Marcha a Bruselas

Una idea fija y obsesiva

El pasado junio una parte de los marchantes indignados decidieron continuar su camino. Esta vez hacia Bruselas. Mientras el movimiento del 15-M se consolida en las plazas españolas, el hilo conductor que recorre el planeta desde Santiago a Tel Aviv cristaliza en continuas muestras de apoyo mutuo y solidaridad.

Tres son las rutas que recorren Francia, la de la meseta, la mediterránea y la de Tolouse. Mientras se escriben estas líneas los marchantes llegan or fin a París, donde se dan inicio unas jornadas de tres días que coincidirán con el «Día Mundial contra los Bancos», convocado a iniciativa de los indignados de Nueva York. Hace semanas, cuando el 15-M comenzaba su andadura, decíamos desde estas páginas que cuando algo nace siempre es un proceso traumático, como un parto, lleno de errores, frustraciones, vueltas a empezar, «dientes apretados» y camino desandado. Pero lo determinante es la voluntad, la determinación por defender lo que es justo. Nunca un «reestreno» como el de Antígona, en el Festival de Teatro de Mérida, fue tan oportuno ante los presentes acontecimientos y lo que ha de venir: «La voluntad de enfrentarse al poder sin importar las consecuencias». Más allá de los aciertos y errores, nuestra historia nos enseña que cuando un pueblo se pone a andar, no para hasta que llega a su destino, incluso aún cuando no sabe muy bien cuál es. Por eso hemos querido, desde estas páginas, saludar a la Marcha a Bruselas como parte de un amplio movimiento que no ha hecho más que empezar a caminar, una nueva cultura política que es ya, desde España, un referente en todo el mundo. Doce días en Francia Crónica de un marchante anónimo Durante días, o semanas, las comisiones de la marcha casi han dejado de funcionar. En cuanto a la cocina: pasta y arroz, arroz y pasta, para comer y para cenar, alegrándose la cosa con galletas y pan, muchas veces duro, durante más de diez días. La comisión de Difusión quedó reducida a una triste tabla sobre dos caballetes y un voluntario cansado custodiando una hucha para financiarnos la gasolina. Transporte al límite de sus capacidades, con una furgoneta realizando hasta una docena de viajes para poder trasladar toda nuestra infraestructura, y de hecho algún día hemos tenido que abandonar materiales. Comunicación: a la vista está, cuando menos poco eficaz y mejor lo dejamos así. Abdelatif, el Sabio de nuestra Tribu, rebautizó el otro día a la Comisión de Ruta como Comisión Derrota: la imposibilidad de unificar un horario para despertarnos y ponernos en marcha, y el ambiente generalizado de "sálvese quien pueda", ha provocado que un día tras otro, todos y todas nos separemos, nos disgreguemos en grupos de dos o tres personas, e incluso caminantes solitarios, y unos más y otros menos, todos nos hemos perdido más de una y más de tres veces, haciendo muchos más kilómetros de los necesarios. De esta forma llegamos al destino tarde, a veces de noche, nos saltamos comidas, nos desesperamos, nos cabreamos, y perdemos inútilmente enormes cantidades de energía y, en ocasiones, valiosos caminantes que no han aguantado toda esta tensión. La convivencia, como puede imaginarse, ha pasado por momentos muy duros. […] Enumerar todos los problemas que hemos tenido me llevaría horas, y seguramente me produciría un enorme dolor de cabeza. Sin embargo, cada vez lo siento más… nada podrá detenernos. Ni el agotamiento, ni el frío, ni la lluvia, ni el hambre, que algunos días también hemos pasado, ni los tejemanejes de la policía, ni los malos rollos personales, a veces durísimos, han conseguido que la mayoría de nosotros desistamos en nuestra cabezuda determinación por lograr nuestro objetivo, que es llegar a Bruselas, aunque a estas alturas nadie sepa para qué lo hacemos exactamente. Simplemente caminamos, caminamos, caminamos… un día tras otro, apretando los dientes y aferrándonos a una idea fija y obsesiva. Carta abierta Asamblea General de la Ciudad de Nueva York Somos los ciudadanos y no ciudadanos de la Asamblea General de New York City. Venimos de todos los ámbitos de la vida y de una gran variedad de contextos culturales, políticos y religiosos. Sin embargo, compartimos la misma indignación por la riqueza común que ha sido saqueada por las instituciones internacionales, con la complacencia de los gobiernos del mundo. Un saqueo que ha conducido al desempleo masivo, los recortes generalizados a los servicios públicos, la desesperación y la resignación. Es la misma indignación que ha llevado a la gente de Grecia y España a ocupar calles y plazas con carácter permanente, el pueblo de Egipto y Túnez a derrocar a sus gobiernos, y al pueblo de Islandia a nacionalizar su sistema bancario y reformar la Constitución. Durante las últimas semanas hemos comenzado a compartir la indignación y escucharnos unos a otros en una serie de reuniones públicas abiertas a todo el mundo. Libremente inspirados por las asambleas generales que se multiplican en todos los rincones del planeta, que han comenzado a llevar sus diferencias a través de un conjunto consensual de toma de decisiones. Tal proceso no tiene como objetivo borrar las diferencias. Por el contrario, quiere que se multipliquen de modo que podamos empezar a reconstruir esta nación y este mundo nuevo. Uno de los primeros pasos concretos que hemos decidido tomar es la de participar en un día de acción global contra el capital financiero, el 17 de septiembre de 2011. Les invitamos a unirse a nosotros en esta acción por ocupar pacíficamente las calles y plazas que rodean la zona de Wall Street, en la ciudad de Nueva York, a partir del 17 de septiembre. Por el momento no tenemos una lista específica de las demandas. Sin embargo, la Asamblea inició una conversación a través de la cual una serie de propuestas y puntos de vista se desarrolló. Algunos de nosotros pensamos que la imposición de un impuesto Robin Hood en todas las transacciones financieras, la subida de impuestos sobre las ganancias de capital, y el restablecimiento de la ley Glass-Steagall, son tres medidas esenciales para restablecer un mínimo de cordura fiscal en los Estados Unidos y en el extranjero. Algunos de nosotros pensamos que la verdadera autonomía y la independencia no se puede lograr a través de la reforma fiscal. Y algunos de nosotros creemos que tenemos que reiniciar el sistema, reformar la Constitución, y recusar un sistema de gobierno empleado por los ricos para la ricos.

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