La crisis económica ofrece oportunidades a los paí­ses emergentes

Una oportunidad para Latinoamérica

La crisis actual también genera una oportunidad para profundizar el desarrollo de las finanzas regionales.

Esta crisis rofundiza la crisis de hegemoní­a de EE UU que se manifiesta tanto como crisis financiera, como creciente pérdida de competitividad de su economí­a; la existencia de déficits fiscales y comerciales, y no logra contener la recesión socializando las pérdidas de los bancos y donde además no parece contar con capacidad para exportar sus desequilibrios.Crisis que asimismo arrastra a otros bancos miembros del G 7 como un castillo de naipes. Se trata de una crisis cuyo epicentro es financiero pero cuyo origen se remonta a la diferencia entre productividades de los Estados Unidos respecto de otras economí­as que le provoca un déficit comercial creciente dado que no puede recurrir ya fácilmente, como lo hací­a antes a una mayor emisión (so riesgo de aumentar inflación), o de aumentar la tasa de interés para atraer capitales (so riesgo de aumentar la recesión).Además, la declinación económica y financiera es coincidente con un nuevo mapa del poder económico mundial, con el surgimiento de lo que se conoce como paí­ses emergentes o en desarrollo, con una competitividad y crecimiento más altos en los últimos años; con una visión productiva y con la configuración de regiones y coaliciones de paí­ses que plantean cambios de las reglas de juego del poder mundial.La contrapartida real es que el resto del mundo ahorra para financiar el exceso de gasto norteamericano. Así­, todos los paí­ses del mundo acumulan dólares, bonos del tesoro y tí­tulos hipotecarios americanos que se originan en el superávit externo de todos consolidado contra el déficit americano. De esta manera, el resto de los paí­ses financian el «sobreconsumo» estadounidense.» Por un lado los ha preservado de la volatilidad y de golpes de mercado, pero por otro son también son un préstamo que estos paí­ses le hacen a EEUU a costo reducido.La crisis actual también genera una oportunidad para profundizar el desarrollo de las finanzas regionales. Los acuerdos de la Unasur por un lado, y los de Argentina y Brasil en su alianza estratégica por otro, tiende a apuntar novedosamente a la configuración de un sistema multilateral de pagos y de crédito.De este modo se comienzan a generar consensos bastante inéditos hasta hace poco sobre la construcción de un sistema multilateral de pagos, de una coordinación macroeconómica que apunte a tener una moneda de reserva y generar crédito para infraestructura y producción sin condicionamientos externos. Esto tiene que ver con la posibilidad de un desarrollo más autónomo del conjunto de la región que además deberá reconsiderar como resolver las asimetrí­as también en este plano con los paí­ses más débiles.Tal vez la postcrisis sea el momento adecuado para que los paí­ses emergentes impulsen en ámbitos de instituciones de cooperación internacional, debates sobre el predominio que tuvo en las últimas tres décadas un capitalismo especulativo, financiero, generador de burbujas especulativas que relanzaban el crecimiento central construyendo nuevas sobre todo en la periferia. Los paí­ses centrales mientras tanto seguirán manteniendo el discurso de los beneficios de la economí­a de libre mercado, de la posibilidad de inversiones con señales adecuadas, y de la cooperación para atender a la pobreza.

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