El Observatorio

Una hispana en el corazón del poder de EEUU

La decisión del primer presidente negro (o mulato) de Estados Unidos de elegir a una mujer de origen hispano para que, por primera vez en la historia, forme parte del poderoso Tribunal Supremo de EEUU, no es una anéctota más, sino un mensaje simbólico de enorme calado, a la vez que un reconocimiento sin paliativos de que la minorí­a más grande del paí­s cuenta y va a contar cada vez más para regir los destinos de Estados Unidos.

Con la elección de Sonia Sotomayor, una juez hisana de 45 años, nacida y criada en el Bronx, pero de padres puertoriqueños, como nuevo miembro vitalicio del Tribunal Supremo de EEUU, es inevitable sacar la conclusión de que se ha roto una barrera, se ha superado un límite, se ha desbordado un obstáculo y, por tanto, se abre en cierta forma una nueva época: una época en que los hispanos de EEUU tienen el derecho y la oportunidad de aspirar a jugar un papel determinante en el futuro de Estados Unidos. Con una presencia aproximada de 50 millones de personas, que serán 100 millones en el año 2050, la comunidad hispana es no sólo la mayor “minoría” del país (más que los negros o los asiáticos), sino la que más crece y más dinámica se muestra, tanto social como culturalmente. Y la que más rápidamente está emergiendo, desde ocupar los estratos más bajos de la sociedad y la economía, a desempeñar trabajos cualificados y labores de responsabilidad. En sólo unos decenios, los hispanos han pasado a estar en todas las esferas de la vida política, social, cultural y política norteamericana. Para ello han tenido que vencer un prejuicio, que no era sólo étnico o racial (como en el caso de los negros), sino que iba mucho más al fondo: y es que la presencia hispana desafía el universo monolingüe y cultural anglosajón, que ha sido el crisol en el que hasta ahora se han “disuelto” y se han “fundido” todas las diferencias étnicas, raciales, religiosas y linguísticas que han formado la “nación americana”. Ninguna minoría hasta ahora había conservado su lengua y su cultura en el interior de EEUU. Pero la comunidad hispana sí lo hace. Por eso, su “integración” ha representado hasta ahora un desafío “nuevo”. Y ha generado abiertas resistencias. Desde los referendums para asegurar el “only english”, y evitar el bilingüismo, hasta la supresión de ayudas a colegios bilingües. El ala más radical del Partido Republicano, alentada por panfletos como el de Hungtington contra el “peligro hispano”, auspicia aún la xenofobia antihispana, pero hasta Bush tuvo que hacer guiños constantes a la comunidad hispana, aunque sólo fuera por intereses electorales. Con la llegada de una hispana al Tribunal Supremo no se acaban todos los problemas de discriminación contra los hispanos ni se reconocen, por supuesto, todos sus derechos. Mañana no se va decretar el bilingüismo. Pero no por ello se debe dejar de subrayar que se ha dado un paso adelante, de gran importancia, para que todo eso acabe ocurriendo más pronto que tarde.

Deja una respuesta