SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Una noche con Rita Barberá

Se oyen unos estallidos breves, secos e inocentes. Y del interior de una nube de pólvora surge Rita Barberá lanzando trons de bac. Va vestida de Blasco Ibáñez. Chaqueta color crema, pantalones oscuros enfundados en una botas altas para protegerse del más popular de los petardos valencianos. Empaque y voz de mando.»Catalán, ven aquí­, que te voy a enseñar cómo se tiran…» Noche del 15 al 16 de marzo del 2010. Noche de la plantí  de las fallas de Valencia.

Se oyen unos estallidos breves, secos e inocentes. Y del interior de una nube de pólvora surge Rita Barberá lanzando trons de bac. Va vestida de Blasco Ibáñez. Chaqueta color crema, pantalones oscuros enfundados en una botas altas para protegerse del más popular de los petardos valencianos. Empaque y voz de mando.“Catalán, ven aquí, que te voy a enseñar cómo se tiran…” Noche del 15 al 16 de marzo del 2010. Noche de la plantà de las fallas de Valencia.

“A ver, que me sigan los extranjeros”, grita la alcaldesa. Los extranjeros somos el “catalán” y el periodista malagueño Julián Quirós, recién nombrado director de Las Provincias, el principal diario de la comunidad, hoy alejado del furioso anticatalanismo que le imprimió la señora María Consuelo Reyna en los ochenta. María Consuelo fue reina de la derecha valenciana antes que Rita. Intérprete de los designios de Fernando Abril Martorell en el campo de minas de la transición, Reyna tuvo una misión: alejar Valencia de Catalunya. El número dos de Adolfo Suárez y jefe de máquinas de UCD tenía claro que una aproximación catalanovalenciana podía llegar a ser más peligrosa que la contigüidad vasco-navarra, estimulada y a la vez frenada por las pistolas de ETA. Abril movió piezas, provocó oportunos cambios de bando, no reparó en gastos y contó con la estratégica colaboración de Alfonso Guerra. Ambos pactaron el eclipse de la cuestión valenciana en los años ochenta.

Y en los noventa, con el apoyo de los regionalistas de Unió Valenciana, llegó la alcaldesa Rita Barberá Nolla, licenciada en Economía, periodista local, hija de un reputado reportero local y Musa de la VIII Olimpiada Valenciana del Humor, en 1973. Una mujer de carácter llamada a ser una de las grandes figuras del Partido Popular en la fase de la turboeconomía. Fue inmensa y ahora cae en desgracia. Es tiempo de cambio y penitencia. “Qué hostia, qué hostia…”, le susurraba a uno de los suyos la noche de la derrota.Los noches de la plantà son largas. La comitiva recorrió las principales fallas y en todas ellas, la alcaldesa reinaba. La ciudad era suya. Recuerdo que acabamos de madrugada después de un paseo onírico por las calles mejor iluminadas del barrio de Ruzafa. Hay que visitar las Fallas para saber que la fiesta es un dato político muy importante en Valencia. Con su carácter, su chaqueta y sus botas de Blasco Ibáñez, Barberá encarnaba una época de oro. Rota la ensoñación del Levante aznariano, sus símbolos van cayendo, uno tras otro. La derrota político-moral de la derecha en Valencia es impresionante. Y la caída de Barberá llega en el peor momento para el Partido Popular. Puede arrastrar a Mariano Rajoy, que obtuvo en Valencia los apoyos necesarios para resistir la embestida de la facción madrileña en 2008. Los jóvenes turcos (y turcas) del PP no aguantarán muchos más escándalos. Albert Rivera les turba.

El País Valencià regresa como sujeto político activo. Se está convirtiendo en la rótula de la nueva situación. El PP naufraga en la Comunidad Valenciana. El PSOE valenciano no puede ser una mera fuerza auxiliar del socialismo andaluz, si no quiere verse definitivamente desbordado. Ximo Puig lo sabe. Compromís, novedosa alianza de la izquierda urbana con la menestralía comarcal, emerge como la fuerza más dinámica y tapona a Podemos. Compromís es el aliado que en estos momentos más necesita Pedro Sánchez. Sólo son cuatro diputados, pero podrían obligar a Pablo Iglesias a pasar del leninismo-pop al posibilismo. De las Tesis de Abril al “compromiso histórico” de Berlinguer (política pactista de los eurocomunistas a finales de los setenta).

La política española pasa hoy por Valencia

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