Obama condena el Golpe de Estado en Honduras

¿Una asonada sin Washington?

La consigna de que -digan lo que digan los `populistas bolivarianos´ y su `demagogia antinorteamericana´- por primera vez en la historia reciente, Washington no tiene nada que ver con el Golpe de Estado de Honduras casa como anillo al dedo con toda la propaganda que vienen haciendo los centros de poder hegemonistas desde enero: que la llegada al poder de Barack Obama supone que EEUU ha entrado en una `era post-imperial´, abandonando prácticas como la guerra preventiva, la tortura o los golpes de estado a los que tan aficionado era su predecesor. ¿Corresponde esto con la verdad?.

No hay duda de que la Casa Blanca ha reaccionado ráidamente ante la asonada hondureña condenándola. El presidente Barack Obama ha emitido un comunicado en el que llama “a todos los actores políticos y sociales en Honduras a respetar las normas democráticas, la ley y los principios de la Carta Democrática Interamericana". "Cualquier disputa o tensión existentes debe ser resuelta pacíficamente por medio de un diálogo libre y sin interferencias extranjeras", añade la declaración. “Quiero dejarlo muy claro” -declaró luego Obama- “Zelaya es el único presidente de Honduras que reconozco”. En la misma línea, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton ha declarado que la detención y expulsión del presidente Zelaya ha de ser “condenada por todos”. ¿Tienen razón –aunque sea una vez- los propagandistas de la superpotencia? Pero la realidad es mucho menos idílica. Estamos hablando de Honduras, un país que en la década de los 80 jugó un papel clave para EEUU en la lucha contra la infiltración soviética en Centroamérica. Bajo la dirección de la embajada de Tegucigalpa –ocupada ni más ni menos que por el maestro de genocidas, John Negroponte-, Washington dirigió y supervisó la sanguinaria actividad de la contra nicaragüense. Pero crear en Honduras una base estable contra la insurgencia suponía someter al país a la más severa ley marcial, y a tal efecto la superpotencia remodeló las Fuerzas Armadas –Escuela de las Américas mediante- y creó el infame Batallón 316, el escuadrón de la muerte que secuestró, torturó y asesinó a centenares de izquierdistas o líderes sindicales hondureños. Estamos hablando de un Estado intervenido hasta la médula por los centros de poder hegemonistas Pero ¿es esto algo del pasado?. En primer lugar, las Fuerzas Armadas hondureñas no han sido depuradas de los altos mandos formados militar, política e ideológicamente por la Escuela de las Américas. Pero tampoco es muy distinto en lo que se refiere a las principales instituciones del país: sus partidos políticos o su judicatura. La decisión del presidente Zelaya de convocar un referéndum consultivo para cambiar la Constitución levantó las iras de los aparatos de Estado. Ejército, Tribunal Constitucional y la casi totalidad de los Partidos –incluyendo el suyo propio- se amotinaron contra él. Justo cuando el viernes pasado las fuerzas armadas se desplegaban por las calles y el Parlamento iba a destituir al presidente Zelaya –en una copia calcada de los golpes cívico-militares que hemos podido ver en la última década en Venezuela o Bolivia- diferentes llamadas a los teléfonos de los grupos parlamentarios lo paralizaron todo. ¿Quién paralizó lo que era un golpe en ciernes?. La embajada norteamericana. Justo unas horas después se hacía pública una declaración de la OEA –encabezada por EEUU- que apoyaba el respeto a la legalidad del Parlamento y el Tribunal Constitucional de Honduras, urdidores del golpe. En otras palabras: una asonada el viernes hubiera dejado totalmente al descubierto el papel de EEUU en el mismo. Era necesario esperar 48 horas para crear algunas cortinas de humo más: mayor apoyo “institucional” y “legal” a la acción del ejército, un clima de opinión nacional e internacional más propicio para los golpistas y más adverso a Zelaya –en el que el grupo PRISA y la agencia EFE han tenido un papel destacado- y sobretodo… tiempo para que Washington difuminara sus huellas y se distanciara públicamente de los golpistas. ¿Es pensable, en un país como Honduras, un golpe de Estado sin el apoyo, permiso o plácet –abierto o solapado- de Washington?. La condena de la Casa Blanca y la actitud severa de Obama no deben confundirnos. Y más cuando llama al “diálogo entre las partes”. ¿Desde cuándo se dialoga con golpistas?. Es preciso tirar de los hilos de las arañas hasta encontrar la cueva donde habita la madre de todas las tarántulas latinoamericanas. Les daré una pista: la guarida de la que les hablo ya no está en Panamá, para mayor seguridad la han trasladado a Fort Benning

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