El PSE-EE ante las elecciones vascas

Una de cal y otra de arena

En la presentación de las lí­neas maestras de la precampaña electoral, Rodolfo Ares, secretario de Organización de los socialistas vascos volvió a ofrecer una de cal y otra de arena. Primero, refiriéndose a las últimas encuestas, que confirman el retroceso de Ibarretxe y ofrecen la posibilidad de una mayorí­a absoluta no nacionalista, afirmó que «en Euskadi hay una nueva mayorí­a social que reclama un cambio polí­tico y que confí­a en el PSE-EE para llevarla a cabo». Pero inmediatamente, ofreció a la sociedad vasca un ambiguo «punto de encuentro» para lograr un Gobierno vasco «con objetivos compartidos». ¿Objetivos compartidos con quién? ¿Pueden existir «objetivos compartidos» con Ibarretxe, Arzallus o Eguibar, máximos representantes del fascismo étnico?

El Partido Socialista de Euskadi (PSE-EE) es la fuerza olítica que puede hacer realidad el fin de los diez años de gobiernos etnicistas de Ibarretxe. Por eso su posición es determinante.Y cada día ofrece una calculada ambigüedad que pretende colocarse en una distancia equidistante entre Ibarretxe y el PP –cuyo respaldo es imprescindible para desalojar a Ibarretxe de Ajuria Enea-.El mismo día que Rodolfo Ares defiende Ares un Gobierno vasco que tenga como prioridad "combatir al terrorismo, para acabar con la violencia y consolidar la paz y la libertad", Patxi López fustiga al PP casi con mayor fiereza que al PNV, acusándole de "utilizar a ETA, a la política antiterrorista y a la búsqueda de la paz, para atacar a zapatero, al Gobierno y al PSOE, porque no saben hacer otra cosa y todo su proyecto político es antisocialista".En el PSE-EE existen dos líneas, dos caminos. Uno es el representado por los concejales y militantes socialistas amenazados por ETA, y que configuraron la columna vertebral de la rebelión democrática contra el nacionalismo étnico. Otro es la tendencia a la conciliación y componendas con los jelkides del PNV. Expresión de esto fue la entrega de la lehendakaritza al PNV cuando el PSOE ganó las elecciones vascas, o el tramposo proceso de “diálogo” impulsado durante la última tregua.Patxi López y la actual dirección del PSE se han manifestado demasiado cercanos a la conciliación con el nacionalismo étnico. Pero ahora les corresponde, paradójicamente, la responsabilidad de acabar con los gobiernos etnicistas.Y no pueden fallar ni defraudar. Arrojar otro balón de oxígeno a Ibarretxe, cuando está más cerca que nunca de la derrota, sería una traición imperdonable. La dirección del PSE debe anteponer a cualquier otra cosa la obligación de echar a Ibarretxe a la oposición, alcanzando para ello un acuerdo con el PP.Debemos dar a Patxi López todo el apoyo para que lo haga. Y, precisamente por ello, mantenernos vigilantes ante cualquier manifestación de conciliación con el nacionalismo étnico.

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