Todo parece indicar que la agresión militar de EEUU es inminente

Venezuela en el punto de mira de Trump

La agresión a Venezuela que parece inminente, puede desestabilizar toda la región, y apunta también al gobierno colombiano de Petro, también refractario a los dictados de Washington.

Desde el mes de agosto, EEUU ha desplegado frente a las costas de Venezuela una impresionante flota de guerra -el 8% del poder aeronaval de la US Navy- que incluye el portaaviones más poderoso del mundo. Y todo parece indicar que Trump se dispone a usarla para perpetrar una agresión militar directa contra el país caribeño, con el objetivo de derribar a un gobierno, el de Maduro, históricamente hostil al dominio hegemonista

Una agresión que puede desestabilizar toda la región, y que apunta también al derribo del gobierno colombiano de Petro, también refractario a los dictados de Washington.

Las declaraciones son cada vez más explícitas. “Empezaremos con los ataques por tierra. Acabaremos con esos hijos de perra”, dijo recientemente Donald Trump en una reunión con su gabinete en la Casa Blanca. Se refería supuestamente a los narcos que operan en Venezuela, pero no hay que ser un lince para entender que estaba sugiriendo la inminencia de un ataque a gran escala contra este país, posiblemente combinando ataques aéreos y operaciones encubiertas de tropas norteamericanas sobre el terreno, algo para lo que la CIA ya recibió la autorización presidencial hace un mes.

Desde este verano, en el marco de la operación ahora bautizada como «Lanza del Sur», el El Pentágono tiene en la zona a tres ultramodernos destructores lanzamisiles clase Arleigh Burke, un crucero, tres buques anfibios y un submarino nuclear. En ellos carga hasta 10.000 militares, cazas F-35B, drones MQ-9 Reaper, un grupo de asalto anfibio (con 4.500 efectivos, incluidos cerca de 2.220 infantes de Marina).

A ellos se ha sumado ahora el USS Gerald R. Ford, el portaaviones nuclear más grande y poderoso del mundo, que porta más de 4.000 marineros y más de 60 aeronaves. Una fortaleza naval capaz de lanzar alrededor de 200 salidas de combate al día. Junto al portaaviones y su escolta, la flota cuenta con un total de 11-13 buques de guerra.

Este despliegue aeronaval cuenta además con apoyo adicional en el área del Caribe. A esta flota hay que sumar los aviones F-35 de la recién reactivada base Roosevelt Roads de Puerto Rico, numerosos drones y bombarderos estratégicos B-52 Stratofortress para reconocimiento.

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¿El combate al narcotráfico? Sí, claro.

Los objetivos y reivindicaciones de Trump sobre Venezuela. Emad Hajjaj (Jordania)

La excusa oficial para una intervención militar directa que hasta ahora EEUU no se atrevido a hacer en Venezuela -a pesar de que este país latinoamericano lleva 26 años, desde que Chávez ganó las elecciones en 1999, fuera de la órbita de dominio de Washington- es el «combate al narcotráfico». Pero pocos dudan que este motivo no cumpla el mismo papel que las «armas de destrucción masiva» que supuestamente escondía Saddam Hussein y que nunca jamás se encontraron.

Trump acusa a Maduro de ser el cabeza de un supuesta organización de narcotraficantes, el Cartel de los Soles, cuya existencia ni siquiera está demostrada. E independientemente de que Venezuela tenga un lugar en las rutas de estupefacientes hacia EEUU, o de que en su frontera occidental hayan laboratorios o incluso cierta connivencia con narcoguerrillas colombianas (ELN), lo cierto es que otros países -como Colombia o México- son mucho más determinantes en el flujo de ilícitos. Pero ninguno de estos países tiene un papel relevante en la droga que asola EEUU -el fentanilo, 50 veces más potente que la heroína- y que está provocando un verdadero problema de salud pública, con el 60% de todas las muertes por sobredosis.

La «narcohipocresía» de EEUU. Monero Rapé (México)

Por supuesto, el narcotráfico no se combate bombardeando narcolanchas, porque el grueso de las entradas en EEUU se produce oculto a través de contenedores de barcos con exportaciones. Pero para terminar de desmontar esta flagrante mentira, el gobierno de EEUU acaba de indultar a Juan Orlando Hernández (2014-2022), condenado en EEUU a 45 años de cárcel por narcotráfico y tráfico de armas, por considerarlo un activo político en el giro ultrareaccionario que Washington busca dar en el país centroamericano.

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¿Es por el petróleo?

Descartada la patraña del combate al narcotráfico, muchos apuntan al petróleo como el verdadero ‘casus belli’ de la agresión y desestabilización que Trump parece dispuesto a emprender contra Venezuela.

Markus Grolik (Alemania)

Y es cierto que las reservas de crudo venezolano son un botín de guerra nada baladí. Con 960.000 barriles diarios, Venezuela ostenta el 1% de la producción mundial. Su producción ha bajado respecto a 2013, pero lo importante está oculto: según la Administración de Información de Energía de EEUU, Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo comprobadas del mundo, aproximadamente 303.000 millones de barriles, alrededor del 17% de las reservas globales.

El problema -para EEUU- es que la producción de petróleo venezolana está al 100% nacionalizada en manos la empresa estatal Petróleos de Venezuela (aunque con ella colaboran empresas estadounidenses como Chevron). La líder opositora -y ferviente admiradora de Trump, al que dedicó su reciente Premio Nobel, y al que ha pedido lanzar una agresión militar contra Venezuela- María Corina Machado ha propuesto la privatización del sector, que ha presentado como una «oportunidad» de 1,7 billones de dólares… para el gran capital norteamericano.

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La guerra nunca es sólo por recursos

Independientemente del papel -más o menos relevante- de este jugoso «botín» de hidrocarburos, una agresión militar nunca se hace sólo, ni principalmente, por la ganancia económica. «La política es economía concentrada» -decía Lenin- «y la guerra es la continuación de la política por otros medios».

Venezuela es el blanco de la intervención norteamericana -ahora y desde hace un cuarto de siglo- porque desde 1999 fue uno de los primeros países que de la mano de Hugo Chávez se atrevió a desafiar al poder de Washington en el continente hispano, siendo una de las puntas de lanza de un auténtico frente antihegemonista latinoamericano. Junto a Venezuela y Cuba, en la primera década del siglo se sumaron a ese frente el Brasil de Lula, la Bolivia de Evo Morales, el Ecuador de Correa, la Argentina de los Kirchner, la Honduras de Zelaya, el Paraguay de Lugo, el Uruguay de Pepe Múgica…

Néstor Kirchner (Argentina), Evo Morales (Bolivia), Lula da Silva (Brasil) y Hugo Morales (Venezuela) en la fundación del ALCA (2002)

En un continente que había sido el tradicional «patio trasero» de los EEUU, una mayoría de gobiernos progresistas se unieron para llevar adelante políticas soberanistas, redistributivas de la riqueza y de integración regional para hacer frente a los dictados del gigante del norte.

Evidentemente, EEUU se revolvió dando zarpazos, en forma de golpes «duros y blandos», lanzando ataques y bloqueos económicos e intervenciones golpistas -siempre en alianza con las viejas oligarquías criollas, y bajo la más cara de las «organizaciones de la sociedad civil»- que lograron cambios de gobierno (Ecuador, Argentina, Paraguay…) en algunos países hacia los intereses yanquis. Pero la lucha de los pueblos siguió y sigue arreciando, haciendo que otros gobiernos progresistas ganaran la presidencia -México, Colombia, Chile, el retorno de Lula…- y asestando reveses al dominio norteamericano y a pesar de un zig zag de avances y derrotas, hoy hay una mayoría de gobiernos en el continente que se resisten a seguir a pie juntillas los dictados de Washington.

El papel de Venezuela en el proceso emancipatorio y soberanista que lleva dos décadas avanzando en América Latina gracias a la lucha de los pueblos, es lo que EEUU no perdona.

Unos gobiernos progresista latinoamericanos que -de la mano del Brasil de Lula- tienen una relación cada vez más estrecha con los BRICS y con China.

Esto, y en concreto el papel que tuvo y tiene Venezuela en este proceso emancipatorio y soberanista que lleva dos décadas avanzando en América Latina gracias a la lucha de los pueblos, es lo que EEUU no perdona.

Esta es la razón principal del sinfín de golpes y alzamientos militares, de ataques e intervenciones, de asfixia económica y desestabilización híbrida que lleva décadas sufriendo Venezuela.

Esta es la razón de por qué Trump, y tras él la clase dominante norteamericana, tienen a Venezuela en el punto de mira, y por lo que están dispuestos a lanzar todo su poder militar para forzar un cambio de gobierno en Caracas.

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