PP

Victoria agridulce

Los saltos de Rajoy y Mayor Oreja en el balcón de Génova han sido la imagen de la victoria del PP. Un triunfo que, como se han encargado de difundir los medios, fortalece quizá definitivamente el liderazgo de Rajoy frente al permanente cuestionamiento recibido desde los sectores más vinculados al aznarismo. Pero es una victoria demasiado agridulce.

Es cierto que, a esar del ostentoso escándalo de corrupción denominado “Operación Correa”, que amenaza ya con llevar ante los tribunales al tesorero del partido, han incrementado la distancia con el PSOE en sus feudos tradicionales.En Madrid, Valencia, Murcia o Castilla León, la barrida de votos populares a los socialistas ha sido espectacular.Pero ha sido por deméritos del contrario, más que por méritos propios. A pesar de que Zapatero ha sufrido un profundo varapalo, perdiendo 700.000 votos, el PP sólo ha sido capaz de incrementar sus votos en un ridículo 2,47%. E incluso desde la generales de 2008, el partido de Rajoy ha perdido un 1,01% del porcentaje total de votos que representa.Es imposible que Rajoy capitalice como sería previsible el sonoro traspiés de Zapatero. Porque el rechazo hacia las castas políticas –ejemplos de despilfarro y nepotismo- se extiende de lleno hacia las cúpulas nacionales y regionales del principal partido de la oposición. Que incluso incurre en sonoras contradicciones en su defensa de la unidad, cuando ésta entra en contradicción con los intereses de sus barones locales.

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