La oposición venezolana aparca la vía del boicot y participará en las elecciones

Venezuela: las negociaciones de México abren vías entre el gobierno de Maduro y la oposición

Las negociaciones de México -impulsadas por Noruega- crean mejores para la distensión de la hiper-polarizada crisis venezolana. Se producen tras el descalabro de las estrategias más agresivas de Guaidó y Trump, y en un contexto de auge de la lucha popular en América Latina y de severos reveses a los planes de EEUU.

Por primera vez desde 2017, la mayor parte de la oposición venezolana ha decidido abandonar la vía del boicot electoral y de la confrontación total con el gobierno de Maduro, y ha confirmado que participará unida en una sola lista -llamada Plataforma Unitaria- en las elecciones regionales que se celebrarán el 21 de noviembre. Se abre así un camino de normalización democrática y de distensión política en Venezuela, fructificando las negociaciones entre el chavismo y la oposición que están teniendo lugar en México.

Desde hace más de un lustro, la intervención norteamericana ha metido a Venezuela en una perfecta tormenta desestabilizadora: una devastadora crisis económica que ha empobrecido a ampios sectores de la población, obligando a emigrar, según cifras de la ONU, a 2,5 millones de habitantes, un 8,8% de la población; una polarización política extrema, en las calles y en las instituciones; y levantamientos golpistas y tramas armadas, como la que ungió, con el auspicio de Trump, a Juan Guaidó como el «autoproclamado» presidente venezolano en 2019, o la fracasada asonada militar de 2020.

Durante la mayor parte de ese tiempo, gobierno y oposición han mantenido posiciones frontales, antagónicas, irreconciliables. Pero la «vía Guaidó», la via de la confrontación total, que llamaba al boicot electoral y al desconocimiento absoluto de la legitimidad del gobierno de Maduro, hace años que está en muerte cerebral. Sobre todo porque sus «padrinos» en Washington -los centros de decisión ligados a la administración Trump y al partido republicano- le dieron la espalda, dándola por fracasada. Ya a principos de 2020, un representante de una facción opositora contraria a Guaidó fue elegido presidente del Legislativo con los votos de una parte de la oposición disidente y del oficialismo chavista.

Durante años, gobierno y oposición han mantenido posiciones frontales, antagónicas, irreconciliables. Pero la «vía Guaidó», la via de la confrontación total, que llamaba al boicot electoral y al desconocimiento absoluto de la legitimidad del gobierno de Maduro, hace años que está en muerte cerebral.

Así que el anuncio que ahora ha hecho la recién conformada Plataforma Unitaria -en la que confluyen la gran mayoría de los grupos opositores- ya se esperaba hace tiempo. El líder opositor del partido Acción Democrática (AD), Henry Ramos Allup, anunció que los principales partidos de oposición participarán en las elecciones regionales a pesar de «no tener la totalidad de las garantías».

El anuncio se esperaba porque las elecciones regionales de Venezuela, previstas para noviembre, ya están en marcha, y los partidos opositores temen el resultado de los últimos comicios legislativos de 2020 o de las municipales de 2018, donde la incomparecencia de la oposición -que llamó al boicot- otorgó a los bolivarianos una victoria fácil y la mayoría en las instituciones.

Este cambio de estrategia opositora tiene lugar tras varias semanas de rondas negociadoras entre gobierno y oposición en México. El proceso, impulsado por Noruega, ha logrado que el Gobierno de Maduro y la Plataforma Unitaria firmen un memorándum de entendimiento para definir una agenda común. Las discusiones entre ambas partes incluyen «derechos políticos para todos», garantías electorales y un cronograma para elecciones observables. También abarcan el levantamiento de sanciones, la renuncia de la violencia, la reparación de las víctimas, protección de la economía nacional, medidas de protección social, y garantías de implementación, seguimiento y verificación.

Pero este cambio en el panorama venezolano -que crea mejores condiciones para la distensión- también se da en un contexto de auge de los movimientos de lucha popular en América Latina (Chile, Colombia, Brasil) y de severos reveses a los planes y a la intervención norteamericana en el continente (Perú, Bolivia).

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