Sahara

Vuelta al status quo en Guerguerat

Se rebaja la tensión entre Polisario y Marruecos en la frontera con Mauritania. La sociedad española -unida con los saharauis por lazos de hermandad- debe acompañarles en sus justas demandas de autodeterminación.

Durante los últimos meses, la tensión entre el Frente Polisario y las fuerzas de ocupación marroquíes ha estado elevada a su máximo punto desde 1991, año en el que firmaron un alto el fuego. La provocación del régimen alaui en Guerguerat -un estratégico puesto fronterizo con Mauritania, al lado del Atlántico- ha estado a punto de iniciar las hostilidades. Finalmente, tras meses de negociaciones con la ONU y sin disparar ni una bala, ambos contendientes han vuelto a la situación inicial. Los saharauis siguen clamando por un proceso de descolonización de acuerdo con el derecho internacional.

¿Que ha ocurrido en Guerguerat?. Se trata de un puesto fronterizo en la intersección entre el Sáhara Occidental -ocupado por Marruecos- la frontera con Mauritania y el océano Atlántico. Entre el muro erigido por Marruecos en los 80 -a lo largo del espacio que les separa de las zonas del Sáhara controladas por el Polisario- y la frontera mauritana hay una zona «neutra» de unos 5km, que venía siendo ocupada por tropas saharauis, ya que la consideran ‘territorio liberado’, además de usarla como punto de comercio con Mauritania. Los soldados marroquíes y saharauis están separados en el paso de Guerguerat por unos escasos 120m, y los acuerdos de cese de las hostilidades armadas firmados en 1991 prohíbe a Marruecos cruzar su propio muro. Cuando el 14 de agosto, un equipo de contratistas de ingeniería civil escoltados por gendarmes marroquíes cruzaron ese borde para asfaltar la carretera que lleva hasta la aduana mauritana, los saharauis -sospechando una treta de Rabat para asentar su control sobre Guerguerat- lo consideraron una ruptura del alto el fuego.

El Polisario actuó con contundencia ante esta nueva provocación del régimen alauí y enviaron a un centenar de hombres armados para bloquear el sospechoso asfaltado. La ONU, ante una escalada de consecuencias imprevisibles, envió a cascos azules a interponerse entre tropas marroquíes y saharauis. Durante meses, el conflicto ha estado a punto de convertirse en bélico, hasta el punto de que la diplomacia española -ignominiosamente desentendida de los saharauis desde hace décadas- se dirigió al Polisario para pedir «prudencia y contención».

Los saharauis, de la mano de Brahim Ghali, nuevo presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) tras la muerte hace un año de su histórico líder Mohamed Abdelaziz, han aprovechado el conflicto de Guerguerat para dar visibilidad de nuevo al problema del Sáhara Occidental. Ghali se ha atrevido incluso aviajar hasta el Atlántico, fotografiándose en algún punto de la costa de Guerguerat. Hacía más de un cuarto de siglo que ningún dirigente saharaui había pisado esa zona costera.

Finalmente, tras la intermediación de la ONU, ambos contendientes han retirado sus tropas de Guerguerat y regresado al status quo. Pero este incidente no debe quedar así, ni mucho menos quedar como una victoria de Rabat. Marruecos intenta que el tiempo entierre su ocupación del Sáhara bajo la arena del desierto y consumen por la fuerza de los hechos consumados su posesión ilegal del territorio que España abandonó a su suerte -sin atender a las exigencias de autodeterminación de los saharauis- y que Hassan II ocupó con la Marcha Verde de 1975 bajo el beneplácito de Washington y París. Ahora el régimen alauí está regresando a la Unión Africana para marginar las reclamaciones de la RASD.

En una carta a la ONU, el presidente saharaui ha lamentado que Rabat haya optado por «la provocación, la escalada militar, la tensión y la huida hacia adelante», y ha recordado que «el pueblo saharaui ha respetado al pie de la letra todas las resoluciones del Consejo de Seguridad y de la ONU y ha hecho tantas concesiones para la llegada de la paz. Naciones Unidas está llamada, hoy más que nunca, a elaborar un plan para la descolonización del Sáhara Occidental». La sociedad española -unida con los saharauis por lazos de hermandad- debe acompañarles en sus justas demandas de autodeterminación.

Deja una respuesta