El Athletic Club de Bilbao conquista su tercera Supercopa

Una vez más, David puede con Goliat

Recientemente, ha vuelto a quedar patente que hay ocasiones que en el deporte de altas esferas el dinero invertido no lo es todo para conquistar grandes títulos, como se ha demostrado en la Supercopa de España que se disputó la semana pasada.

Ha sido un torneo atípico, por las circunstancias que todos conocemos, pero también porque ha tenido un ganador sorprendente sobre el papel. El Athletic Club de Bilbao ha conquistado su tercera Supercopa de España contra todo pronóstico imponiéndose en semifinales a Real Madrid y en la final al Fútbol Club Barcelona.

Y es que ha sido el triunfo de una filosofía que lleva vigente desde 1898, la de solo contar con jugadores nacidos o criados en las canteras del País Vasco, Navarra o La Rioja, salvo muy contadas excepciones. Una vez más, la gabarra bilbaina debiera haber salido a pasear por la ría del Nervión de no ser por las circunstancias que estamos viviendo actualmente.

Con acierto, el formato y fechas de Supercopa española ha sido variado desde la temporada pasada, al igual que la Copa del Rey, pasando de ser un coto cerrado para los más grandes del balompié nacional a ser un torneo abierto que disputan los dos mejores del anterior campeonato liguero y los dos finalistas de Copa del Rey. Y es aquí donde este año han emergido las figuras de los clubes bilbaíno y donostiarra.

Esta Supercopa, que se disputó la temporada pasada en Arabia Saudí, ha sido trasladada este año al sur de España, concretamente a Córdoba, Málaga y Sevilla, donde se han disputado tres vibrantes encuentros que han puesto de manifiesto que el dinero no es todo en deporte. Y digo esto porque Real Sociedad fue un digno semifinalista que puso en jaque al Fútbol Club Barcelona, llevando el desenlace final del partido hasta la siempre decisiva tanda de penalties, donde emergió la figura del magnífico guardameta alemán Ter Stegen, que ya antes había firmado una actuación sensacional.

Con todo ello, en Málaga se disputó la segunda semifinal entre Real Madrid y Athletic, con sorprendente triunfo de los segundos, merced a un gran planteamiento y disposición sobre el terreno de juego de los bilbaínos liderados desde el banquillo por su nuevo entrenador, Marcelino García Toral. Éste no ha podido iniciar de mejor forma su experiencia como técnico bilbaíno. Aprovechando las debilidades del Real Madrid y minimizando sus virtudes, los leones dieron dos zarpazos en la primera parte de la mano de uno de sus jugadores más emblemáticos, Raúl García para después controlar el partido y clasificarse para la final donde le aguardaba el Barcelona.

La Cartuja esperaba a los dos flamantes finalistas, y el encuentro no decepcionó a ningún aficionado. En el primer tiempo se adelantó el Barcelona pero inmediatamente igualaron el partido los de Bilbao, demostrando su capacidad de reacción y que no iban a tirar la final a las primeras de cambio. Con todo esto, la segunda parte fue aún más espectacular que la primera, ya que en el minuto 75, Griezmann firmaría su particular doblete. Restaban 15 minutos y Marcelino movió ficha desde el banquillo, dando sus frutos a falta de un minuto para la conclusión del tiempo reglamentario cuando uno de los jugadores que había entrado al terreno de juego, puso el empate a dos en el electrónico. Fue el “Búfalo” Villalibre.

Con la prórroga por delante, Williams, otro producto de la cantera de Lezama, tenía un as guardado en la manga y en una de sus jugadas preferidas, cruzó el balón por toda la escuadra haciendo inútil la estirada de Ter Stegen. Supuso el epílogo final del triunfo de una filosofía de club intacta desde su origen hasta hoy, un club que nunca da un encuentro por perdido y el inicio exitoso de una nueva era, la de Marcelino, en el banquillo de San Mamés.

Es por ello, que desde aquí felicito no solamente al Athletic por la consecución de un título contra pronóstico y derrotando a los dos grandes del fútbol nacional, sino por ser fieles a sus principios 123 años después de su nacimiento, contra viento y marea.

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