Si no fuera por las trágicas consecuencias de represión, miseria y padecimientos para el pueblo egipcio, podría tomarse a broma la transición que prepara EEUU para el Egipto post Mubarak. El número dos del régimen, jefe de los servicios secretos y hombre fuerte de la CIA en El Cairo se prepara para suceder al rais y pilotar la transición hacia un régimen tan controlado por Washington como el actual.
A medida que la revuelta opular egipcia se mantiene firme, avanzando y radicalizándose pese a la violencia desatada por los paramilitares del régimen, Washington ha ido perfilando una alternativa presidida por el objetivo de cambiar algo para que nada cambie. Son demasiados los intereses norteamericanos en juego como para que EEUU pueda permitirse no controlar el inevitable proceso de transición del régimen de Mubarak. Hablar de Egipto es, en términos estratégicos y geopolíticos, palabras mayores. Con más de 82 millones de habitantes (la mitad de los cuales viven bajo el umbral de la pobreza), es el baluarte norteamericano en la región, especialmente tras la caída del sha de Irán en 1979 y, en años más recientes, la creciente autonomía de Turquía bajo el mandato del islamista moderado Erdogan. Dos aliados vitales de EEUU en Oriente Medio, Israel y Arabia Saudita, dependen en gran medida del control de Washington sobre Egipto. En nombre de detener la expansión política de los Hermanos Musulmanes (con un notable peso en el mundo rural y en los suburbios más pobres de las ciudades),la alternativa diseñada por Obama es un auténtico insulto al pueblo egipcio y a las demandas de libertad y progreso del mundo árabe. De acuerdo con los planes de Washington, el nuevo vicepresidente, Omar Suleimán, jefe también de los servicios de inteligencia del régimen y considerado durante décadas como el hombre de la CIA en El Cairo, sería el destinado a pilotar la transición hacia un régimen “más abierto y plural”. Pero este mismo Suleimán, conocido en los círculos populares como “el jeque-tortura”, es justamente el máximo responsable directo –junto con Mubarak– de la aplicación de la ominosa ley de emergencia (que dura ya 43 años), con la cual se suspendieron los derechos constitucionales, se legalizó la censura y se otorgó a la policía política unos desmesurados poderes discrecionales para reprimir, encarcelar y torturar sin ningún tipo de control que han desembocado en 30 mil prisioneros políticos y más de 17 mil “infractores” confinados sin juicio. ¿Qué “transición a la democracia” pude esperarse de este siniestro personaje? ¿Que broma es esta? ¿De qué democracia y de qué derechos humanos habla Obama? Puente de plata a Mubarak Alfredo Jalife-Rahme (…) Barack (Obama) optó por el gatopardismo (geo)político aderezado con un discurso farisaicamente libertario: hay que cambiar a Mubarak por el general Omar Suliman (eminencia gris de la militarista gerontocracia carcelaria, torturadora y espía), con la coreografía de maquillajes seudodemocráticos plurales, para que todo permanezca igual; es decir, preservar los tambaleantes intereses geoestratégicos de Estados Unidos en Medio Oriente (…) Pepe Escobar (Asia Times, 5/2/11) describe la razón por la cual Estados Unidos teme la democracia árabe: Barack “está encajonado por imperativos geopolíticos y enormes intereses trasnacionales que no puede siquiera soñar en alterar (…); todo versa sobre Israel y el petróleo”. Recuerda cómo la CIA derrumbó la democracia en Irán, en 1953, mediante la Operación Ajax (derrocamiento del primer ministro nacionalista Mossadegh por el sha, por lo que Barack pidió disculpas 57 años más tarde). (….) después de todo, Washington compró a Egipto y a su ejército. Suliman trabaja para Washington, no para El Cairo (…) Suliman es el hombre del aciago ancien régime, íntimamente identificado con el lado oscuro de la satrapía carcelaria de Mubarak (…)Estados Unidos pretende detener el futuro y aferrarse al pasado maquillado en Egipto en particular, y en Medio Oriente en general. ¿Lo podrán digerir los jóvenes desempleados famélicos de la Revuelta de las Pirámides? LA JORNADA. 6-2-2011