Una inmensa fuerza social: Blindar las Pensiones en la Constitución

¿Por qué blindar las pensiones en la Constitución es la única alternativa estructural que puede permitir resolver la defensa del sistema público de pensiones?

Ésta es una pregunta que en estos momentos es clave hacerse. Pero antes de responderla me gustaría aclarar dos cuestiones de partida.

Primera. Blindar las pensiones no es asegurarlas en los presupuestos (PGE). Blindar las pensiones no es que se cumpla el artículo 50 de la Constitución.

Segunda. Como portavoz de la Mesa Estatal por el Blindaje de las Pensiones (MERP), no tengo nada en contra de los fondos privados de pensiones. Creo que si hablamos de libertades individuales, cada cual debe decidir en qué invertir su dinero, debe tener libertad para hacerlo (si lo tiene), y las empresas privadas condiciones para ofrecer sus productos.

Por lo demás, nadie aceptaría que una empresa hiciera negocio con el oxígeno sobre la base de permitir que se contamine el aire. Cualquiera consideraría la defensa del aire limpio y puro, y la lucha contra la polución, una obligación democrática, ética y de principios. Pues igual que el aire no se contamina por generación espontánea, las pensiones no se degradan por condiciones “naturales” como el envejecimiento de la población. Queda dicho.

El mejor sistema

A día de hoy nadie duda de que tenemos uno de los mejores sistemas de pensiones del mundo. No hay más que atender al índice de sustitución, es decir, al porcentaje del salario que se sigue cobrando después como pensión. En España la media es del 80%, y en algunos casos llega hasta el 90%.

Si comparamos con los diferentes modelos salimos bien parados. Los países nórdicos no superan el 70%, con muchas variaciones entre países. Los de Europa Central, como Alemania, no superan el 50%, y los anglosajones andan entre los nórdicos y el alemán. Todos estos modelos requieren de un “sistema de ahorro” que complemente la pensión. De hecho, Chile no llega al 35%, siendo el mejor ejemplo de privatización de un sistema público de pensiones.

Esta es una de las razones por las que las pensiones públicas se han convertido en cultura democrática y popular. El sistema público de pensiones no es cuestionado abiertamente por nadie, porque es patrimonio de todos, independientemente de la ideología de cada uno, y porque hace referencia al momento en el que, después de toda una vida de duro trabajo, se está más indefenso. «Debemos liberar a los Estados de la carga de las pensiones públicas” (Christine Lagarde) «

Por otra parte, para los fondos privados, el “mercado” español de pensiones está inexplotado. Y no solo por la existencia de un robusto sistema público, sino también porque en España nunca ha habido capacidad de ahorro suficiente como para ser buenos clientes. Según los expertos, es necesario un salario de 30.000 euros al años para que salga rentable un fondo privado, y la media en España no llega a los 27.000 euros, siendo el más habitual los 16.500 euros. ¿Qué consecuencia inevitable tendría la sustitución de las pensiones públicas por un “sistema de ahorro”, aunque sea parcialmente? Que una gran parte no podría acceder a él y la mayoría se empobrecería.

Las pensiones públicas son un eje de solidaridad intergeneracional e interterritorial que nadie se atreve a cuestionar, porque, además, somos una sociedad mediterránea e hispana en la que los mayores juegan un papel ético, cultural y de principios fundamental. Son los depositarios (o mejor, las depositarias, ya que somos una sociedad de origen matriarcal) del conocimiento, de la sabiduría, de la tradición y de los principios populares. Son quienes han hecho con su esfuerzo individual y colectivo, que hayamos llegado hasta aquí.

Los fondos privados

En el 2010, la crisis ya había hecho emerger un agujero en los fondos privados de pensiones equivalente al 27% del PIB mundial. En el 2012, en su reunión anual en Washington, la presidenta del FMI, Christine Lagarde lanzó un aviso para navegantes: “debemos liberar a los Estados de la carga de las pensiones públicas”. En España las pensiones suponen un botín de 110 mil millones.

Es un hecho que los fondos privados de pensiones ya están ocupando el espacio que hasta ahora cubrían las pensiones públicas. Y esto no ha sido por la competitividad de los fondos, sino por el proceso de degradación del sistema público de pensiones iniciado ya en el 2010.«Lo conseguiremos si concentramos esta inmensa fuerza social en un solo punto»

Pero en el problema está también la solución. Este proceso afecta a una inmensa mayoría de la población. Es decir, no es una cuestión de solidaridad. Como a todos nos afecta, contamos, pues, con una inmensa fuerza social implicada en una causa que es la columna vertebral de nuestro Estado social.

Sin duda, además, los más interesados en conseguir blindar las pensiones, somos aquellos que tenemos entre 40 y 50 años, y los que ni si quiera han empezado a trabajar.

El blindaje en la Constitución

El primer problema es que las pensiones son un derecho constitucional cuya satisfacción depende de cómo lo concrete el legislador o de la correlación de fuerzas en el Congreso. Son un derecho condicionado o una expectativa de derecho. Esto debe acabar. Por eso defendemos que pasen a ser un derecho fundamental incuestionable incluido en el capítulo de Derechos y Libertades. Esto, además, permitiría que cualquier ciudadano pudiese acudir a los tribunales a pedir su amparo.

Pero el peligro principal que corren las pensiones es el de la privatización. Tal y como demuestran los hechos. Por eso exigimos una reforma que introduzca de forma explícita en la Constitución la prohibición de privatizar las pensiones y degradar su poder adquisitivo. De esta manera, tanto el 0,25% como el factor de sostenibilidad serían inconstitucionales.

¿Cómo hacer para financiar las pensiones? Esa pregunta no nos corresponde responderla a la sociedad civil. ¿Alguien se hizo la misma pregunta antes de blindar la deuda en el artículo 135 de la Constitución, poniendo su pago por encima de cualquier otra cuestión, también de las pensiones? No creo que ningún demócrata considere a los bancos, o a cualquier acreedor del Estado, más importante que las pensiones.

Un solo punto

¿Es que no hay otras reivindicaciones importantes por las que pelear en lo que se refiere a las pensiones públicas? Sí las hay, y hay que pelear por ellas. Pero solo el blindaje constitucional de las pensiones puede resolver estructuralmente el problema para que no tengamos que volver a empezar dentro de un año, o de dos, o de cuatro. De forma que ninguna turbulencia económica, ni política desde el gobierno de turno, pueda afectar a las pensiones públicas. Un muro de contención democrático y un espacio para el desarrollo y la mejora de las condiciones de vida de la población. De esta forma, los representantes elegidos se verán obligados a encontrar las formas y a llegar a los acuerdos necesarios para cumplir con este mandato constitucional.

En la sociedad existe una enorme riqueza de sensibilidades y alternativas para tratar cualquiera de estos temas. Todas las organizaciones que estamos en la MERP (ya somos 250 con una enorme pluralidad), nos hemos unido sin importar nuestras siglas o nuestra ideología, en el blindaje constitucional de las pensiones. Tratamos pues, de actuar como el mecanismo de una central hidroeléctrica, donde solo si toda la fuerza del agua actúa sobre un único punto se produce la energía eléctrica. De la misma manera, debemos concentrar la inmensa energía y fuerza social que concentra la defensa de las pensiones en un solo punto que, además, es posible conseguir, el blindaje constitucional de las pensiones.

2 comentarios sobre “Una inmensa fuerza social: Blindar las Pensiones en la Constitución”

  • Estupendo artículo. Creo que deberia darse mucha publicidad a la idea que expone, la de concentrar toda la presión en un unico punto, para que la gente lo entienda, lo valore y no se dispersen inutilmente las fuerzas. Solo se puede votar a quién se comprometa fehacientemente a blindar las pensiones. Si se pierde esta oportunidad cada vez será más difícil por no decir imposible.

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