Crónica de campaña

Zipayoak, pintadas y bombas

Uno puede pensar que es contradictorio que junto a un cartel en el que Aralar pide, en su sede de Vitoria, el reagrupamiento en Euskadi de los presos etarras aparezcan pintadas del entorno de ETA acusándolos de traidores y vendidos. Cipayos es el término peyorativo del entorno etarra para la Ertzantza, la policí­a autónoma vasca.

Pero no es extraño. Algunos se han aresurado a sumar esta pintada a los ataques que han sufrido batzokis (sedes del PNV), Casas del Pueblo socialistas y otras oficinas electorales desde que empezó la campaña. Pero hay una diferencia. Es a todas luces evidente que los resultados de las últimas generales y la crisis económica actual están obligando a los principales partidos que forman parte del régimen, PNV y Ezker Batua, a guardar en el armario sus reivindicaciones identitarias para salvar los muebles.Este giro lo están aprovechando no sólo EA y Aralar para lanzar una ofensiva identitaria y recoger los votos independentistas descontentos y los ilegalizados por relación con ETA, sino también por Patxi López, que pretende ser más vasco que nunca para tranquilizar a “los poderes fácticos” de que su caserío no está en cuestión si alcanza la Lehendakaritza. Que aparezcan pintadas o ataques a algunas sedes sigue la lógica del chantaje fascista que pretenden ejercer los camisas pardas del régimen. Aralar se limita inexplicablemente a pedir respeto en lugar de levantar el grito en el cielo contra el fascismo. Inexplicablemente porque, mientras les pintaban la sede, a una concejala del PP de Burlada, en Navarra le ponían una bomba simulada con una pegatina de D3M. El insulto es sólo el primer paso.

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