SELECCIÓN DE PRENSA INTERNACIONAL

Una estrategia diferente para Grecia y Europa

(…) Grecia podría ser el primer país que rechaza las políticas de austeridad, asociados con el eje Merkozy, desde el estallido de la crisis de la eurozona. Para los dos grandes partidos que han apoyado estas políticas, el electorado griego se enfrenta a una dura elección: más austeridad o la bancarrota, poniendo fin a la pertenencia de Grecia a la zona euro, con todo el coste que eso conlleva. Una parte de la izquierda acepta en lo fundamental los términos de este dilema. Sus posiciones han sido defendidas por economistas como Costas Lapavitsas, argumentando que sólo la retirada de la zona del euro puede crear el marco para un enfoque económico diferente basado en la nacionalización de los bancos, la introducción de controles de capital, la promoción de una política industrial y la redistribución del ingreso y la riqueza. No se puede afirmar que esta estrategia este firmemente sustentada en una lectura detallada de los antecedentes históricos (…)

En este contexto, otro sector de la izquierda griega se ha negado a aceptar el atroz dilema que la ortodoxia dominante sitúa ante el electorado griego. Nuestra izquierda entiende que una salida griega de la zona del euro provocaría tantos problemas para la zona euro como para Grecia. Al transformar una unión monetaria en el equivalente de un sistema de cambios fijos mucho más inestable, como fue el caso del ERM en la década de los ochenta, las presiones sobre la siguiente economía a punto de abandonar el euro serían incontenibles. Pero es eso lo que da a cualquier gobierno alternativo poder de negociar. Un gobierno de la izquierda adoptaría prioridades económicas y sociales distintas, situando a los acreedores al final de la lista, al menos durante el período inicial. Exigiría a la UE una respuesta común al problema de la deuda de la eurozona que incluya tanto una reducción de su nivel global y como su pago condicionado al ritmo de recuperación de la economía.Además, esa estrategia será diseñada para que resulte atractiva a las fuerzas que representan al movimiento obrero en el resto de los estados miembros que padecen la austeridad. Un gobierno de izquierda defenderá que esta vía no solo es buena para Grecia, sino que debe ser el primer paso para un cambio de dirección de toda la zona euro, rompiendo el círculo vicioso de austeridad- recesión- más austeridad. Volvería a conectar con la idea de Europa como un espacio democrático que propicie la redistribución del ingreso, una desmercantilización de los servicios sociales y la experimentación con modelos de consumo y producción distintos. Y defendería que los sindicatos, los movimientos sociales y la acción colectiva son parte de la solución y no del problema.Es muy posible, que los grupos dominantes dentro de la zona euro tengan poder para bloquear este cambio de dirección. Dependerá finalmente del nivel de apoyo y solidaridad generada por un gobierno que desafíe las prioridades y las configuraciones de poder establecidas. Pero un gobierno que busca el bien de su propio pueblo, y de los que en otros países sufren el paro, la reducción de los salarios y el recorte de las prestaciones sociales, tienen una enorme ventaja. No será visto como un gobierno que solo busca la consecución del interés nacional, a través de la devaluación competitiva, sino que persigue el bien común y una estrategia en beneficio de las fuerzas populares en toda la UE.E incluso si Grecia es expulsada finalmente del euro, la solidaridad generada y los estragos que sufrirá la zona euro en su conjunto todavía darían a un gobierno alternativo una capacidad de negociación considerable para fijar las condiciones de su separación del euro. La estrategia de salida debe ser el último paso de la izquierda griega, no el primero.

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