Literatura

Vida y destino

Acaba de aparecer como libro de bolsillo (13 euros frente a los 26 del «tapa dura») la primera traducción directa (del ruso al español) y la primera versión í­ntegra de «Vida y destino», del judí­o ucranio Vasili Grossman (1905-1964), el mayor esfuerzo narrativo por comprender y desvelar las claves de un conflicto que marcó (y sigue marcando) la historia mundial.

El cerco y la batalla de Stalingrado (el hecho militar quizá más imortante del siglo XX, que permitió revertir lo que hasta entonces parecía un paseo militar imparable de la Alemania nazi), las matanzas de judíos fuera y dentro de los campos de exterminio (Grossman es el primero que se atreve a narrar la muerte de judíos “dentro” de la cámaras de gas), pero también el progresivo deslizamiento del poder soviético hacia el “socialfascismo”, todo ello forma parte del escenario en que se mueven los personajes de la novela de Grossman, que no oculta su ambición de crear una suerte de “Guerra y Paz” del siglo XX, en la que atesora el vasto aliento épico de Tolstoi, la profundidad psicológica y la tensión moral de Dostoievsky y el humanismo lírico y escéptico de Chejov. Grossman fue corresponsal del Ejército Rojo. Sus crónicas bélicas aparecieron en el periódico oficial del ejército, Estrella Roja. Fue testigo directo del ataque nazi a la Unión Soviética, de la batalla de Stalingrado, de la caída de Berlín y de las atrocidades cometidas por el nazismo en los campos de exterminio. Un artículo suyo sobre el horror de Treblinka sirvió como prueba acusatoria en el proceso de Nurenberg. También fue testigo de la “caída en desgracia” de cientos y cientos de antifascistas y heroicos militantes comunistas en un régimen – el soviético – que tras la victoria, comenzó a derivar al socialfascismo. Grossman acabó siendo también uno de esos “caídos”. En 1960, con el “deshielo” de Jrushev, creyó ingenuamente que se daban las circunstancias para publicar su obra magna, “Vida y destino”, pero el régimen le respondió que “prohibía su lectura durante al menos los próximos 200 años”. El KGB destruyó todos los ejemplares que pudo. Grossman creyó que su obra se había perdido sin remedio y se hundió en una profunda depresión. Murió pobre, olvidado, proscrito y tachado como “enemigo del pueblo”, en 1964. Pero “Vida y destino” finalmente se salvó. Y tras la caída y hundimiento del socialfascismo soviético se ha ido convirtiendo en una obra de referencia de la literatura testimonial europea y una de las novelas cruciales del siglo XX. Y en un triunfo de ese extraño destino de la literatura, que al final logra imponer su luz frente a todos los designios represores y oscurantistas,

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