50 años de la "Marcha Verde" de Marruecos sobre el Sáhara

Una ‘Marcha Negra’ diseñada desde Washington para ocupar el Sáhara

Es 1975. Para la superpotencia yanqui, era necesario entregar el Sáhara a Marruecos, asegurando la estabilidad y el control norteamericano de ambos lados del Estrecho de Gibraltar. Y por eso Kissinger diseñó la Marcha Verde... que en realidad era negra.

Casi simultáneamente al 50 aniversario de la muerte de Franco, se cumple ahora medio siglo de otro acontecimiento, pero en este caso trágico. La mal llamada «Marcha Verde», conocida como «Marcha Negra» por los saharauis

El 6 de noviembre de 1975, una multitud de 350.000 civiles marroquíes -aunque escoltadas por unidades militares armadas camufladas entre ellos- se lanzó sobre el Sáhara Occidental, entonces aún una provincia española, para ocuparla y anexionársela de facto para Marruecos. Así obtuvo el reino alauí el control de la parte costera del Sáhara, y así comenzaron 50 años de ocupación, represión y éxodo en los campamentos del desierto para el pueblo saharaui.

Hoy sabemos que este episodio -que nos presentan como la audacia de Hassan II- fue fruto de los planes y las directrices de la superpotencia norteamericana, en concreto de Henry Kissinger, en una historia que corre pareja al inicio de la ‘reconducción made in USA’ que también fue la Transición española.

Hassan II, rey de Marruecos, junto a Henry Kissinger, secretario de Estado en la administración Nixon

350.000 marroquíes, de forma pacífica, se arrojaron sobre el Sáhara Occidental, que fue asimilado por Marruecos sin pegar ni un tiro, aplicando de forma osada y audaz la política de los hechos consumados. Esta es la versión oficial de la Marcha Verde, la que han escuchado mil veces los ciudadanos marroquíes -para ensalzar la figura de Hassan II, padre del actual sátrapa Mohamed VI- y la que aparece en los reportajes

Pero libros de investigación como «Sáhara: historia de una traición», publicado en 2010 por Jesús Palacios, nos desvelan los entresijos de un secreto a voces, triturando la historia oficial. Documentando detalladamente cómo la idea de una «ocupación ‘manu militari’, camuflada dentro de una marcha civil y pacífica» fue, en realidad una idea de la CIA, promovida por el secretario de Estado Henry Kissinger y diseñada y planificada hasta el detalle por el general Vernon Walters (el gran estratega norteamericano del suroeste europeo y el norte de África que, en ese momento, era además subdirector de la CIA).

La operación se llamó originalmente «Marcha Blanca» y la única aportación de Hassan II fue el cambio de color. Llamándola «Marcha Verde» (el color del Islam) se consiguió una mayor movilización del pueblo marroquí.

Los motivos de Washington para impulsar esta maniobra están determinados por la situación en 1975 de la Guerra Fría y de la disputa, cada vez más enconada, de las dos superpotencias.

EEUU acababa de sufrir una sangrante derrota en la guerra de Vietnam, colocándose a la defensiva estratégica. Y en respuesta, la otra superpotencia, la URSS socialimperialista se lanzó a una agresiva política expansionista que tenía como centro la Europa Occidental.

En ese contexto geopolítico, el control de las dos orillas del Mediterráneo tenía un carácter decisivo. Es por esto que la estrategia de recomposición de la hegemonía norteamericana en la zona, diseñada por Kissinger, va a consistir en reforzar el llamado «vientre blando de Europa», donde perviven viejas, desgastadas y caducas dictaduras militares (la Grecia de los coroneles, el Portugal de Salazar, la España de Franco), muy desprestigiadas y sobre las que se cierne la amenaza de previsibles revueltas populares, en las que los partidos prosoviétivos locales podrían intentar sacar tajada. En todos estos países, EEUU va a propugnar la transición a regímenes democráticos «controlados», homologables a las sólidas democracias del norte de Europa, y situados bajo el paraguas colectivo de la OTAN.

Pero al sur de ese «vientre blando» también habían importantes problemas que atender para Washington. La influencia soviética también se extendía en la Argelia de Bumedian. Por eso EEUU se lanzó a evitar a toda costa que un Sáhara independiente pueda acabar en manos del Frente Polisario, un movimiento de liberación que en Washington se consideraba poco más que un apéndice de Argel. Washington temía que un Marruecos rodeado de regímenes amigos de la URSS pudieran acabar forzando la caída del régimen de Hasán II, un monarca que vivía una situación interna muy delicada, tras varios intentos de derrocamiento e incluso atentados contra su vida.

Era necesario entregar el Sáhara a Marruecos, asegurando la estabilidad y el control norteamericano de ambos lados del Estrecho de Gibraltar. Y por eso Kissinger diseñó la Marcha Verde… que en realidad era negra.

.

Un crimen con cómplices

Pero para poder llevar adelante sus planes, Washington necesitaba cómplices. Por supuesto Francia, sostén tradicional del régimen alauita, que contribuyó no sólo política y diplomáticamente a proteger a Marruecos y sus hechos consumados, sino que -junto a EEUU- prestó apoyo militar.

Juan Carlos I pasando revista a las tropas españolas en el Aaiún en noviembre de 1975, muy poco antes de la Marcha Verde. Dias después, recibieron instrucciones de no hacer nada ante el avance marroquí

Pero era imprescindible asegurar que España, de la que el Sáhara Occidental era su provincia número 52, no hiciera nada, no pegase ni un tiro.

Para ello, los EEUU esperaron hasta el momento propicio, con Franco agonizando (moriría días después, el 20 de noviembre) y un relativo «vacío de poder» en Madrid. Pero estaba todo «atado y bien atado». EEUU llevaba también meses tanteando cúal sería la reacción española y allanando el camino para que se aceptase una retirada incondicional.

En concreto, Kissinger ya había advertido varias veces al futuro rey Juan Carlos -todavía príncipe, aunque ya jefe de Estado en funciones, por la enfermedad de Franco- de los «riesgos» que supondría «empezar su mandato con una guerra colonial en África», o de lo grave que podría llegar a ser «recibir la corona con un ejército victorioso», en el caso de que ganara la guerra. Más que consejos, se trataba obviamente de amenazas.

Las amenazas funcionaron. Juan Carlos I firmó los Acuerdos de Ma­drid», verdadera acta de capitulación, que despojaba a los saharauis de su territorio y de su futuro y entregaba el Sáhara a Marruecos y Mauritania, aunque luego la segunda abandonó y se lo dejó todo a Rabat.

A pesar de 50 años de traición, la inmensa mayoría de nuestro pueblo apoya y seguirá apoyando al pueblo hermano saharaui, y su justa lucha por conseguir un Sáhara Occidental Libre e Independiente.

.

Una triple traición que sigue hasta nuestros días

Entregando al Sáhara Occidental a Marruecos por órdenes de Washington, el Rey Juan Carlos -y tras él, la clase dominante española y sus aparatos de Estado- cometieron una triple traición.

Primero, traicionando el compromiso de España en la ONU, compromiso que le avalaba como única potencia legítima administradora del Sáhara, y como garante de un proceso de autodeterminación que implicaba la organización y realización de un referéndum para que el pueblo saharaui pudiera decidir libremente su destino.

Segundo, traicionando al pueblo saharaui, un pueblo colonizado pero al que nos unen una tupida red de lazos históricos, culturales, lingüísticos y sobre todo de afectos. Un pueblo que confiaba en el compromiso descolonizador de España y al que se entregó a su más feroz enemigo, al sátrapa monarca marroquí y a su régimen corrupto y opresor, que ha llenado las cárceles de saharauis y de torturas.

Y tercero, traicionando al pueblo español que de forma abrumadoramente mayoritaria y trasversal está con el Sáhara y los saharauis, y su justa causa por la autodeterminación. Una traición que ha sido redoblada con el giro de 180º que el gobierno de Pedro Sánchez dio en 2022, abandonando el tradicional apoyo español a las resoluciones de la ONU que obligar a un referéndum en el Sáhara Occidental y aceptando las tesis de «marroquinidad» del territorio dictadas por la Casa Blanca de Trump.

Pero a pesar de 50 años de traición, la inmensa mayoría de nuestro pueblo ha apoyado, apoya y seguirá apoyando al pueblo hermano saharaui, y su justa lucha por conseguir un Sáhara Occidental Libre e Independiente.

Deja una respuesta