El papel de Tsunami Democràtic en la “hoja de ruta” del procés

¿Y quién desea un “tsunami” en Cataluña?

Los tsunamis engendran destrucción, pero la nueva plataforma que pretende movilizar al independentismo dice querer provocar aquello de lo que el resto de la humanidad huye. Tsunami Democrátic ha irrumpido ocupando el aeropuerto del Prat o bloqueando la frontera con Francia.

¿De dónde ha surgido este fenómeno, formado hace pocas semanas y que ahora amenaza con “causar una crisis generalizada en España”? ¿Quién y para qué necesitan ver a Cataluña atravesada por la devastación de un tsunami político?

Lo que se necesitaba, surgió

Los científicos saben que los tsunamis no surgen de la nada. El 90% de los tsunamis están provocados por terremotos, son los llamados “tsunamis tectónicos”.

Lo mismo sucede con el tsunami catalán. En su origen encontramos dos tendencias contrapuestas.

Por un lado el deseo de los sectores más agresivos del independentismo, representados por Puigdemont en Waterloo y Torra en Barcelona, de que la respuesta a la sentencia del “juicio al procés” fuera el “momentum” para elevar la temperatura del “conflicto con España”.

Por otro, la tendencia decreciente de la capacidad de movilización de las élites del procés. La ANC y Omium, que en 2014 juntaron en la diada a 1,8 millones de manifestantes, solo pudieron congregar hace pocas semanas a 350.000 para protestar contra la sentencia del Supremo.

Cuanto más pretenden avanzar hacia la ruptura, menor es la base de masas dispuesta a seguirlos.

Y lo que las élites del procés necesitaban apareció. Una plataforma como Tsunami Democràtic que, movilizando solo a la base independentista más encuadrada, permitiera mantener de forma continuada un clima de conflicto social.

De arriba abajo

La forma en que Tsunami Democràtic se organiza nos da pistas sobre cuál es su naturaleza. Se presenta a sí mismo como una organización “sin líderes ni portavoces”, engendrada por una ola colectiva que sube de abajo a arriba.

La realidad es mucho más prosaica. Un periódico independentista como Ara nos informa de que Tsunami Democràtic se organiza de arriba abajo, en árbol: una cúpula idea las acciones que hace llegar a través de ramificaciones hasta el peldaño más bajo, los coordinadores municipales.

Nada que ver con una “indignación espontánea” que se organiza de forma casi asamblearia.

La web que aloja su infraestructura en internet está radicada en San Cristóbal y Nieves, un paraíso fiscal caribeño especializado en ocultar la identidad de los dominios. Y fue registrada en julio, dos meses antes de su presentación pública.

No es un fenómeno desordenado, que avanza a golpe de muchos pequeños impulsos. Fuentes policiales reconocen que “se trata de un movimiento con una estructura organizada y una estrategia pensada y poderosa,  capaz de convocar y desconvocar una acción en horas, consiguiendo que miles de personas acudan a un lugar y se vayan”. 

La app que se descarga cada miembro del “tsunami” a través de códigos QR es un ejemplo máximo de centralización y obediencia. Permite a un centro de mando saber la localización exacta de cada miembro y planificar las acciones. Y miles de personas ceden sus datos, y obedecen las órdenes, de una dirección que no conoce.

La amplitud de su radio de acción -más de 400.000 seguidores en Telegram, lo que supone el 70º canal del mundo por volumen-, la sofisticada infraestructura en internet, la capacidad de organizar complejas operaciones, como la paralización de una frontera durante más de un día, no surge de un pequeño círculo.

En sus formas, Tsunami Democràtic no se emparenta como “organizaciones surgidas de la base”, sino con modernos movimientos de desestabilización, como el que impulsa desde hace meses disturbios en Hong Kong, capaz de generar problemas a un país como China.

El rastro del tsunami conduce a Waterloo

Carles Puigdemont ha negado una y otra vez tener nada que ver con el “lanzamiento” de Tsunami Democràtic. Pero ha dejado un rastro que lo delata.

No nos referimos a las palabras del expresident de la Generalitat, cuando en 2017, semanas antes del 1-O, animaba a “llenar las calles de gente con un tsunami democrático”.

Son pistas más concretas. El dominio tsunamidemocratic.cat fue registrado a través de la empresa canadiense Tucows. Es la misma utilizada para crear defensaexili.org, que llama a sostener económicamente la presencia de Puigdemont en Waterloo. Tucows también se usó para impulsar CATGlobal.cat o republica.cat, directamente conectadas al Consell de la República presidido por Puigdemont. Pero hay más: Tsunami Democrática guarda sus datos en servidores de la empresa Cloudflare, la misma que aloja el dominio consellrepublica.cat.

Todo puede ser una endiablada catarata de casualidades. Pero diversas fuentes -desde informes policiales a medios dispares como El País o La Vanguardia– coinciden en que el lanzamiento público de Tsunami Democràtic se decidió en una reunión celebrada en Ginebra, en la última semana de agosto, en la que estuvieron presentes todas las “fuerzas vivas” del procés, desde Puigdemont y Torra a ERC o las CUP. El más entusiasta defensor del Tsunami fue… Puigdemont.

Este “aval” del poder, y no la “indignación de las bases independentistas” es la gasolina que explica el fulgurante crecimiento del tsunami. Cuando se presentó públicamente, el 2 de septiembre, a los pocos minutos había recibido la aprobación pública, vía twitter, de Puigdemont, Torra y Junqueras. Lo mismo ha sucedido con cada una de sus acciones. El Consell de la República instó a acudir a bloquear la frontera francesa en La Junquera y a respaldar “una movilización permanente”.

¿Quién sale beneficiado?

Esta pregunta, básica para aclararse en una novela policíaca, nos permite comprender lo que algunos llaman “el enigma del tsunami”.

Cuando Tsunami Democràtic aparece en escena, en el seno del independentismo existe una dura pugna entre “el círculo de Waterloo”, los Puigdemont y Torra, que apuestan todas las cartas a mantener a cualquier precio el enfrentamiento con España, y una ERC en ascenso partidaria, sin abandonar sus planteamientos independentistas, de una vía más posibilista.

Tsunami Democràtic se presenta con un vídeo donde, bajo el lema “recuperemos la iniciativa”, el agua hierve en un cazo. Caldear el ambiente político para poder dar un paso adelante. 

Pocos días después, Tsunami Democrátic emite un tuit, que luego borraron, donde se afirma que “la respuesta organizada pretende crear en el Estado español que se prolongue en el tiempo”. 

Detrás de cada acción del Tsunami Democràtic encontramos una razón política que conduce al “círculo de Waterloo”.

Puigdemont acaba de presentar en Waterloo el Consell de la República de la Catalunya Nord, con sede en Perpiñán. Una iniciativa para extender a Francia el “conflicto catalán”.

Mientras esto sucedía, Tsunami Democràtic cortaba durante 36 horas la frontera con Francia, obligando a la policía gala a cargar.

Toda la estrategia de las élites del procés más agresivas se basa en “internacionalizar el conflicto”. Necesitan una “intervención exterior”.

En el comunicado valorando la acción en la frontera con Francia, Tsunami Democràtic afirmaba que “se ha conseguido aislar al Estado español de Europa”. Planteando que “se ha hecho visible que la demanda democrática de la ciudadanía de Cataluña no es un problema interno del Estado español sino que afecta al espacio europeo”.

Y ya se anuncia que algunas de las próximas acciones del “tsunami” se realizarán en algunas de las principales ciudades europeas.

Pero el Tsunami Democràtic también aspira a traspasar los límites catalanes dentro de España. Al mismo tiempo que se bloqueaba la frontera en Francia por Cataluña, se impulsaba una “marcha lenta” que también colapsara los pasos fronterizos en Euskadi. Bajo la bandera de “ofrecer una solución democrática en Cataluña y Euskal Herria”, Tsunami Democràtic pugna por sumar una variante vasca a la hoguera catalana.

La subversión de la No Violencia

En su primer tuit público, Tsunami Democràtic afirma basarse en los principio de “la no violencia y la desobediencia civil”, invocando referencias como Gandhi o Luther King. Pero esa es la “tapadera” que esconde intereses muy diferentes.

En 2018, el Instituto Catalán Internacional por la Paz, creado por el Parlament de Catalunya, publica y difunde los libros de Gen Sharp, teórico de la “no violencia”, afirmando que “en el contexto actual de conflicto político (..:) estos libros parece escritos para aportar respuestas a los retos que tenemos”.

Paralelamente, destacados miembros de la ANC acuden a Boston a reunirse con el Instituto Albert Einstein, fundado por Sharp, para aplicar a Cataluña sus enseñanzas.

¿Quién es Gene Sharp? 

En los años ochenta, en plena Guerra Fría, Sharp desarrolla los métodos de lucha subversiva a emplear ante una posible ocupación soviética de Europa Occidental. La CIA integra al Instituto Albert Einstein de Sharp en la “red stay-behind”, una telaraña secreta de intervención norteamericana en Europa.

Las organizaciones de Sharp reciben financiación directa de la  National Endowment for Democracy, una de las ramas de la CIA. Tras la Guerra Fría, la CIA coloca al coronel Robert Helvey, experto en subversión y entonces decano de la  Escuela de Formación de Agregados Militares de Embajadas, como enlace directo con la Albert Einstein Institution.

Bajo la bandera de la “no violencia y la desobediencia civil” se promueven movimientos de desestabilización siempre al servicio de los intereses de dominio de la superpotencia. La red de Sharp extenderá sus tentáculos a Yugoslavia, preparando el terreno para la invasión de la OTAN, jugará un papel en las múltiples “revoluciones de colores” -desde Ucrania a Egipto o Birmania- para derribar gobiernos y sustituirlos por otros más ajustados a los proyectos de Washington.

A través del Centro para la Acción No Violenta y Estrategias Aplicadas con sede en Belgrado, se instruye a futuros dirigentes de 46 países en las tácticas de desestabilización ideadas por Sharp. Entre otros, han pasado por esta “academia de la desestabilización” algunos de los más agresivos partidarios del golpe que en Venezuela quiere imponer el gobierno de Juan Guaidó.

Gene Sharp no elabora sesudos planteamientos filosóficos sobre la “no violencia”, sino manuales de acción. Ha sistematizado hasta 198 tácticas concretas. Agrupadas en cinco pasos, desde “crear un clima de malestar social”, con denuncias, fundadas o no, hasta la “fractura institucional”, que incluye pronunciamientos militares para la renuncia de un presidente.

Es un auténtico manual de desestabilización elaborado desde las cloacas del Estado norteamericano.

En las semanas previas a la publicación de la sentencia, la ANC y otras organizaciones del procés convocaron “talleres y seminarios” para estudiar los métodos de Sharp.

Que no se disfracen con referencias progresistas y de lucha popular. La “no violencia” que defienden son en realidad violentos procesos de desestabilización, y la “desobediencia civil” que propugnan es la obediencia a manuales de subversión elaborados por la superpotencia.

Una misma caja

¿Y de dónde sale el dinero para sostener una iniciativa como Tsunami Democràtic? El rastro del dinero siempre es una pista decisiva.

La justicia española está investigando una red de malversación de dinero público para financiar al “círculo de Waterloo”. Hasta dos millones de euros de subvenciones publicas a la fundación CATmon se habrían desviado para llenar las arcas de Puigdemont en Bélgica.

El método es sencillo: instituciones controladas por los partidos del procés otorgan subvenciones a sus propias fundaciones, y luego ellas canalizan el dinero. En el caso de CATmon, encontramos a Victor Terradellas, íntimamente relacionado con el más estrecho círculo de Puigdemont.

Otra vía de financiación es recabar aportaciones de los ya beneficiados. Así hizo Terradellas al pedir a Joan Puig Cordón, ex diputado de ERC y editor de diversos medios digitales -cuya financiación procede al 90% de subvenciones de la Generalitat- una “aportación” de 100.000 euros.

Al final de todas estas vías de financiación del procés siempre encontramos una misma caja: los presupuestos de la Generalitat, que todos pagamos pero que manejan las élites procesistas.

¿Creen que la financiación del “tsunami”, en cuyo origen volvemos a encontrar estas mismas élites del procés, va a seguir una norma distinta?

2 comentarios sobre “¿Y quién desea un “tsunami” en Cataluña?”

  • Tsunami ni que leches. 4 gatos de la pequenya burguesia ,financiados el bocata por la generalitat y quemando contenedores en plan Borroka.Si a la gente de catalunya lo que le preocupa es la explotacion laboral,el coche y las hipotecas de la casa.Muy bueno el programa de Recortes Cero de redistribucion de la riqueza. Ahi es donde hay que incidir .Cuando vivia alli,todo el mundo sabia que era madrilenyo y me trataban con total respeto

    • Cuando iba al trabajo en Barcelona, viviendo en el barrio de Sants (precioso, de estilo modernista de Gaudi ),a una multinacional catalana (la burguesia catalana tiene negocios tanto en Madrid como Catalunya a hacer mis 10 horas de fabricante de mercancias de software (obrero puro,por mas que he intentado copiar a Bill Gates o a los de Google no ha habido suerte y como me decia mi maestro de jojutsu (vaya m..de trabajo q tienes,te esta matando ),pues bien, habia una pintada q poniamos «abajo el imperialismo «. Pensaba «que bonito seria si estuviera pintado en Vallecas en Madrid»,pero en Catalunya es de chiste, es el malvado imperio espanyol, que oprime a los pobres catalanitos, comen tortilla de patata y hay un guardia civil en cada esquina. En fin,de chiste. Sobre Gene Sharp,echaron un reportaje en la 2,para los progres de «como hacer una revolucion «(si,si,joven progre izquierdista, tu tampoco te libras de la CIA )

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