Desde la retirada de las tropas de Irak, el gobierno de Zapatero no ha parado de correr para demostrarle a Estados Unidos que aquel gesto de autonomía y capacidad de decisión independiente fue sólo eso, un gesto; y que no implicaba un cambio en la relación con el Imperio. Lo ha estado haciendo más de cuatro años con Bush y lo hace ahora con Obama. Y en los dos casos para reforzar la presencia española en la guerra de Afganistán. A Bush (que a pesar de todo nunca le perdonó lo de la bandera) le compensó la retirada de Irak enviando más tropas a Afganistán. A Obama (que se reúne con ZP y se alegra de porder llamarle «mi amigo») le ha ofrecido más militares, guardias civiles y dinero, a pesar de la crisis. Desgraciadamente los hechos demuestran que Zapatero continúa un alineamiento subordinado en el terreno internacional a la política del Imperio.
Ante un Obama que se ha sentido contento de “oder llamarle mi amigo”, a Zapatero, el presidente español abogó por “un nuevo tiempo” en las relaciones con Estados Unidos, colaborar con Estados Unidos por “un orden mundial más justo, por la lucha contra la pobreza y por dar a las futuras generaciones un tiempo mejor”. Eran las palabras. Porque los hechos son los que cuentan, y son mucho más duros. Los hechos habían hablado los días anteriores en la reunión de la OTAN. El gobierno de Zapatero, primero, se declaró de acuerdo con la nueva estrategia norteamericana para Afganistán, que además de que puede extender la guerra a territorio de Pakistán, implica más efectivos de todo tipo, militares y económicos de los aliados. Obama había pedido a los países de la OTAN más refuerzos para la guerra por el control de Afganistán. Y, segundo, se comprometió a dar un paso más anunciando el envío de un batallón con 450 soldados, de 50 guardias civiles para la formación de una policía paramilitar que adiestrarán 4.500 instructores militares yanquis, y la donación de 9 millones de euros, 5 para las elecciones de agosto y 4 para la formación del ejército afgano. ¿Nos quiere hacer creer Zapatero que aumentando el número de efectivos militares españoles en la guerra de Afganistán (España llegará a tener en los próximos meses más de 1.300 efectivos militares sobre el escenario bélico) y secundando la estrategia norteamericana sea la mejor forma de contribuir a la lucha por un mundo más “justo” y contra la “pobreza”? No lo es, como no lo es para aumentar la capacidad de decisión independiente de nuestro país. Por el contrario, cada paso en esa dirección termina por liquidar lo que pudo significar la retirada de los soldados de Irak, el principio de una mayor autonomía.Y sin países cada vez más soberanos e independientes, capaces de establecer su propia política exterior, difícilmente el mundo va a caminar hacia un “orden mundial más justo”. Por eso, al igual que antes con Bush-Aznar, también ahora con Obama-Zapatero hay que seguir exigiendo que ningún soldado español intervenga en las guerras del Imperio.