Referéndums independentistas en Cataluña

A rí­o catalán revuelto… ¿ganancia de pescadores franceses?

Al calor de las consultas soberanistas organizadas en 166 municipios catalanes, Felip Puig, número dos de CDC, se atrevió a exigir que «algún dí­a Cataluña pueda organizar un referéndum vinculante sobre su independencia. Pocas horas después, tras constatarse el fracaso electoral -apenas un 27% del censo, seleccionado entre las zonas más nacionalistas de la Cataluña rural, se acercó a votar- Artur Mas, lí­der de CiU, reconocí­a que «una consulta soberanista de carácter vinculante solo evidenciarí­a, por ahora, que Cataluña quiere ser española». ¿Entonces para qué tanto jaleo soberanista? ¿Quién sale ganando al mantener artificialmente abierta la herida independentista en Cataluña? La clave nos la proporciona el magnánimo tratamiento dispensado por los medios franceses a las consultas independentistas catalanas, ofreciéndoles el marco de la UE como plataforma para consumar la fractura. Ya desde 1640, los pescadores galos han agitado las aguas catalanas para pescar en el rí­o revuelto del separatismo.

Fracaso de las consultas indeendentistas Tanto para tan poco Si el resultado de los referéndums soberanistas era el termómetro de las inquietudes independentistas en Cataluña, la temperatura está bajo cero. Los convocantes habían anunciado que esperaban superar el 45% de participación. Pero de los 700.000 electores llamados a las urnas, apenas 200.000 se acercaron a votar. Poco más que un pírrico 27%. Y esto a pesar de que se habían colocado todos los mimbres para garantizar el éxito. Evitando a toda costa las ciudades y las zonas de mayor concentración de clase obrera. Y eligiendo los municipios con mayor porcentaje de voto nacionalista de la Cataluña rural. Sólo hace falta recordar el pueblo elegido para dar el pistoletazo de salida a los referéndums, Sant Jaume de Frontanyà, pequeña localidad pirenaica de 24 habitantes, todo un ejemplo de parrokiokaverna del soberanismo catalán, con alcalde de ERC. Movilizando a toda la red de entidades generosamente mantenidas por millonarias subvenciones públicas. Y poniendo a funcionar toda la maquinaria propagandística de TV3, que ha dado a estos simulacros de referéndums el mismo despliegue informativo que a unos comicios normales. Hasta tal punto ha llegado la manipulación que un diputado del PSC ha denunciado “los intentos de TV3 por fabricar un país que no se corresponde al real, sobredimensionando hechos como el de las consultas populares independentistas”. Todo el engranaje del régimen -incluida la presencia estelar del presidente del Barcelona, Joan Laporta- se ha puesto a disposición de los referéndums soberanistas. Y a pesar de todo, han fracasado estrepitosamente. Dando la razón a Artur Mas de que, por mucho que se empeñen, “Cataluña quiere ser española”. ¿Acaso esperaban que, en plena crisis, que azota especialmente a la industria catalana, y anegados por un mar de corrupción y despilfarro público, alguien más que sus acólitos iba a movilizarse por la causa independentista? El interés galo por mantener abierta la herida de la fragmentación El mal francés “Un solo pueblo francés, y los pueblos de Sitges, Mataró y Cadaqués. Un solo pueblo alemán, y los pueblos de Cádiz, La Línea y Gibraltar”. Con esta cancioncilla, denunciábamos hace unos años, en plena fiebre etnicista encabezada por los Arzallus o Carod Rovira, los intereses de las principales potencias europeas en azuzar la fragmentación para incrementar su dominio sobre una España débil a causa de la división interna. El tratamiento dado por los medios galos a los referéndums independentistas en Cataluña, prueban que París sigue interesada en revolver las aguas españolas. A pesar de haber sido un sonoro fracaso, los medios franceses han magnificado las consultas soberanistas. Le Monde ha sido quien se ha atrevido a hablar más claro. Uno de los portavoces históricos de la burguesía gala les dedica un editorial, bajo el titular de “El mal catalán”, donde afirma que los resultados de las consultas “demuestran pese a todo que, en pocos años, bajo el efecto de una retórica nacionalista atizada por las instituciones regionales, el independentismo ha ganado terreno en Cataluña. Bastaría poca cosa para que estalle una crisis con Madrid”. No se contenta con esto, y da un paso más orientando y ofreciendo esperanzas a los fragmentadores: “la pertenencia de Bélgica, España y Gran Bretaña a la Unión Europea, no ha enfriado los nacionalismos regionales, al contrario. Proporcionando a estas regiones sumisas a fuerzas centrífugas un marco común pacífico, la Europa política les permite considerar una ruptura sin violencia. (…) La ampliación de la Unión a Estados salidos de la fragmentación de la URSS y de Yugoslavia ha dado alas a los nacionalistas catalanes y flamencos. Y además, estos nuevos Estados son a menudo más pequeños y económicamente menos avanzados que las ricas regiones occidentales que buscan irse. ¿“Por qué los Eslovenos y los Letones han de tener derecho a un Estado, y nosotros no”?, preguntan los independentistas de Barcelona y los demás. El reconocimiento de la independencia de Kosovo les ha dado un argumento suplementario”.El impulso a la “Europa de los Pueblos” -un proyecto con sede en Berlín, y que Paris proyectaba hacia sus áreas de influencia, como España, consistente en imponer el dominio sobre una Europa despiezada en pequeños mini Estados étnicamente homogéneos- ha quedado en la recámara tras el cambio de rumbo que supuso en la UE la sustitución del tándem Schröeder-Chirac por la pareja Merkel-Sarkozy.Pero eso no significa que lo hayan abandonado. A París le interesa mantener heridas abiertas en España. Son formas de intervención sobre nuestro país. La utilización del terrorismo etarra, con su permanente santuario en el sur del pais vecino, es un buen ejemplo.Por eso, aunque no soplen buenos vientos internacionales para la fragmentación, París insufla vida artificial a las ambiciones independentistas en Cataluña.

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