Por primera vez, un tratamiento con inmunoterapia salva la vida a una paciente terminal de cáncer de mama.
La paciente Judy Perkins, una ingeniera de Florida, tenía 49 años y una sentencia de muerte con dos o tres meses de vida. Su cáncer de mama era incurable. La quimiterapia no había funcionado y el tumor mamario había metastatizado creando enormes tumores en el hígado, y lanzando más células malignas por todo su organismo. A esas alturas Judy estaba desahuciada, un término que en oncología produce pavor y que suele significar una cruel espera hasta el terrible final. Es el trágico fin de los últimos estadios del cáncer, etapa en la que las terapias convencionales suelen fracasar.
Y sin embargo, un ensayo clínico arrancó literalmente a Judy de las puertas de la muerte. Hoy, tras dos años de tratamiento, está feliz y completamente curada. El trabajo publicado en Nature Medicine explica el trabajo de los investigadores del National Cancer Institute (NCI), que fueron capaces de modificar el sistema inmunitario de Jane (en concreto sus células T, un tipo de linfocito o glóbulo blanco), reeducándolo para que fuera capaz de detectar y eliminar por completo las células cancerígenas, incluidas las lesiones metastásicas.
Es la primera vez que se aplica la inmunoterapia con éxito para derrotar al cáncer en un estadio tan tardío. Hasta ahora los tratamientos de inmunoterapia contra el cáncer de mama habían fracasado; habían intentado otro enfoque (exitoso en otras terapias) llamado «bloqueo de los puntos de control inmunitarios», consistente en activar las células T dentro del cuerpo del paciente a través de anticuerpos inyectados. Pero por alguna razón, los tumores mamarios no terminaban de responder a este enfoque.
Los investigadores del NCI cambiaron de estrategia, en vez de intentar activar a las celulas T dentro de Judy, lo harían también -de forma complementaria- en el laboratorio. Extrajeron los linfocitos T de la sangre o del tumor, seleccionaron los que eran capaces de atacar a las células tumorales, los cultivaron y los inyectaron de nuevo en la paciente.
A Judy le quedaba poco tiempo, pero la inmunoterapia funcionó rápidamente. A los seis meses los tumores se habían reducido un 51%, al año habían desaparecido.
El estudio de Nature Medicine coloca a la oncología ante las inmensas perspectivas de una inmunoterapia personalizada, basada en «enseñar» o «ayudar» al sistema inmune de cada paciente (a sus células T) a reconocer y atacar a cada tumor. Cada tipo de célula cancerígena es diferente, es producto de la alteración de uno o varios genes específicos (llamados oncogenes) y muestra en su superficie celular deteminadas proteínas llamados «marcadores». Que el sistema inmune sea capaz de reconocer estos marcadores, identificarlos como una amenaza y desencadenar una respuesta inmune, destruyendo a las células malignas, es la clave para que el propio cuerpo pueda vencer a la enfermedad.
Cada vez más expertos están convencidos de que el futuro de la lucha contra el cáncer pasa por terapias cada vez más personalizadas, entre ellos el propio autor principal de este estudio, Steven A. Rosenberg. “Es probable que sean necesarios tratamientos altamente personalizados si queremos progresar en el tratamiento de tumores comunes”.
Tomando las células T del propio paciente, activándolas a través de proteínas específicos (los marcadores particulares del tumor del paciente) y cultivando en el laboratorio las estirpes celulares que más activas se muestren contra el tumor, para reintroducirlas después en el enfermo. En cierta medida, este enfoque reproduce con medios biotecnológicos lo que hace el propio sistema inmume. Es una amplificación «artificial» de uno de los sistemas celulares más complejos y eficaces que la evolución ha creado.
Recientemente, este enfoque ya se ha utilizado -combinado con la terapia génica- contra los peores tipos de leucemia infantil con notable éxito. El tratamiento con Kymriah también consiste en la extracción de las células T del paciente, aunque en este caso esos linfocitos son modificados genéticamente. Pero el resultado es el mismo: las células T modificadas adquieren la capacidad de atacar las células tumorales, que hasta ese momento escapaban a su vigilancia. Una vez reintroducidos en el organismo, los Linfocitos T se multiplican hasta constituir un ejército que arrincona y destruye a las células tumorales.
La medicina contra el cáncer está experimentando una auténtica revolución y ha desarrollado en los últimos años un inmenso arsenal de tratamientos y enfoques, de los que la inmunoterapia y los tratamientos de terapia génica constituyen las fuerzas de élite de su ejército. La mayoría de las terapias está aún en fase de pruebas, pero en un futuro no muy lejano estarán a disposición de los oncólogos de todo el mundo.