“Mas la América nuestra…que, desde los remotos momentos de su vida, vive de luz, de fuego, de perfume, de amor… esa América vive. Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol. Tened cuidado. ¡Vive la America española¡”
(Ruben Darío)
“Buenas noches a todos. Ya se puede hablar español en los oscares, ya nos abrieron la puerta y no nos sacan de aquí”.
Así empezó su intervención en el escenario de la gala de los oscar el actor Diego Luna. Seguro que todos recuerdan al mejicano guapo que enamoraba a Ariadna Gil en “Solo quiero caminar” de Agustin Díaz Yanes”. Ese mismo. La pasión con que pronunció esas palabras arrancó los aplausos de los asistentes.
Fuera de escenario, había recordado a los periodistas su primera vez en los Oscars, presentando “Y tu mamá también” de Alfonso Cuarón en 2001. En aquella ceremonia, decía, él y Gael García Bernal, con quien compartía protagonismo, habían sido los raros de la noche, los casi fuera de lugar. Por eso, festejaba emocionado por los pasillos, como propio, el éxito de la película de su compatriota y antiguo director, Alfonso Cuaron:
-”Traigo mezcal en los zapatos para celebrar el éxito de Roma. Aunque no gane nada, vamos a celebrar. Pasó algo histórico, que una película en español y mixteco tenga 10 nominaciones, entre ellas mejor película, mejor director, mejor actriz, mejor fotografía…es brutal.”
También Javier Bardem estaba exultante. Fue el, un rato antes que Luna, el que colocó el español como segunda lengua de la ceremonia cuando entregó, junto a la actriz afroamericana Angela Basset, el premio a mejor película extranjera:
-”No hay fronteras, no hay muros que frenen el talento. En cada región, en cada país, de cada continente del mundo, hay historias que nos conmueven. Esta noche celebramos la importancia y la excelencia de la cultura y el idioma de los diferentes países. “
Con estas palabras, levantó una ovación unánime de todo Hollywood, repetida momentos después cuando se fundió en un abrazo con Cuarón.
El también había sido un raro cuando en 2008 consiguió el Oscar a mejor actor, lo mismo que Penélope Cruz cuando al año siguiente fue la segunda actriz no estadounidense de la historia en lograrlo, y todo Hollywood supo de un lugar llamado Alcobendas.
En los últimos seis años, sólo ha habido un año en que el premio a mejor director no se lo haya llevado un mejicano: en 2014 fue Alfonso Cuaron, en 2015 Alejandro González Iñarritu, en 2016 de nuevo Iñarritu, en 2018 Guillermo del Toro, y este año de nuevo Cuarón.
“Roma” se fue a casa con 3 estatuillas: director, película extranjera y fotografía. No se llevó finalmente la de mejor película, hubiera sido demasiado, aun no está preparada la Meca del Cine para una provocación de ese calibre en plena era Trump, pero lo conseguido es un éxito tan grande que no se si Luna llevaba suficiente mezcal para celebrarlo.
Mientras, al otro lado del Río Grande, en el barrio natal de Mexico DF de Alfonso Cuaron, miles de vecinos de Roma celebraban como suyo el éxito de la película que les ha dado voz y protagonismo. Sentados en el suelo ante pantallas gigantes instaladas en la plaza principal del barrio, aplaudían y gritaban a rabiar. Daban ganas de haber podido estar con ellos, celebrando como celebraríamos cada uno en nuestro barrio de Madrid o Barcelona, porque Méjico ha encabezado un hito del que podemos estar orgullosos los mas de 500 hispanoablantes del mundo.
Dicen los entendidos que, de conjunto, la ceremonia de los Oscars de este año ha sido aburrida y prescindible. Puede ser. Pero, como dijo un actor estadounidense al final de la gala, “Si algo ha quedado claro hoy, es que Mexico no va a pagar ningún muro”.