Rosa Aguilar abandona IU

A la deriva y sin rumbo

No por esperada, la decisión de Rosa Aguilar de abandonar la alcaldí­a de Córdoba y la organización de IU ha dejado de caer como una bomba en la dirección federal de la coalición. Su marcha como consejera de Obras Públicas del nuevo gobierno andaluz es la crónica de una salida largamente anunciada.

Desde hace mucho eran conocidas sus divergencias con la línea y la dirección de Izquierda Unida. Políticamente, ha sido una de las ocas dirigentes de IU capaz de discrepar notoria y públicamente con la política de alineamiento de IU con los sectores del nacionalismo más insolidario y excluyente. Y la única en atreverse a denunciar y criticar abiertamente la indecente cohabitación de Ezker Batua, la federación vasca de IU, con el gobierno de Ibarretxe. Mientras Madrazo aprobaba desde el gobierno vasco subvenciones a las organizaciones pro etarras o defendía el plan Ibarretxe y el referéndum por una “Estado Libre Asociado”, Rosa Aguilar recibía en el ayuntamiento de Córdoba a los integrantes del “Autobús por la libertad”, la iniciativa puesta en marcha por las organizaciones ciudadanas de la rebelión democrática del País Vasco para dar a conocer en toda España la situación de fascismo que se vive en aquel rincón de España. Organizativamente, sus ideas de renovación y apertura de IU hacia la sociedad, de poner fin al sectarismo y el dogmatismo que en gran medida impregnan a su organización han sido motivo de constantes choques con la dirección federal, sin que, por otra parte, Rosa Aguilar tomara nunca la iniciativa de agrupar tras su liderazgo una línea acorde con su pensamiento dispuesta a dar la batalla por ganar la mayoría en la coalición. En estas condiciones, su salida de Izquierda Unida, más tarde o más temprano, estaba asegurada. Lo que no quita, sin embargo, para que su marcha sea un duro golpe, muy duro, para la organización. Con su salida, IU pierde a la que posiblemente sea su dirigente más reconocida y respetada. Y lo hace apenas a unas semanas de las elecciones europeas. Con lo que el golpe es por partida doble. O incluso triple si, como se insinúa desde algunos medios, el fichaje de Rosa Aguilar puede representar el inicio de una ofensiva del PSOE –cada vez más apurado ante el retroceso electoral que le auguran las encuestas–, dirigida a arrebatar a IU a algunos de sus cuadros y dirigentes locales más valiosos, con el objetivo de intentar dar un bocado sustancial al millón largo de votantes que todavía conserva IU. En todo caso, el abandono de Rosa Aguilar no es más que otro síntoma de la situación a la deriva y sin rumbo en la que se encuentra Izquierda Unida. La salida de Llamazares de la presidencia federal ha puesto fin a una de las etapas más nefastas de la coalición. Pero la llegada de Cayo Lara tampoco está suponiendo, pese a unos comienzos prometedores, el cambio que muchos de sus votantes esperaban. La salida de Rosa Aguilar indica que no está teniendo la cintura ni la habilidad para unir en torno a un proyecto a las distintas corrientes y sensibilidades de la coalición. Lo que hace pensar que no sea descartable que veamos en las próximas semanas y meses una sucesión de abandonos a cuentagotas en la misma dirección. Dirección que, por el camino emprendido por Rosa Aguilar, conduce directamente al PSOE. Lo que constituye el segundo aspecto de la cuestión. Nada hay que objetar al hecho de que Rosa Aguilar, y los que piensan como ella, consideren insalvables sus diferencias con la actual IU. ¿Pero están seguros que la alternativa es pasar a encuadrarse bajo la línea de Zapatero? El gobierno preferido de Botín y que más ha hecho para que la banca y los grandes monopolios obtuvieran los mayores y más escandalosos beneficios de su historia.

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