SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Una Bankia pública

El nuevo presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, propuso este miércoles que el Estado convierta los 4.465 millones aportados en 2010 por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) en acciones de la matriz del grupo, el Banco Financiero y de Ahorros (BFA). Dicha conversión otorga al Estado el 100% de BFA (y automáticamente el 45% de Bankia) así como la responsabilidad total de la gestión. La nacionalización de Bankia, porque de eso se trata, debe tener lógicamente un carácter temporal. El objetivo no sería crear un banco público, sino corregir el preocupante deterioro patrimonial del grupo, manifestado pública y detalladamente por los auditores. Y, después de sanear y consolidar los balances bajo la estricta vigilancia pública, devolver la entidad a gestores privados, mediante el mecanismo que se considere más apropiado.

En términos estrictamente financieros, la operación es probablemente la única con sentido que podía organizarse en estos momentos. Bankia necesitaba urgentemente capital, lo cual descartaba cualquier ayuda articulada a través de préstamos. Y reclamaba además con cierta urgencia un cambio en la gestión y en el Consejo de Administración, porque el equipo anterior había agotado su crédito después de las operaciones de fusión y de salida a Bolsa, que son algunas de las causas de la complicada situación actual. Pero no las únicas. También se han producido graves errores políticos, los de los Gobiernos y el Banco de España que dieron rodeos con fusiones y provisiones crecientes que no han conseguido atajar la asfixia crediticia y los daños patrimoniales causados por los activos inmobiliarios tóxicos.

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