«Si el País Vasco no logra un mayor autogobierno, dijo, su Ejecutivo acabará cayendo. Tras votar en contra del techo de gasto propuesto por el Gobierno central en el Congreso de los Diputados, Urkullu ya reiteró que su apoyo estaba condicionado a la transferencia de las competencias pendientes, pero ayer dio un paso más.»
«Jamás habríamos ensado que un lehendakari de este país se negase a incrementar la capacidad de autogobierno de Euskadi. Jamás vimos cosa igual. ¿Un lehendakari en contra del traspaso de las competencias pendientes? El Gobierno vasco y el Gobierno español han de ser conscientes de que, si siguen actuando así, recogerán sus frutos: la posible caída del Gobierno de Zapatero, a la que contribuiría de manera protagonista el lehendakari», advirtió el líder jeltzale durante su discurso tras la ofrenda floral ante la figura del fundador del PNV, Sabino Arana. (EL MUNDO) EL PAÍS.- Sobre un fondo constante de preocupación ante la situación económica y de distancia hacia la clase política, socialistas y populares empiezan a cosechar los primeros resultados de sus respectivas estrategias. Mientras que el Gobierno parece remontar ligeramente, el Partido Popular acusa el desgaste de una crítica a la que sigue faltando el imprescindible capítulo de las alternativas. El presidente del Gobierno se mostró convencido de contar con apoyos suficientes para aprobar los próximos Presupuestos, que anunció austeros y restrictivos. No podrán ser de otra manera, pero eso no significa que estén cerradas las alternativas. Lo que está en juego es el reparto de los costes de la crisis. Lejos de haber terminado el debate, la agenda para que comience está finalmente planteada. ABC.- Al toreo lo salvó de las asechanzas ilustradas la guerra contra Napoleón, que la hizo el público de los tendidos de sol mientras los ilustrados le organizaban el gobierno títere a Pepe Botella. El general Castaños, que no disponía de lanceros aristocráticos, se llevó a Bailén unas cuantas partidas de garrochistas marismeños que dieron bastante juego. En fin, los españoles de entonces ganaron la guerra a base de hacerla de la única forma que sabía hacerla el pueblo analfabeto, toreando al enemigo. Goya fue, sin duda, el primero en captar que la guerra había establecido un nexo simbólico profundo entre el toreo y la nación, Opinión. El Mundo Urkullu lanza un ultimátum a Zapatero Naiara Ortiz El presidente del PNV, Iñigo Urkullu, aprovechó ayer la celebración del 115º aniversario de la fundación de su partido para dar un ultimátum a José Luis Rodríguez Zapatero. Si el País Vasco no logra un mayor autogobierno, dijo, su Ejecutivo acabará cayendo. Tras votar en contra del techo de gasto propuesto por el Gobierno central en el Congreso de los Diputados, Urkullu ya reiteró que su apoyo estaba condicionado a la transferencia de las competencias pendientes, pero ayer dio un paso más. «Jamás habríamos pensado que un lehendakari de este país se negase a incrementar la capacidad de autogobierno de Euskadi. Jamás vimos cosa igual. ¿Un lehendakari en contra del traspaso de las competencias pendientes? El Gobierno vasco y el Gobierno español han de ser conscientes de que, si siguen actuando así, recogerán sus frutos: la posible caída del Gobierno de Zapatero, a la que contribuiría de manera protagonista el lehendakari», advirtió el líder jeltzale durante su discurso tras la ofrenda floral ante la figura del fundador del PNV, Sabino Arana. Urkullu criticó que López haya guardado «en el cajón de su despacho» el listado de competencias pendientes de transferir «y su priorización en aras de la capacidad económica para beneficio de la sociedad vasca». Un listado que, según indicó, también tiene el presidente del Gobierno sobre su mesa. «Esperamos la respuesta de Zapatero. No pedimos nada para el PNV. Reivindicamos lo que le es propio a Euskadi. Reivindicamos lo que es ley. Son competencias que nos corresponden por ley. Es autogobierno puro y duro. Son herramientas para mejorar nuestra capacidad de vida, nuestro bienestar», afirmó el presidente del PNV. El líder jeltzale acusó al PSE de utilizar el Gobierno «no para gestionar», sino «para presionar al PNV e intentar descabalgarlo de las instituciones en las que aún mantiene responsabilidad de liderazgo». «Será la fuerza de la voluntad popular, en poco tiempo, la que desbarate esta estrategia de patrioterismo constitucional», auguró. Urkullu no quiso olvidarse de los casos de presunta corrupción y supuesto espionaje que han salpicado a altos cargos del PNV alavés y, sin mencionarlos, abogó por la «radicalidad» en la defensa de los valores de «honestidad, honradez, entrega, transparencia, compromiso y vocación de servicio a la sociedad». «Todos lo hemos de practicar y todos sabemos que quien se desvía del recto proceder se está desviando, o se ha desviado ya, del PNV», advirtió su máximo responsable. El tradicional acto de la festividad de San Ignacio contó con la presencia del alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna; el portavoz del grupo nacionalista en el Congreso, Josu Erkoreka; el ex presidente del Parlamento vasco Juan María Atutxa, o el senador Iñaki Anasagasti. Fue notable, entre otras, la ausencia del ex lehendakari Juan José Ibarretxe. EL MUNDO. 1-8-2010 Editorial. El País Agenda pendiente Sobre un fondo constante de preocupación ante la situación económica y de distancia hacia la clase política, socialistas y populares empiezan a cosechar los primeros resultados de sus respectivas estrategias. Mientras que el Gobierno parece remontar ligeramente, el Partido Popular acusa el desgaste de una crítica a la que sigue faltando el imprescindible capítulo de las alternativas y una actitud más resuelta ante los casos de corrupción. La valoración de Rajoy se hunde mientras que la de Zapatero experimenta una leve mejoría que no le permite, sin embargo, remontar la severa pérdida de credibilidad por la gestión de la crisis, primero inexistente y después sometida a bruscos bandazos sin explicación solvente. El curso político se cierra con los principales partidos pendientes de la evolución de los datos económicos y del hastío de muchos ciudadanos ante una confrontación política en todos los terrenos. El balance presentado el viernes por el presidente del Gobierno no dio mucho de sí, aunque se confirmó una evolución positiva en su discurso. Zapatero ha renunciado a presentarse como víctima de un exigente contexto internacional que le habría obligado a emprender políticas contrarias a las que había defendido hasta ahora, y ha comenzado a presentarlas como el resultado de un análisis y una determinación propios. Eso es, exactamente, lo que los ciudadanos esperan del liderazgo político: no un jefe de Gobierno cediendo a oscuras presiones, sino canalizando las necesidades de recuperación de un país. De la misma forma que no les basta con un discurso de oposición que, por más disfraces que adopte, se limita a galopar sobre las dificultades y a ofrecerse como remedio milagroso. Los datos de la encuesta de población activa, conocidos también el viernes, marcaron el terreno del debate al que ninguna fuerza política podrá sustraerse a la vuelta del verano. El horizonte del empleo en España es muy intranquilizador y, además, aguardan citas electorales trascendentales para definir el contexto político de las medidas económicas a adoptar. Con el agravante de que una nueva tensión territorial ha revelado las consecuencias (y los límites) de que la política se concentre en la definición de la nación y no en el fortalecimiento del Estado. El presidente del Gobierno se mostró convencido de contar con apoyos suficientes para aprobar los próximos Presupuestos, que anunció austeros y restrictivos. No podrán ser de otra manera, pero eso no significa que estén cerradas las alternativas. Lo que está en juego es el reparto de los costes de la crisis. Lejos de haber terminado el debate, la agenda para que comience está finalmente planteada. Y aunque otros problemas como el deterioro institucional o los casos de corrupción deban ser atendidos, no podrán seguir desempeñando la función de simples señuelos electorales como ha ocurrido en el pasado. Porque también esta actitud equivalía a devaluarlos. EL PAÍS. 1-8-2010 Opinión. ABC Goyescas Jon Juaristi ESTO de la prohibición del toreo no lo han inventado los nacionalistas catalanes. Conviene recordar que S.M. don Carlos III se lo quitó de en medio con una Pragmática Sanción ya en 1785 y que, aún después de la muerte del monarca, Jovellanos aplaudió la decisión en aquella excelente memoria sobre espectáculos y diversiones públicas que le encargó la Academia de la Historia. A Jovellanos no le indignaba la «diversión nacional», como la llamaban entonces sus partidarios, por los sufrimientos del bicho, sino porque mezclaba a los diferentes estamentos, aplebeyando a la nobleza. Presentó su primera Memoria a la Academia en 1790, con el telón de fondo de la movida revolucionaria en Francia y afligido por la preocupación de que en España pasara algo semejante si prosperaba la nivelación social inducida por las corridas de toros, a las que las marquesas acudían disfrazadas de majas y compitiendo en desgarro con la flor de la mancebía. No había nacido Tocqueville, ni falta que le hacía a don Gaspar Melchor. Al toreo lo salvó de las asechanzas ilustradas la guerra contra Napoleón, que la hizo el público de los tendidos de sol mientras los ilustrados le organizaban el gobierno títere a Pepe Botella. El general Castaños, que no disponía de lanceros aristocráticos, se llevó a Bailén unas cuantas partidas de garrochistas marismeños que dieron bastante juego. En fin, los españoles de entonces ganaron la guerra a base de hacerla de la única forma que sabía hacerla el pueblo analfabeto, toreando al enemigo. Expulsados los franceses, no hubo ya margen para imponer una policía de costumbres como la de Carlos III, e incluso los defensores actuales de la Ilustración española admiten que ésta sólo triunfó, paradójicamente, en lo que Jovellanos y otros quisieron abolir: la cría del toro de lidia y la aparición del capitalismo moderno bajo las figuras del ganadero y del empresario taurino. Goya fue, sin duda, el primero en captar que la guerra había establecido un nexo simbólico profundo entre el toreo y la nación, y ello se advierte con fulgurante claridad en el paralelismo entre los aguafuertes de la Tauromaquia y los Desastres, cuya síntesis conceptual había alcanzado en aquel gran lienzo taurino de 1814 (que no contiene un solo toro), La Carga de los Mamelucos, donde la masa de los jinetes napoleónicos sugiere un descomunal morlaco coronado, a modo de astas, por la cimitarra de un mameluco y el sable de un oficial francés —que unen así los estereotipos negativos del moro y del gabacho—, y asediado por una cuadrilla de improvisados torerillos a pie que apuntillan a los invasores, mientras un friso de aficionados los jalea. Entiendo que a los nostálgicos de una Ilustración racionalista que aquí no tuvo entrada les siga mosqueando el atavismo torero de la identidad nacional, pero, aunque los distingo favorablemente de la manada progre que se cree más sensible y catalana prohibiendo las corridas en aras de los improbables derechos animales, aprecio más a quienes, como Goya, han intentado entender y explicar por qué somos como somos y seguiremos siendo los españoles, catalanes incluidos, a despecho de la zoofilia encubierta de los nacionalistas periféricos. ABC. 1-8-2010