y el control sobre las provincias afganas, a la "protección de los ciudadanos afganos contra la violencia de los insurgentes". La apuesta ya está hecha y hay que esperar a la reacción de la calle, si los afganos comunes y corrientes están dispuestos a colaborar y a apoyar el plan estadounidense. Es muy posible que sí. Pero también parece probable que no haya tiempo material para realizar el plan en su totalidad ya que, más o menos, para dentro de un año está previsto el inicio de la retirada de tropas estadounidenses del territorio afgano. Un periodo corto para plasmar una estrategia de largo alcance que fue aprobada tan sólo a finales de 2009. Lo más lógico es que ni EEUU ni la OTAN sean capaces de cumplir ningún punto este plan. La estrategia abarca 11 áreas, en las que la estrategia antiinsurgente de McChrystal busca debilitar el apoyo a los talibán por parte del pueblo afgano 1) Garantizar la seguridad de la población civil 2) Crear un tejido de medios de información nacionales 3) Desarrollar un sistema judicial y hacerlo accesible 4) Dar responsabilidad y poder al gobierno afgano, a la par que conseguir transparencia en su gestión 5) Establecer al gobierno elegido, además de apoyar y promover las elecciones en el país 6) Promover el rechazo a la intolerancia entre la población 7) Crear puestos de trabajo permanentes; 8) Desarrollar el sector agrícola 9) Desarrollar la infraestructura comercial sin la participación de los insurgentes 10) Luchar contra el narcotráfico, la corrupción, el terrorismo y el crimen organizado 11) Reintegrar a los indecisos en el estado y la sociedad. Stanley McChrystal era como un Don Quijote en Afganistán, y su nueva estrategia, preciosa y generosa, como Dulcinea, porque preveía contrarrestar la violencia para crear unas condiciones de vida dignas. Sin embargo, los planes de McChrystal, heredados por David Petraeus, no son tan utópicos como parecen. Sólo tres condiciones son indispensables para su realización: tiempo sin plazos, fuerzas militares suficientes y recursos financieros abundantes. Barack Obama ha tardado demasiado en aumentar el contingente de tropas en la zona. Los 30.000 nuevos soldados ya no son suficientes, es una media medida. Para tomar la iniciativa serian necesarios al menos 100.000 efectivos adicionales, según opina el general francés, Vincent Deporte, jefe del Colegio militar de fuerzas conjuntas donde se forman los altos mandos del Ejército francés. Es absurdo librar una "media-guerra" en Afganistán. O se envían 100.000 efectivos adicionales o no se envía a nadie. Además, el plazo establecido por la Casa Blanca para iniciar la retirada de las tropas de Afganistán (julio de 2011) no está coordinado con los plazos previstos para la retirada total que deben determinarse en virtud de la estabilidad en el país y de la capacidad del Ejército y policía afganos de controlar la situación. Esto no tiene sentido, según los principales socios estadounidenses de la OTAN en Afganistán. El ministro alemán de Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg, cree que lo peor que puede hacer la Alianza es fijar los plazos de la retirada de las tropas. Sería más oportuno determinar las fechas para empezar a traspasar responsabilidades de seguridad en Afganistán a las autoridades locales. El ex secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, ha sido más concreto. Según él, la estrategia de la Casa Blanca en Afganistán debe estar adaptada a la realidad. Pero, hoy en día, la visión de la realidad sigue siendo el punto más flojo en la estrategia de Obama. RIA NOVOSTI 16-7-2010 EEUU. The Wall Street Journal El Congreso estadounidense aprueba reforma que rescribe las bases del mercado financiero Damian Paletta y Aaron Lucchetti En lo que representa la mayor expansión del poder estatal sobre la banca y los mercados desde la Gran Depresión, el Congreso de Estados Unidos aprobó el jueves una amplia reforma regulatoria que alcanza todos los rincones del sector financiero, desde los cajeros automáticos a los corredores de Wall Street. El proyecto de ley, que será promulgado pronto por el presidente Barack Obama, representa una posible ola de cambios para la industria de servicios financieros en EE.UU. Gigantes como J.P. Morgan Chase & Co., Goldman Sachs Group Inc. y Bank of America Corp. enfrentan modificaciones en casi todos sus segmentos, desde las tarjetas de débito al corretaje de derivados y la capacidad de invertir en fondos de cobertura. El proyecto de ley fue aprobado el jueves en el Senado con 60 votos a favor y 39 en contra, luego de haber pasado por la Cámara de Representantes el mes pasado. La legislación ahora otorga a 10 agencias reguladoras la discreción de redactar cientos de normas financieras. En lugar de la ley en sí, será este proceso, acompañado de una ofensiva de lobby de los bancos, el que determinará los contornos precisos del entorno financiero, qué tan estrictas serán las nuevas regulaciones y si tienen éxito en su propósito. Las decisiones serán tomadas por funcionarios de nuevas agencias, otras poco conocidas y, en algunos casos, entidades acusadas de haber fallado en los momentos previos a la crisis. La Comisión de Corretaje de Futuros de Commodities ha designado a 30 "líderes de equipo" para empezar a implementar su amplia autoridad sobre los derivados y ha solicitado US$45 millones para contratar nuevo personal. La Reserva Federal, la Corporación Federal de Seguro de Depósitos y la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. también están tomando medidas para comenzar la implementación. J.P. Morgan, uno de los mayores bancos estadounidenses en términos de activos, ha asignado más de 100 equipos diferentes para examinar varias partes de la legislación. Los demócratas aseguran que la ley mitigará la posibilidad de otra crisis financiera y ayudará a responder mejor cuando surja la próxima. También sostienen que restaurará la confianza en los mercados financieros estadounidenses, protegerá a los consumidores e impulsará el crecimiento económico. Funcionarios de la Casa Blanca dicen que la ley pondrá fin a los rescates de bancos financiados por los contribuyentes, en referencia a las secuelas de la crisis financiera de 2008. Entre sus elementos centrales, la legislación crea un consejo de reguladores para monitorear los riesgos económicos, establece una nueva agencia para supervisar los productos financieros para los consumidores y fija nuevos estándares para el corretaje de derivados. "Estas reformas beneficiarán a los prudentes y restringirán a los imprudentes", afirmó el secretario del Tesoro de EE.UU., Timothy Geithner. "Los bancos sólidos y los innovadores financieros bien administrados se adaptarán y prosperarán bajo las nuevas reglas". Los republicanos indicaron que la legislación podría hacer peligrar la recuperación económica al restringir el crédito y obstaculizar a la industria bancaria, y criticaron la expansión del poder del gobierno. La ley "es un monstruo legislativo de 2.300 páginas… que expande el alcance y los poderes de burocracias inefectivas", dijo el senador republicano Richard Shelby. Esta es la más reciente de varias leyes de amplio alcance aprobadas por el actual Congreso estadounidense. De todos modos, la reforma financiera, la ley de estímulo de 2009 y la reestructuración del sistema de salud de este año —grandes logros legislativos se mire por donde se mire— no se han traducido en respaldo para la Casa Blanca. Los índices de aprobación de la gestión de Obama han caído a sus niveles más bajos en algunas encuestas en medio de un sombrío panorama económico y crecientes dudas sobre la efectividad de sus políticas económicas. THE WALL STREET JOURNAL. 16-7-2010

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