200 AÑOS DEL NACIMIENTO DE MARX

Vigencia del marxismo

Marx y Engels colocaban por primera vez la lucha de clases en el centro de la interpretación de la historia… y en el corazón de la política del presente.

El 5 de mayo de 1818 -hace doscientos años- nacía en la ciudad alemana de Treveris, reino de Prusia, Karl Marx. Hijo de una familia judía de clase media, Marx estudió derecho en la Universidad de Bonn, para luego trasladarse a la de Berlin, donde acabaría decantándose por el estudio de la filosofía. En 1841, a los 23 años, obtiene el título de doctor en Filosofía por la Universidad de Jena. Al año siguiente, ya es jefe de redacción de la Gaceta Renana (Rheinische Zeitung), una revista de contenidos radicales, donde comienza a manifiestar su visión política y económica revolucionaria. Pero el gobierno prusiano cierra el periódico en 1843 y Marx tiene que exiliarse a París, donde conoce a Engels. En 1845, como consecuencia de sus actividades revolucionarias, es obligado también a dejar París y se traslada a Bruselas, donde formulará su concepción materialista de la historia. En 1848, al calor de los procesos revolucionarios que hacen temblar los cimientos de toda Europa, Marx y Engels publican el Manifiesto Comunista, texto fundacional de la I Internacional y del movimiento comunista.

«La historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido sino la historia de las luchas de clases»: con este breve, contundente y revolucionario enunciado, Marx y Engels fijaron la primera visión materialista y científica de la historia, dando un vuelco a todas las concepciones preñadas de idealismo que existieron con anterioridad, incluidas las que ofrecían en ese momento el «socialismo utópico», de los Prudhome y compañía, o el anarquismo de Bakunin y otros. Marx y Engels colocaban por primera vez la lucha de clases en el centro de la interpretación de la historia… y en el corazón de la política del presente, en especial del proyecto revolucionario de una nueva clase, la clase obrera, a quien corrrespondía llevar a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad.

Ya con anterioridad a Marx, distintos pensadores y líderes sociales habían reconocido y establecido la división de la sociedad en clases, subrayado los diferentes intereses de las distintas clases sociales y señalado los conflictos inevitables entre ellas. Pero Marx y Engels elevaron todos estos elementos y observaciones empíricas a un nivel superior, poniendo las bases de una concepción nueva y materialista de la historia, en la que no solo se constataba la existencia de las clases, de sus intereses diversos o de sus permanentes conflictos, sino que se establecía de forma científica que la lucha de clases era (y es) el verdadero motor de la historia.

En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels hacían un recorrido por los distintos modos de producción que se habían sucedido a lo largo de la historia (el esclavista, el feudal, el capitalista), analizaban las clases que existían en cada uno de ellos y cómo la lucha de clases había sido el factor decisivo de su evolución y de su transformación: «Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, nobles y siervos, maestros artesanos y jornaleros, en una palabra, opresores y oprimidos, en lucha constante, mantuvieron una guerra ininterrumpida, ya abierta, ya disimulada; una guerra que terminó siempre, bien por una transformación revolucionaria de la sociedad, bien por la destrucción de las dos clases antagónicas».

Este punto de la «teoría» marxista ha sido siempre el nódulo central que ha acabado separando y enfrentando a los verdaderos revolucionarios de todas las corrientes «reformistas» que, en cada momento, han intentado «desactivar» la lucha de clases, borrando el carácter antagónico de los conflictos de clase y, en definitiva, eliminando la necesidad de la revolución. Ya ocurría en los tiempos de Marx, con el «socialismo» utópico, que en última instancia negaba el antagonismo de los conflictos de clase, cosa que haría de forma abierta la socialdemocracia en tiempos de Lenin o el revisionismo después de la II Guerra Mundial.

Lo que Marx estableció con inequívoca rotundidad es que, en la sociedad de clases, los conflictos de clase tiene un carácter irreconciliable y que, por tanto, en última instancia, sólo pueden resolverse de una forma revolucionaria. Es más, que el conflicto antagónico entre la burguesía y el proletariado, en el capitalismo, solo se resolverá cuando el proletariado destruya el poder de la burguesía, instaure el poder proletario y abra la senda hacia una sociedad sin explotadores y explotados, sin opresores y oprimidos, la senda hacia el comunismo.

La inquina permanente contra Marx, que apenas si ha cesado desde 1848 hasta hoy en los medios burgueses (incluso a pesar de haber dado por muerta su teoría miles de veces), reside exactamente ahí: en que a Marx nunca se le ha podido reducir ni a un pensamiento reformista o académico ni a una praxis conciliadora. En que de Marx «cuelgan», por así decirlo, todos los movimientos revolucionarios que, fracasados o no, han puesto contra las cuerdas al capitalismo en los cinco continentes desde 1848 a hoy. En que el marxismo nunca puede ser reconducido al redil de los fósiles ni enterrado cómodamente en el jardín.

La vigencia del marxismo no viene dado tanto por la existencia de una coyuntura de crisis social o económica ni por un cierto revival de su figura en los medios, por este u otro motivo, sino porque hoy en día, con todas las peculiaridades y singularidades del momento presente, la lucha de clases sigue siendo el motor de la historia. Y porque para acabar con el sistema capitalista, sigue siendo necesaria la revolución. Las mil y una formas que en estos 160 años han tomado las alternativas para «reformar» el capitalismo, lo único que han logrado es insuflarle nueva vida y facilitar su pervivencia. De forma que, lejos de «refutar» a Marx, todas estas variantes oportunistas no han logrado otra cosa que mantener viva la vigencia del auténtico marxismo. Ahora que la socialdemocracia muere en la orilla, sin aire ya que respirar, se ve bien claro que jamás supuso alternativa real al capitalismo, pues este sigue vivo y coleando. Y lo mismo puede decirse del revisionismo. La «conciliación» de clases, en el seno de la sociedad capitalista, sólo ha servido para que continúe la explotación y opresión de la burguesía sobre la clase obrera y el pueblo trabajador. ¿También en esto Marx se «ha equivocado», como se apresuran a decir y repetir hoy todos los valedores de «la economía de mercado» y la nueva caterva de «enterradores» de Marx, que se suceden generación tras generación?

No hay pensamiento más veces enterrado en la historia que el de Marx. Pero curiosamente no hacen falta muchos picos y palas para que ese «cadáver» salga una y otra vez a la luz. Y la razón es bien sencilla: mientras perviva el capitalismo, mientras continúen la explotación y la opresión, pervivirá la necesidad de la revolución, la necesidad de Marx y del marxismo.

40 comentarios sobre “Vigencia del marxismo”

  • He conocido casos con los chapuzas del CNI:a un chaval en Madrid,tan sólo x ser de Bilbao entraban en su casa todos los días durante un año, hasta que se hartó y a un vecino mío,por una página inocente de política,lo dejaron en pelotas en Ciudad Real.Menos mal que fueron a buscarlo.Que sí, que no tienen otra cosa que hacer

  • el jefe de la tia dice:

    Te combatiremos en las playas,ciudades, pueblos,tanques..lo que haga falta por aplastar tu mié..blog con 4 libros.Esto es un país de botijo como dios mandac

  • «la lucha de clases el motor de la historia»…pues si,se da hasta de forma encubierta en las empresas,entre empleados y patronos,por los sueldos y la plusvalía,con los sindicalistas….y de forma abierta,las revoluciones,como Espartaco o la revolución de Octubre.Como decía Clauswitz:»la guerra es la continuación de la política por otros medios»,y es que una revolución es la lucha de clases,cuando ya no hay más remedio.Para la burguesía,como decía Engels:»el motor de la historia es la codicia»…¡¡aaaaah,las mercancías son todas miiiiiiiias!!mi tessssoro,que ya se radicaliza hasta la posesión de las personas.mia,eres mia.Ya te lo dice Marx en «el Manifiesto Comnista»:»nos critican de que queremos «comunalizar» a las mujeres…si eso ya lo hace la burguesía,que incluso disfruta poniéndose los cuernos unos a otros».Ahí tenemos el ejemplo de la prostitución «oficial».Y como «la ideología dominante es la de la clase dominante»,pues «la maté porque era mia»..hala,anda que no hay casos de homicios de pareja

  • Hombre,el artículo por un lado me parece «ultra-izquierdista»,cuando habla de «revolución» en un pais de democracia parlamentaria.Como te dice el Che Guevara «mientras haya un sólo atisbo de democracia es imposible hablar de lucha armada»,pero por otro lado,contradictoriamente,veo que Recortes Cero se propone gobernar de forma democrática(que tendrá que mirar auto-críticamente por qué una porquería de Plataforma,que no era ni partido como «Podemos» tiene 60 diputados y RR0 ni tiene representación parlamentaria) y también que la Revolución del 34 en Asturias,dirigida por el socialista Largo Caballero,fue hecha en un marco parlamentario(aunque la CEDA ya tenía veleidades totalitairas).No,el artículo,muy bueno,a contracorriente del «reformismo parlamentario»(y cretinismo) de la socialdemocracia e Izquierda Hundida,que desde la caida del Muro de Berlín,lo que se proponen es ser meros «burócratas del Estado del Bienestar»

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