Todos los 8 de marzo, las feministas españolas inundan las calles de toda España y muestran su fuerza y organización, llenando las plazas y avenidas de color morado, de consignas, de lucha y energía transformadora.
Todos los 8 de marzo, las feministas de todo el mundo miran -con admiración y sana envidia- las gigantescas movilizaciones de nuestro país y aplauden su poder movilizador y su capacidad de remover conciencias y de dar -y ganar- decisivas batallas ideológicas y culturales. Un poder conseguido gracias a un enorme tejido organizativo, de miles y miles y miles de colectivos feministas, construido a lo largo de décadas, y que hace que prácticamente no haya barrio, ni pueblo ni universidad donde no haya una organización de mujeres.
El feminismo en España es una fuerza social y transformadora de enorme influencia, una de las principales puntas de lanza de una mayoría social progresista que ha hecho suyas sus principales aspiraciones y reclamos de igualdad y lucha por acabar con el machismo y el patriarcado en todas sus expresiones. Gracias a su organización y movilización -cada 8M, día de la mujer trabajadora; pero también cada 25 de noviembre contra la violencia machista; o contra agresiones como la de ‘La Manada’ o el ‘Caso Rubiales’- la lucha feminista ha conseguido numerosas e importantísimas victorias que ya son patrimonio de todas y todos, como la Ley del ‘Sólo Sí es Sí’ o el movimiento «Me Too».
Recordar todo lo anterior puede parecer una obviedad, o una salmodia, pero no lo es.
No lo es porque hay quien quiere acabar con el feminismo, con sus conquistas y con sus avances. Hay quien quiere un feminismo jibarizado, enfrentado, dividido, señalado y en retroceso. Algunos de los que tienen esta agenda tóxica, machista y reaccionaria están en la Casa Blanca, o son sus vicarios ultras en España.
Frente a ellos, para resistirles y vencerles, hemos de forjar la unidad. Es natural que en un movimiento tan vasto y diverso como el feminismo haya diferentes corrientes, enfoques e ideas. No debemos dejar que los debates en torno a ellas, por necesarios e intensos que sean, abran grietas que los enemigos de la lucha de las mujeres puedan aprovechar.
Necesitamos unidad para no permitir ni un paso atrás, pero sobre todo para conquistar otro mundo, otra sociedad donde la igualdad entre mujeres y hombres -en todos los planos, en lo económico, en lo social y en lo cultural- sea posible y se convierta en una realidad irreversible.
Unidad para conquistar una sociedad más justa y feminista que derribe de una vez por todas la recha salarial de género, que aunque se reduce gracias a la lucha, aún llega a un intolerable 17% en términos promedio. Si lo comparamos con la nómina anual, es como si las mujeres que trabajan con sus compañeros en un mismo puesto de trabajo… dejaran de percibir su sueldo a partir del 29 de octubre.
Unidad para erradicar la sangrienta lacra de la violencia de género, cuya consecuencia más brutal es el rastro de asesinatos machistas. 2024 cerró con 47 mujeres y nueve menores asesinados en crímenes machistas, y en lo que llevamos de año ya hemos de lamentar 11 feminicidios. ¡Ni una menos, ni una más!
Unidad para promover -como apoya la mayoría social- una cultura y una educación sexual y afectiva para nuestros niños y jóvenes comprometida con el respeto y la igualdad, haciendo retroceder al machismo y el patriarcado en el plano ideológico y cultural.
Unidad para conquistar un futuro feminista. Un futuro revolucionario.
María de la Purificación dice:
Harían falta más redactoras.