Centenario de las vanguardias

Y de la vanguardia nació una nueva arquitectura

Las vanguardias sacuden los mismos cimientos de la arquitectura, las viejas concepciones se pulverizan, las formas cambian aceleradamente, y se utiliza la arquitectura para cambiar el mundo.

Las vanguardias no solo van a sacudir la pintura y la escultura, o moldear nuevas artes como el cine. Van a penetrar, con una fuerza arrolladora, en la arquitectura, cuestionando los mismos cimientos de las concepciones tradicionales, abriendo caminos antes inimaginables.

La radicalidad de las vanguardias permite a los arquitectos liberarse de los viejos límites, proporciona formas nuevas, investigaciones sobre la forma y los objetivos, capaces de responder a la búsqueda que proclamará en 1914 Gropius en la entrada de su Fabrica modelo de la Exposición del Werkbund en Colonia: “la materia está en espera de la forma”.

Y, sobre todo, se va a concebir la arquitectura y el diseño, no como un “arte puro” o meramente utilitarista, sino como un instrumento que puede ponerse al servicio de cambiar el mundo.

Todas las vanguardias van a irrumpir en la arquitectura, en direcciones muchas veces superpuestas o enfrentadas, pero generando un extraordinario torrente de creatividad.«Las vanguardias van a penetrar con una fuerza arrolladora en la arquitectura, abriendo caminos antes inimaginables»

El cubismo va a introducir la superposición de perspectivas, de forma que ya no es posible concebir el edificio desde un solo punto de vista, es necesario “moverse” en el espacio para entender su configuración y estructura.

El “Manifiesto de la arquitectura futurista” anuncia el dinamismo plástico, entendido como construcción no permanente o estática. Negando el valor monumental de la arquitectura y poniéndola al servicio de la nueva y cambiante sociedad. Aspirando a reproducir el movimiento y la velocidad en todas sus formas.

La abstracción llevada a sus máxima representación por el suprematismo inunda también la arquitectura. Don el grupo De Stijl (El Estilo) que aboga por una arquitectura que tendría que ser abstracta, concebida desde cero. O la obra de Le Corbusier, donde la belleza está no la forma o en los adornos, sino en el juego de volúmenes abstractos y la armonía entre ellos.

Hasta desembocar en la Bauhaus, fundada por W. Gropius como centro pedagógico y experimental de arquitectura y diseño. En el que ejercen una enorme influencia los artistas y arquitectos revolucionarios del Novembergruppe, que formarán el Consejo de los Trabajadores del Arte. Dirigido por un ideal de creación artística guiado por el paradigma dela obra colectiva, de la obra total en la que confluían todas las artes. Un fructífero laboratorio del que van a salir algunos de los más innovadores arquitectos.

El terremoto constructivista

Tras el triunfo de la Revolución de Octubre las vanguardias artísticas se enfrentan a una nueva realidad donde la construcción de un mundo nuevo ha dejado de ser un sueño para convertirse en una realidad.

Dentro de un terremoto artístico y una explosión de las vanguardias, que el nuevo Estado proletario alienta, los constructivistas rusos van a poner boca abajo toda la arquitectura mundial.

Bebiendo de todas las vanguardias, desde el cubismo y el suprematismo al futurismo, pero dándoles una nueva vuelta de tuerca.

Los constructivistas rusos se pronuncian tajantemente. “No medimos nuestro trabajo con el metro de la belleza, no lo pesamos con la balanza de la ternura y los sentimientos. Con la plomada en la mano, con los ojos infalibles, dominadores, con un espíritu tan exacto como un compás, edificamos nuestras obras igual que el universo da forma a la suya, como un ingeniero construye los puentes, como el matemático elabora las fórmulas de las órbitas. Sabemos que todo tiene su propia imagen esencial: la silla, la mesa, la lámpara, el teléfono, el libro, la casa, el hombre”.

Y toda su enorme audacia formal está presidida por la fiebre de la construcción de la nueva sociedad socialista. Todo, desde la construcción de un edificio al diseño de un mono de trabajo, es también una forma de contribuir a cambiar el mundo. «Los constructivistas rusos demuestran que se podía concebir la arquitectura y el diseño como una herramienta para transformar el mundo»Tatlin realiza su proyecto de “Edificio para la IIIª Internacional”, una torre de más de 300 metros de altura, compuesta como una espiral de acero apoyada en una diagonal, líneas que representan el progreso permanente de la sociedad socialista.

Se diseñan los llamados Condensadores Sociales, priorizando los espacios de uso colectivo con un lenguaje abstracto, porque se entendía que la abstracción significaba un estado mental más elevado.

El campo principal de experimentación fueron los clubes obreros, cuya construcción iniciara Melnikov con el Club de Obreros Tranviarios de Moscú.

La priorización de lo colectivo es el punto que hace hincapié Ginzburg en 1927 con el diseño del Edificio de Viviendas Narkomfin, un inmueble comuna.En la misma época El Lissitzky diseña para la Renovación de Moscú los Apoyanubes, viviendas para una nueva comunidad, separadas del suelo mediante un cuerpo vertical de circulación y desarrollados en volúmenes horizontales sin alguna determinación del espacio interior.La separación del suelo simbolizaba una nueva relación de propiedad con la tierra, donde no habría propiedad privada.La indeterminación espacial representaba la libertad total para experimentar nuevas formas de vida que crearían una propia espacialidad.

El constructivismo ruso va a ejercer una poderosa influencia en movimientos como La Bauhaus, que se orientará hacia el combate a cualquier concepción elitista o romántica del arte, defendiendo como la alianza entre arte y ciencia podía transformar el mundo.

O también en figuras como Le Corbusier, que con la Estructura Dom-Ino concibe viviendas que puedan construirse en serie, para que la mayoría de la población pudiera acceder a ellas, como un medio para transformar la sociedad. O diseñando en la Unidad de Habitación de Marsella, desde la arquitectura más vanguardista, un conjunto destinado a familias obreras, habitable y a bajo precio.

Se podía concebir la arquitectura y el diseño como una herramienta para transformar el mundo.

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