El ejército paquistaní­ se lanza a la ofensiva contra los talibanes

Zardari se pone firme

Después de que estos dí­as saltaran todas las alarmas internacionales ante la presencia de las milicias talibán a menos de 100 km de la capital paquistaní­, y de que EEUU -pendiente de aprobar un cuantioso crédito de 7500 millones de dólares en ayuda civil para el gobierno de Islamabad- lanzase varias advertencias al presidente Alí­ Zardari para aplicar mano dura, parece que las presiones han surtido efecto. El ejército paquistaní­ ha lanzado una ofensiva contra las posiciones talibanes en la frontera norte y han quedado quebradas las conversaciones entre los islamistas y el gobierno regional, denunciadas por Washington como un «plegamiento a los terroristas».

La ofensiva del ejército de Pakistán en la región norteña de Dir se ha cobrado la vida de 46 insurgentes, entre los que según los ortavoces militares está el comandante talibán Qari Shahid. La operación, que continuará hasta conquistar la zona, ha roto las conversaciones entre las milicias talibanes y el gobierno regional, que habían acordado cesar las hostilidades a cambio de que la ley islámica se impusiera en el valle del Swat, vecino a la zona de Dir. Los talibanes, lejos de desramarse o de cesar su actividad, prosiguieron su avance hacia el interior del país, tomando sin mucha resistencia por parte del gobierno los departamentos de Shangla y Búner, éste último a unescaso centenar de kilómetros de Islamabad. Ayer, tras alcanzar los talibanes y el gobierno un acuerdo tácito -no reconocido por ninguno de los dos- para extender la sharia a Shangla y Búner, las milicias islamistas se retiraban, pero las potencias occidentales, en especial EEUU, ponían el grito en el cielo ante la complacencia del gobierno Zardari, que hace continuas concesiones a los insurgentes. El secretario de Defensa norteamericano, Robert Gates, lo hacía en un tono de preocupación: “Queremos apoyarlos. Queremos ayudarlos de la manera que podamos. Pero es importante que reconozcan las amenazas a las que se enfrentan", decía ayer el jefe del Pentágono. Hillary Clinton era más tajante, y arremetió contra el gobierno de Islamabad por plegarse a los extremistas. Los radicales progresan a un ritmo que les convierte en una "amenaza global y existencial", dijo la Secretaria de Estado. Un colapso paquistaní no sólo significaría que una enorme complicación para EEUU en el frente afgano. Pakistán es el único país musulmán con armas nucleares. Zardari se ha prodigado en entrevistas para intentar calmar la ansiedad occidental. "Quiero asegurar al mundo que la capacidad nuclear de Pakistán está en manos seguras", ha dicho el presidente paquistaní, que afirma que su país tiene un "fuerte" sistema de control nuclear. En el cambio de actitud de Islamabad –aunque todavía queda por ver se mantiene en el tiempo o sólo es un gesto- seguramente han pesado no sólo las presiones diplomáticas, sino el crédito de 7500 millones de dólares en ayuda no militar que el Congreso norteamericano debate si conceder o no. Una base material del avance de las posiciones extremistas entre las masas paquistaníes es la desastrosa situación económica. Por eso Zardari cerró su declaración con una advertencia: “[Pakistán] fracasará, si la democracia fracasa; entonces cualquier eventualidad es posible".

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