Sobre la política exterior española

Una de cal y otra de arena

La política exterior española está subordinada a los imperativos estratégicos del hegemonismo norteamericano, y nunca va a cruzar las líneas rojas que le trace Washington. Y sin embargo, en determinados asuntos como el genocidio de Gaza, la posición de España es un elemento positivo, y un factor de paz que suma.

La continuidad de José Manuel Albares al frente de la diplomacia del gobierno Sánchez esboza unas líneas maestras de la política exterior española que nadan entre dos aguas.

Nadie debe dudar que la política internacional de España va a estar alineada dentro de las directrices generales e imperativos estratégicos de EEUU, y que no va a cruzar nunca las líneas rojas trazadas desde Washington y Bruselas.

Pero por otra parte, en temas tan importantes como la posición ante el genocidio de Gaza o las relaciones con Iberoamérica, la diplomacia española está mostrando cierto margen de maniobra para defender políticas positivas para la defensa de los intereses de nuestro país y de otros pueblos del mundo.

Una de cal y otra de arena, así es la política exterior marcada por el PSOE

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Sobre EEUU: ni una palabra más alta que otra

La ministra de Defensa, Margarita Robles, junto a la embajadora de Estados Unidos en España, Julissa Reynoso.

En una reciente entrevista del periódico El País, el jefe de la política exterior española, José Manuel Albares esquiva con habilidad diplomática las preguntas difíciles. Son las que tienen que ver con la verdadera fuerza que supervisa y sanciona la política internacional de España, los Estados Unidos de América.

En un momento de la entrevista, y tras tocar otros palos, el periodista lanza un gancho de izquierda, refiriéndose al escándalo de los agentes del CNI pillados in fraganti pasando información a EEUU.

Una de las líneas rojas de la diplomacia española es no decir ni una palabra más alta que otra… cuando se trata de la superpotencia norteamericana

«Uno no espera de un aliado que realice un acto hostil como es comprar a dos agentes de tu servicio de inteligencia para obtener información secreta», le espeta por sorpresa el periodista. Albares hace un juego de pies y esquiva el golpe. «La relación con Estados Unidos es muy sólida, es un aliado natural de España y Europa, hay una investigación judicial en curso y no voy a entrar en el fondo del asunto».

El periodista persiste. «¿Se han pedido explicaciones? ¿Han presentado disculpas?». Pero Albares se las sabe todas, y no se deja arrastrar al rincón: «Hemos hablado desde la amistad pero también con franqueza, que es como se resuelven estos temas con países amigos y, desde luego, la relación de aliado estrecho y socio estratégico se mantiene».

A veces son más elocuentes los silencios y las omisiones. ¿Qué diría Exteriores si los agentes del CNI hubieran sido sorprendidos pasando información a Rusia, por ejemplo? Pero una de las líneas rojas de la diplomacia española es no decir ni una palabra más alta que otra… cuando se trata de la superpotencia norteamericana, el verdadero «tutor» de nuestra política exterior.

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Sobre Ucrania: mantener el apoyo

«Los aliados de Ucrania, la UE, EEUU, empiezan a acusar la fatiga de la guerra…», dice el periodista de El País. «Yo no veo fatiga. Es cierto que lo que sucede en Gaza ha desplazado el interés, pero eso es más mediático que real», responde Albares. «Todos estamos de acuerdo en mantener el apoyo a Ucrania tanto tiempo como sea necesario».

Más allá de la sinceridad de la respuesta del ministro -desde hace meses, es patente que importantes sectores de la clase dominante norteamericana y de los países de la OTAN están reevaluando el apoyo militar a Ucrania ahora que la guerra se ha empantanado- lo que está claro es que el gobierno de Sánchez no está entre los que apuestan por dejar a Kiev a su suerte.

“España, como Estado miembro y como presidencia, va a apoyar la ampliación [de la UE, para la adhesión de Ucrania]. Ese horizonte europeo para Ucrania, que está luchando por nuestros valores frente a Rusia, tiene que estar presente», dice. » Queremos que la paz vuelva a Ucrania pero esa es una decisión que solo está en manos de Rusia. No podemos permitir que principios básicos como la soberanía o la integridad territorial se violen en Europa. Sería volver atrás. No vamos a desistir».

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Sobre Israel y Gaza: No al terrorismo, no al bombardeo de civiles

Pedro Sánchez y el primer ministro belga, junto a Benjamín Netanyahu

La mayor parte de la entrevista gira en torno a la crisis diplomática con Israel, a raíz de la visita de Sánchez a Tel Aviv y Palestina, en la que el presidente español, junto al belga, dijo a Netanyahu que si bien «Israel tiene derecho a defenderse» del terrorismo de Hamás, no puede hacerlo violando el derecho internacional humanitario, y que el número de víctimas civiles en Gaza era «insoportable».

Estas palabras enojaron tanto al gobierno Netanyahu que Israel ha llamado a consultas a su embajadora en España. Una medida que suele ser contestada con reciprocidad, aunque Exteriores no lo haya hecho. «Israel es un Estado amigo y yo quiero a la embajadora de España en Tel Aviv trabajando con nuestros amigos», dice Albares.

La diplomacia española está jugando un papel positivo ante el genocidio en Gaza

» (El ministro de exteriores israelí) acusó al Gobierno español de estar al lado de los terroristas», le recuerda el periodista. Albares se pone contundente: «Esas declaraciones son totalmente inaceptables, no responden a la realidad y no se pueden repetir. Nuestra condena al ataque terrorista de Hamás, nuestra solidaridad con todas las víctimas civiles está ahí desde el primer minuto».

Y añade: «exigimos que se libere de manera inmediata a todos los rehenes, pero también que se proteja a la población civil de Gaza, que se separen los objetivos terroristas de elementos civiles que incluyen hospitales, lugares de culto o instalaciones de Naciones Unidas… No hay ninguna duda de dónde se sitúa España».

«¿Cuándo reconocerá España al Estado palestino?». De nuevo vuelve el Albares más socialdemócrata y ambiguo. «La posición [de reconocer a Palestina] es mayoritaria en España, pero también hablamos con nuestros socios europeos, que tienen en su horizonte la conferencia de paz».

«¿España condiciona el reconocimiento a la conferencia de paz o a que otros países europeos se sumen?», repregunta. «Para mí, más importante que la fecha es que contribuya a garantizar la paz para los palestinos y la seguridad para Israel», dice el ministro.

A pesar de sus límites, y con todos sus peros, la diplomacia española está jugando un papel positivo ante el genocidio en Gaza. Condenando el terrorismo de Hamás, pero también el bombardeo de la población civil gazatí por parte de Israel. Exigiendo un alto el fuego y la apertura de negociaciones para resituar la «solución de los dos Estados» en el centro de todo.

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Iberoamérica: puente y autonomía

A diferencia de la seguida por gobiernos como el de Aznar o Rajoy, la política exterior española ante Iberomérica no se ha alineado férreamente tras los intereses de Washington.

España mantiene cordiales relaciones con gobiernos progresistas (Brasil, Chile, Colombia, México) y de signo antihegemonista (Venezuela, Bolivia, Cuba), y es un punto de apoyo para construir cauces de entendimiento entre Europa y los países latinoamericanos de distinto signo.

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El Sáhara: mutis por el foro

El «Ruido y la Furia» de De Verdad tras la traición de Pedro Sánchez a los saharauis

En un momento dado de la entrevista, El País pregunta a Albares por su próximo viaje a Marruecos -tradicionalmente, la primera visita de un titular de Exteriores cuando toma el cargo- y el ministro responde que «la hoja de ruta que se pactó con Marruecos sigue en vigor y está siendo plenamente beneficiosa para los dos países», hablando de la normalización de las fronteras o del control de los flujos migratorios.

Ante el Sáhara, no cabe hablar más que de traición… por alinearse tras los intereses de EEUU.

Sorprendentemente, la entrevista soslaya el elefante en la habitación en lo que se refiere a las relaciones hispano-marroquíes: el Sáhara Occidental.

En marzo de 2022 el gobierno de Sánchez dio un giro de 180º en la posición española hacia el Sáhara, alineándose con Rabat y concediendo que el plan de autonomía marroquí, era «serio, realista y creíble” para resolver el conflicto.

Traicionando así simultáneamente a la legalidad internacional, las resoluciones de la ONU, al pueblo saharaui y a su derecho a la autodeterminación, y a la voluntad mayoritaria del pueblo español. Todo por alinearse con unos EEUU que -primero con Trump y luego con Biden- han decidido elevar a Marruecos al rango de gendarme militar en el Norte de Africa.

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