Televisión

«Vaya semanita»… vaya programita

«Los Batasunnis», cantan alegremente la popular canción de «Los Lunnis» mientras organizan actos de violencia callejera y huyen de la policí­a. Un joven hace deporte en la calle vistiendo un chándal con la bandera española, algo que los «graciosos» humoristas del programa bautizan como «deporte de riesgo en el Paí­s Vasco». El calado del fascismo en Euskadi alcanza hasta los programas de humor, que exhiben su sarcasmo convirtiendo a los miembros de la kale borroka en alegres muñequitos de colores.

Entre la fina ironía y el sano cachondeo de algunos humoristas esañoles como Joaquín Reyes y sus chicos de Muchachada Nuí, El Gran Wyoming, o Andreu Buenafuente; y el humor negro de Vaya Semanita, existe un auténtico abismo. El abismo entre lo democrático y lo ofensivo, entre utilizar el humor como sátira de una realidad interpretable, o reírse de lo más negro de una sociedad donde los perseguidos y amenazados además tienen que tolerar programas como este, en la televisión que ellos mismos pagan. Y es que el programa, que incorpora variados sketches que no siempre hacen referencia a la política, se mueve en una peligrosa ambigüedad y doble moral. Lo mismo se puede reír uno del dogmatismo de “lo vasco” y la influencia de la iglesia, que de un joven perseguido por los “simpáticos chicos de la gasolina”. Esta ambigüedad y cobarde equidistancia ha provocado momentos tan absurdos como el hecho de contar con la colaboración de Fernando Savater en uno de sus programas, para posteriormente invitar a Arnaldo Otegi en otro. “Los cuentos de aitite Arzalluz” o “Los Santxez”, son algunos de los variopintos personajes. Porque si uno se va a meter con el presidente del PNV, mejor meterse también con los “maketos” para que luego no pase nada. Si nos vamos a meter con los de Batasuna, pues luego invitamos a Otegi a que venga a decir algo y todo solucionado. Una dudosa diplomacia que hace humor con el miedo cotidiano, mientras es partícipe de ese mismo miedo para mantener el equilibrio entre amores y odios. Hay cosas en las que no se puede ser neutral, y tampoco se puede reír uno de todo. Porque el humor es una poderosa arma, pero muchas veces lo es de doble filo. Algunos la empuñan con elegancia, pero los torpes pueden herir a cualquiera que se encuentre lo suficientemente cerca.

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