SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Una crisis inoportuna

AUNQUE las crisis entre Convergència Democràtica y Unió Democràtica no son una novedad en la política catalana y es una evidencia que, pese a ello, ambos partidos concurren a las elecciones en coalición ininterrumpidamente desde 1979, lo que ha sucedido en las últimas horas tras el ataque frontal de la organización de CDC de Barcelona a Duran Lleida ha resquebrajado las paredes maestras de la federación como hacía tiempo que no se producía. Es, seguramente, el primer momento crítico que sale fuera del ámbito de discusión interna de ambos partidos desde que Artur Mas cogió las riendas, primero de CDC y más tarde de CiU en el 2001. El inopinado ataque de la federación de Barcelona de CDC se ha plasmado en un documento aprobado por unanimidad en el que se responsabiliza a Duran Lleida de la pérdida de apoyos electorales en las últimas autonómicas y se reclama a la dirección nacional medidas urgentes para corregir «el desprestigio y la desafección» que, a su juicio, causan declaraciones como las de Duran. Esto tuvo durante la jornada la evolución de un desencuentro más o menos conocido sobre el soberanismo y el independentismo que se ha larvado durante los últimos meses y que había explosionado de la peor manera y en el peor momento. Como respuesta, el secretario general de Unió, el conseller Josep Maria Pelegrí, tildó a CDC de Barcelona de sectaria, consideró gravísimas las acusaciones y los invitó a denunciar el acuerdo de federación con Unió si no están cómodos. Aunque los órganos de la federación deberán abordar conjuntamente la semana próxima el perímetro de la crisis, alguien debería preguntarse si entre los cuadros intermedios y la militancia de ambos partidos no hay algo más que un desencuentro ocasional.

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