Homenaje

Adiós amigos…

Despedimos este año con la falta de dos amigos y socios de los Ateneos que nos acompañaron desde el primer número, Jacinto Molina, el hombre lobo, y el doctor Carlos Castilla del Pino. Un honor conocerles, un orgullo haber sido compañeros.

Hermano Lobo Fue el cáncer y no una bala de lata la que venció al hombre lobo. Conocido por el público como Paul Naschy, Jacinto Molina es uno de los personajes más singulares y queridos por el público, las muestras de cariño y reconocimiento ante la noticia de su muerte han sido abrumadoras, sus seguidores en EEUU y Japón son legión. Más de un centenar de películas hablan por él.Jacinto Molina llevaba la marca del hombre lobo grabada; nadie ha querido y respetado más a su trágico personaje, al atormentado hombre lobo, que él.No era Lon Chaney Jr, ni sus películas eran las producciones de la Universal, pero con Jacinto Molina el lobo es mas hombre que bestia, su personaje Valdemar Valinsky , es quizá el más romántico de todos los licántropos, atormentado por no poder amar. Sus películas hablan de amores imposibles; Valdemar Valinsky podía querer a una mujer pero no la podía tener, una mujer que en sus películas era tan fuerte como la propia bestia. Volvía el mito de la bella y la bestia cargado de erotismo en sus películas.A Jacinto Molina le conmovía la ternura del monstruo, su condición de marginado. El hechizo de la luna llena hacía transformaba a Valdemar en un animal bestial, estaba maldito, no era su culpa, era su naturaleza.Jacinto Molina ha sido un francotirador, pero él no reivindicaba nada, hizo siempre las películas que quiso, no se hipotecó con nadie. Ahora empieza la leyenda, los homenajes… pero ha estado muy solo, solo cuando ha sido anciano se le ha empezado a reconocer, dicen que la Academia piensa darle el Goya de Honor pero nunca le llamaron ni para entregar un premio. Desde aquí queremos despedirnos de un amigo y socio que nos acompañó desde el primer número. Adiós Jacinto Carlos Castilla del Pino. Un honor Castilla del Pino ejerció su profesión adelantándose en todo momento. Revolucionó la psiquiatría en España, aplicó al estudio de la sociología el psicoanálisis y el marxismo. Era un pensador materialista, revolucionario y honrado. Militante del PCE hasta 1980 y criado por la herencia de la Institución Libre de Enseñanza, durante el franquismo encabezó una corriente de enfrentamiento al anquilosamiento psiquiátrico y a las cárceles mentales tan terrenales que suponían los manicomios. En ‘Fundamentos de antropología dialéctica’ defendía que la mayoría de las patologías psiquiátricas tienen un origen biográfico y que para su curación resulta crucial tener en cuenta el contexto social y económico del paciente. Sus aportaciones son extraordinarias en torno a la depresión, la incomunicación y atomización forzosa en nuestra sociedad, y al tratamiento correcto de los enfermos mentales, rompiendo con la orientación penitenciaria de los tratamientos comunes hasta entonces. De los más de 100.000 pacientes que llegó a atender, decía que le habían enseñado “a aceptar la realidad”, que no a resignarse. Sus años al frente del dispensario de Córdoba fueron, pese al rosario de gente destruida que pasó por allí, tiempos de plenitud. Allí encontró un mundo lejos de la convención, limpio del disimulo del mundo burgués del que él tanto renegaba. El afecto de aquellos "menesterosos" y perdedores, recordó más de una vez, marcó para siempre su vida. Para él, "aún en la derrota, tenía grandeza". Adios Carlos

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