El pasado 18 de enero el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto Ley por el que el Estado toma el control del llamado “banco malo”, la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) asumiendo una deuda de 35.000 millones de euros. Supone en los hechos una nacionalización por quiebra técnica.
Hace casi diez años en la Sareb se aparcaron los activos “tóxicos” del ladrillo y el entonces ministro de Economía del PP Luis de Guindos, hoy vicepresidente del BCE, nos aseguró que no nos costaría “ni un euro”.
La Sareb, amañada por el gobierno del PP con el beneplácito de Bruselas, se hizo cargo de los activos tóxicos, aquellos que eran incapaces de producir para el banco: créditos a promotores inmobiliarios y constructoras, préstamos impagados, suelo sin construir, viviendas adjudicadas… Y se montó con participación de la banca y el Estado, con aval del Tesoro y en caso de quiebra respondía el gobierno. Una trampa que encubría la socialización de las pérdidas de la banca.
Bruselas ha precipitado una quiebra que se arrastraba casi desde el origen mismo de la Sareb por su exigencia de que la deuda de 35.000 millones se contabilice como deuda pública ejecutando así el aval del Estado.
Ahora los bancos, que recibieron decenas de miles de millones de euros por el rescate financiero, salen de la Sareb con las manos limpias y los bolsillos llenos. Mientras, el gobierno asume una deuda de 35.000 millones de euros que cae como una nueva losa sobre un país cada vez más necesitado de recursos para abordar la salida de la pandemia y la crisis financiera.
El “Banco malo” es para nosotros. Para ellos es “banco bueno”.
Los bancos no han devuelto los más de 60.000 millones de euros del rescate, que el Banco de España da por perdidos, a los que hay que sumar los 35.000 de la Sareb: ¡95.000 millones de euros!
La Sareb nos carga otros 35.000 millones. O lo paga la banca con sus enormes beneficios o nos lo harán pagar a los ciudadanos con sudor, lágrimas y recortes
¿Quién responde, quién lo paga?
La banca nos debe 95.000 millones de euros, 20.000 millones más de los 75.000 millones de los fondos europeos que pueden llegar a España en forma de subvenciones, pero la noticia se pierde en los noticiarios, apenas hace ruido y ni siquiera es motivo de debate en un Parlamento que rebosa crispación cada día…
La realidad es que los principales medios y ninguna fuerza política lo plantean o lo hacen con sordina. ¿No es sorprendente que nadie proteste de verdad por esta nueva socialización de las pérdidas de la banca? El PP y sus medios afines callan para que nadie les pida cuentas por lo que hicieron desde el gobierno… Pero y los demás ¿por qué nadie pide cuentas a la banca?, ¿por qué nadie pide que lo paguen los dueños de los activos “tóxicos” del ladrillo?…, ¿por qué callan?
El gobierno ha despachado su decisión diciendo que se trata de “adecuar la gobernanza a la nueva realidad contable e institucional”. Pero un atraco a la población y al país de semejantes proporciones no es un problema contable, tiene implicaciones directas en la vida y las condiciones de vida de la gente. O lo pagan ellos con sus enormes beneficios o nos lo harán pagar a los ciudadanos con sudor, lágrimas y recortes.
Mariano Rajoy dijo como presidente del gobierno en el Congreso: “El crédito es a la banca y lo va a pagar la banca”. Ahora es el momento de exigirlo para salir de la pandemia sanitaria y afrontar la crisis económica.
Los cuatro grandes bancos beneficiarios del rescate, CaixaBank, Santander, BBVA y Sabadell, han ganado durante los dos años de pandemia, ellos sí, más de 20.000 millones de euros; y este año esperan ganar aproximadamente otros 15.000 millones.
El gobierno no puede dar por resuelto el problema y echar más tierra sobre el escándalo de proporciones gigantes que suponen los 95.000 millones de euros perdidos por el gran capital financiero que se socializan y se cargan sobre las clases populares. Pero tampoco el Parlamento. Es el momento de que los gestores respondan y que los dueños de los activos tóxicos devuelvan, para empezar, los 35.000 millones de la Sareb. A cuenta de sus beneficios y los dividendos de sus grandes accionistas, por los dos últimos años de pandemia y los que esperan ganar este 2022, más de esos 35.000 millones de euros.