El Supremo de Pakistán rehabilita al opositor Sharif

¿Y Washington que opina de esto?

El Tribunal Supremo de Islamabad revocó ayer su propia decisión de considerar `no aptos para ser elegidos´ a los hermanos Sharif -Nawaz, ex-presidente de Pakistán, y Shahbaz, jefe del Gobierno provincial de Punjab- allanando así­ el camino de la reelección del primero para la presidencia de la República Islámica. En lo que serí­a su tercer mandato. ¿Y Washington que opina de esto?

Hablar de Nawaz Sharif en Pakistán es hablar de las entrañas del oder del Estado. El líder de la islamista moderada Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz (PML-N) tiene un partido marcado con su nombre y ha sido primer ministro en dos ocasiones –del 90 al 93 y del 97 al 99-. Si en el primer mandato fue la malograda Benazir Bhutto quien le arrebató el poder en las urnas, el segundo mandato llegó a su fin con el golpe de Estado del general Pervez Musharraf en 1999. El general llegó a cambiar a los jueces del Supremo para que aprobaran el veto que impedía a los hermanos Sharif volver al poder. El líder islamista, perseguido por escándalos de corrupción, hubo de exiliarse –primero en Reino Unido, luego en Arabia Saudí- para escapar del general, pero la presión de Occidente hizo que Musharraf tuviera que dejarle entrar de nuevo en el país en 2007.Muchas cosas han sucedido estos dos años. Musharraf ha perdido la gracia –y la utilidad- para Washington, y su eterna rival Bhutto fue asesinada, siendo sustituida por su esposo, el actual presidente Ali Zardari. Pero sobretodo Pakistán avanza hacia el estatus de Estado fallido, con los talibanes adueñándose de la frontera con Afganistán, con una situación económica cercana al colapso y unos aparatos estatales –en especial el Ejército y los servicios secretos (ISI)- horadados por posiciones cada vez más proclives a la islamización del país. Washington tiene para Pakistán un plan A, y lo está llevando a cabo. La cruenta ofensiva del ejército en los distritos de la frontera noroeste, en especial en el Swat, el bastión talibán, parece estar consiguiendo –a costa de gran número de víctimas “colaterales”- una victoria militar. Pero el Pentágono sabe demasiado bien que los rápidos triunfos militares son la antesala de un largo y pantanoso proceso de derrota si la semilla de la ira cala entre la población, y por eso tratan de poner en marcha el Plan B: la rehabilitación de Sharif como antesala de un gobierno de concentración nacional Zardari-Sharif -o incluso Sharif como Primer Ministro por tercera vez-. Un islamista moderado puede hacer concesiones tolerables a los cada vez más numerosos partidarios de la ley islámica, manteniendo el control del Estado –y de sus arsenales nucleares, no lo olvidemos- y la alineación básica con Washington.

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