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Una carrera de fondo en Siria

Las últimas semanas han visto un cambio dramático en los informes que salen de Siria. Mientras que hace un mes el gobierno parecía estar perdiendo la batalla en todos los frentes, ahora la guerra civil parece haber entrado en una nueva etapa – la de una carrera de fondo en la que la victoria depende de la resistencia en lugar de la fuerza.Tanto el régimen como los rebeldes se enfrentan a grandes desafíos que amenazan gravemente su capacidad para funcionar, lo que explica en parte los pronósticos muy divergentes de diferentes analistas. Mientras tanto, con la llegada del invierno y el número de muertos ascediendo (el último informe de las Naciones Unidas lo establece en 60.000), los civiles están pagando el precio más alto.Muchos observadores siguen insistiendo en que el régimen del presidente sirio, Bashar al-Assad está en las últimas. Jeffrey White, del Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente predijo recientemente que «parece ser cuestión de sólo unas pocas semanas antes de que se derrumbe». Otros fijan el plazo para su desaparición en varios meses, señalando, entre otras cuestiones, el grave problema financiero.»La economía es la base de todo», dijo un economista sirio en el exilio a la revista Time, estimando que Assad iría a la quiebra en algún momento entre los próximos tres y seis meses (anteriormente, el rey de Jordania, Abdullah II ofreció una estimación similar). «Sin dinero no se puede hacer nada. Si el gobierno no puede financiar al ejército, ellos [los soldados] simplemente van a desaparecer.»Los rebeldes han avanzado significativamente en los últimos meses, tomando el control, según diversos informes, de entre el 40% y el 75% del territorio del país. Incluso han capturado algunos de los suburbios que rodean la capital, Damasco, y en varias ocasiones han sido capaces de cerrar los principales aeropuertos internacionales.La debilidad del régimen no es una ilusión, pero todo esto equivale a sólo la mitad de la historia. Si Assad está a punto de ir a la quiebra, la mayor parte de los rebeldes ya están en ella – y han estado en esta situación durante meses. Esto no es propicio para la administración de la mitad de Siria – algo que les cuesta, según el mismo artículo de Time, alrededor de 500 millones de dólares al mes. Además, no es su peor problema.Varios informes indican que el gobierno ha entregado a propósito territorios con poca o ninguna resistencia. Lo han hecho no sólo con el fin de acortar sus líneas de comunicación y recortar algunos gastos, sino también con el fin de permitir vivir a la población una versión de pesadilla de la libertad, que posiblemente llevaría a muchas personas a optar por el orden de Assad como un mal menor. Con millones de personas sin hogar en medio del invierno, la mayoría de ellos en zonas controladas por los rebeldes, y con los alimentos, el agua corriente y el aceite de cocina escaseando, tal escenario no está totalmente fuera de cuestión.Más importante aún, los últimos informes indican que los rebeldes mismos pueden estar contribuyendo activamente a ese resultado. En su lucha, los secuestros y saqueos al azar están a la orden del día en muchos lugares. Alepo, una rica ciudad de comerciantes donde han acudido los insurgentes de las zonas rurales más pobres, puede ser un ejemplo extremo, pero no es, con mucho, el único. Dos informes recientes del periodista de The Guardian Ghaith Abdul-Ahad proporciona detalles gráficos.En un artículo del 28 de diciembre, el periodista describe a un brutal comandante rebelde, Abu Ali, quien, en sus propias palabras, está ante «dos enemigos ahora. Los batallones [rebeldes rivales] y el gobierno». Abdul-Ahad ha documentado un intento por parte de varios civiles cuyas viviendas habían estado bajo el control de Abu Ali de salvar algunas de sus pertenencias, así como el tratamiento que recibieron: «Cada una de esas casas ha sido saqueada», gritó Abu Ali. “Y el ejército [del gobierno] nunca ha estado en esta zona. ¡Somos nosotros los que les saqueamos!”En un artículo separado de fecha 27 de diciembre, Abdul-Ahad describe en general como los niveles sin precedentes de caos y de lucha interna –lo que considera una fase nueva en la reciente guerra– habían detenido el progreso de los rebeldes en Alepo. «El problema somos nosotros», exclamó un joven luchador durante una reunión. «Hemos asentado batallones en las zonas liberadas que establecen puestos de control y detienen a las personas … Se han convertido en peores que el régimen». Los rebeldes se enfrentan a un nuevo desafío que el ex asesor especial de EEUU para Siria Frederic Hof ha denominado «la píldora del veneno del sectarismo». Hof escribió:(…) el régimen de Bashar al-Assad inyecta la píldora de veneno en el torrente sanguíneo nacional …. Assad y su cohorte están, después de todo, deseoso de contar a las minorías (especialmente alauitas y cristianos) que sólo el régimen actual se interpone entre ellos y un sucesor árabe sunita que podría elegir entre opciones que van desde la sectaria aplicación explícita de la ley islámica a la expulsión y la masacre. El entusiasmo con que elementos visibles de la oposición han caído en el cebo sectario del régimen sugiere dos posibilidades: o bien que la evolución de 65 años hacia la ciudadanía siria y la unidad nacional ha sido del todo ilusoria o que los líderes revolucionarios de Siria no ha pensado en vacunarse a sí mismos y a su seguidores contra la aplicación inevitable de una estrategia sectaria groseramente provocadora por parte del régimen. No sólo la oposición no logró quebrar la unidad de los alauitas y otras minorías que apoyan al régimen, sino que parece que, a pesar de la naturaleza sectaria de la guerra y sus tácticas salvajes, Assad ha impedido la unificación total de los suníes en su contra. Según diferentes informes, hasta una tercera parte de la población suní, sobre todo en las grandes ciudades, todavía lo apoya. Si bien el número exacto y la motivación es muy difícil de determinar, un rebelde sirio que recientemente habló con Asia Times Online confirmó que él y sus compañeros han estado a menudo luchando contra otros suníes.Estas consideraciones motivaron al prominente experto en Siria de la Universidad de Oklahoma, Joshua Landis, a predecir que «de no existir un cierto aumento dramático de la intervención externa, Assad podría continuar allí en 2014». No está solo: el enviado de la ONU Lakhdar Brahimi también ha sugerido recientemente que 2013 podría ser un año muy sangriento, pero no decisivo.Sólo el futuro dirá quién tiene razón. Por ahora, no hay señales de que vaya a disminuir la violencia – y millones de sirios comunes siguen sufriendo unas condiciones inhumanas.

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