SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Verdaderas y falsas soberaní­as

Decí­a hace unos dí­as en esta misma sección el historiador Ferrán Gallego en su artí­culo El retorno de lo polí­tico que cualquier estrategia que «desee contar con una mayorí­a social y que quiera apuntar al corazón mismo de los actuales mecanismos de dominación» sólo puede plantearse seriamente desde «la reconquista de la soberaní­a». Remarcando esta misma idea con la afirmación, que preside y recorre todo su artí­culo, de que «para una mayorí­a social que puede ser en poco tiempo mayorí­a polí­tica, la cuestión es la recuperación de la soberaní­a nacional».

Desde Recortes Cero-Els Verds –una de las nueve candidaturas que concurrimos a las elecciones catalanas del 27-S– no podemos estar más de acuerdo con esta afirmación. De hecho, desde nuestro nacimiento hace ahora año y medio venimos defendiendo que la clave de cualquier proyecto de transformación económica, política y social de nuestro país que no sea un simple maquillaje requiere que las fuerzas populares tomemos como clave la defensa de la soberanía nacional.

Sin embargo, y mucho más en unas elecciones como las catalanas, es necesario despejar confusiones y demarcar bien las lindes acerca de qué significa la defensa de la soberanía nacional. Para muchos, no hay mayores defensores de la soberanía que las listas de Junts pel Sí, que han hecho del “soberanismo” la bandera principal de su campaña. Conviene pues, antes que nada, aclarar las cosas.

Si alguien quiere saber lo que de verdad significa la Cataluña soberana de Artur Mas no tiene más que leer la entrevista concedida al Financial Times el pasado 8 de septiembre, en la que dice textualmente que “Catalunya debe seguir formando parte de la OTAN. Y como miembro de la OTAN tendremos que cumplir nuestros deberes”. No hace falta ser un lince para imaginar cuales serán esos deberes: un día ir a ocupar Afganistán o Irak, al siguiente bombardear Libia o Siria, el de más allá patrullar en el Báltico o desplegar baterías antimisiles en la frontera turco-siria.

Pero de momento no hemos oído a ninguno de los dirigentes de la izquierda que acompañan a Mas en su lista decir una palabra contestando, desmintiendo, tan siquiera cuestionando esta rotunda declaración. Así pues, resulta que el “soberanismo” de Mas consiste, de un lado, en ser el más aventajado discípulo del FMI y de Merkel para aplicar sumisamente los recortes salvajes que nos han empobrecido a todos los catalanes. Y, de otro, en ofrecerse a ser el prohombre del Pentágono en Cataluña. ¿Por qué desde la izquierda no se está denunciando que el verdadero “derecho a decidir” que defiende Mas termina exactamente allí donde lo dictan los intereses de Washington y Berlín? ¿Acaso no les parece algo relevante?

Pero volviendo al principio, el hecho de que la defensa, la recuperación o, en expresión afortunada de Ferrán Gallego, la “reconquista” de la soberanía nacional de España sea la clave, el elemento decisivo de cualquier proyecto transformador hunde sus raíces, tiene su razón de ser en el complejo marco de relaciones internacionales en que se desenvuelve actualmente el mundo, y con él, Europa y nuestro país. Todos estamos de acuerdo en que el mundo ha entrado en un nuevo período tras el hundimiento de Lehman Brothers, la crisis financiera que desató en el mundo capitalista capitaneado por EEUU y la ofensiva en la que desde entonces se hallan empeñadas las grandes oligarquías mundiales para recuperar las pérdidas y daños sufridos en su capital, aumentando sus beneficios y riqueza a costa del empobrecimiento y la pérdida de derechos de la mayoría.

En lo que no existe ya tanta coincidencia es en el diagnóstico preciso, concreto, de esta nueva situación. Y, en consecuencia, en la alternativa, en el programa y la línea de actuación que necesitamos las clases populares para hacerle frente. Desde Recortes Cero-Els Verds venimos defendiendo que asistimos a un verdadero proyecto de saqueo contra el 90% de la población dictado por las necesidades de las grandes potencias mundiales. En particular de EEUU y de Alemania, por medio del FMI y de Bruselas respectivamente. Unos y otros han puesto en marcha desde comienzos de 2010, a través de los múltiples mecanismos de intervención que poseen, un conjunto de políticas sistemáticas de recortes y saqueo sobre la mayoría de las poblaciones de los países de la periferia europea. Empezaron con Grecia, siguieron con Portugal e Irlanda, después nos tocó el turno a nosotros.

Los hechos avalan este diagnóstico. El último informe del Instituto Nacional de Estadística sobre la presencia de multinacionales en España, publicado ahora hace exactamente una semana, revela hasta qué punto las filiales de empresas extranjeras están ganando implacablemente cuota de mercado en nuestro país desde el estallido de la crisis en 2008. Al mismo tiempo que cientos de miles de pymes y autónomos se veían obligados a echar el cierre, con el consiguiente desbordamiento de las cifras del paro, el número de filiales de multinacionales en nuestro país ha crecido en un 52%. Y su cifra de negocios representa ya el 41,7% del PIB, más de 430 mil millones de euros cada año. Las mismas cuentas podríamos echar sobre el aumento de la participación del capital extranjero en el accionariado de las grandes empresas del Ibex-35, sobre la tenencia de la deuda pública y el usurero cobro de sus intereses, sobre las drásticas rebajas salariales que nos han convertido en poco menos que un paraíso exportador para multinacionales alemanas, francesas o norteamericanas. Y esto ha ocurrido exactamente de la misma forma en Madrid que en Barcelona, bajo los mandatos de Zapatero y Rajoy en La Moncloa o bajo el de Artur Mas en la Plaza de Sant Jaume. En este punto sustancial, como en otros muchos, no hay diferencia entre ellos.

Pero si existe un punto débil en este proyecto es el de su extrema agresividad. Para llevarlo adelante han necesitado abalanzarse contra el 90% de la población, rebajando salarios y pensiones, recortando la sanidad, la educación y las ayudas sociales, extendiendo la pobreza y la exclusión social. Y van a seguir haciéndolo. No estamos ante un fenómeno coyuntural, sino estructural. Ese es el futuro –una nueva división del trabajo y una nueva jerarquía de subordinación y dependencia– que EEUU y Alemania nos ofrecen a los países bajo su órbita.

Una situación que exige levantar como centro de cualquier programa de cambio la bandera de la redistribución de la riqueza. Para cambiar este estado de cosas no basta con programas de rescate ciudadanos –aunque sean necesarios para paliar la situación desesperada de muchos–, una medida que, en último extremo y dependiendo de la correlación de fuerzas, podría llegar a ser incluso asumida por los poderes fácticos internos y externos como un mal menor, no deseable pero necesario para evitar una mayor desestabilización social y política. Redistribuir la riqueza, es decir, poner los principales recursos económicos del país al servicio de los intereses y las necesidades de la inmensa mayoría es la única política posible para salir de la crisis en beneficio de esa mayoría inmensa. En Recortes Cero-Els Verds sabemos que no es una tarea fácil. Que se necesita una gran fuerza política para llevarla a cabo. Que es imprescindible unir en un Frente Amplio los intereses de ese 90% de la población que sufrimos, en mayor o menor medida, las consecuencias del saqueo. Pero ese es el camino que nos hemos trazado y en él estamos avanzando.

Hoy en nuestras candidaturas participan 17 organizaciones políticas y sociales de muy diverso signo. Más de 1.400 intelectuales, profesionales y activistas sociales nos han dado su apoyo como promotores de nuestra alternativa en distintos manifiestos públicos. Cientos de asambleas de base –donde reside todo el poder y la capacidad de decisión– en Cataluña y en toda España son el soporte vital de nuestra organización.

Ante las elecciones catalanas Recortes Cero-Els Verds hemos tomado la decisión de presentar nuestra propia candidatura porque vemos que ninguna otra organización recoge el programa de redistribución de la riqueza que exige la actual situación. Y cuya defensa exige partir de forma consecuente de dos elementos clave sin los cuales será imposible: la defensa de la soberanía nacional y el fortalecimiento de la libre unidad del pueblo de todas las nacionalidades y regiones de España. Sin ellas seguiremos a merced de nuestros saqueadores y sus cómplices, se vistan de derecha reaccionaria o de nacionalismo soberanista.

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